9 de fevereiro de 2013

La chica del bar


 La chica del bar

Un día más llegaba a su fin, los agentes se iban a sus casas mientras el cielo se llenaba de color carmín.
Él también estaba cansado, solo deseaba una buena cena caliente y tenderse en su futón. Quizás, comería soba. Había un local en el centro que había descubierto recientemente donde la soba era riquísima y donde trabajaba una chica que le miraba como si le conociese de toda la vida.
Apagó el cigarrillo en el cenicero antes de levantarse y cerrar la puerta de su despacho. Los gritos que escuchó al fondo del pasillo le hicieron fruncir más el ceño. Definitivamente lo que necesitaba era relajarse y alejarse de todos los imbéciles que le rodeaban. Los protestos y palabrotas se elevaban más del tono mientras se acercaba. Pudo reconocer la voz de Sanosuke.
-Vaya, vaya… ¿perdido ahou? ¿Te acompaño a una celda?
-Que te zurcen. Solo he venido porque han arrestado a un compañero. Ya me iba.
-Un compañero de mala vida me imagino… - Saito se colocaba los guantes sin mirarle a la cara.
-¡Tú no eres nadie para juzgar la clase de vida que tengo! Trabajas para el gobierno…- Saito hizo señal a los guardias para que se marchasen y les dejasen a solas.
-Increíble…- murmuró sin darle importancia al comentario del chico.
-¿Qué es tan increíble?
-Que a ti se te tenga que echar a patadas de una comisaria y no al revés.- Le mostró unos perfectos dientes blancos en una pequeña sonrisa sádica. Sanosuke solo pudo echarle una mirada de desprecio y darle la espalda.- Asegúrate de no volver por aquí armar jaleo o te clavaré el otro hombro en la pared.
-Ya me voy, conozco la salida.- Colocó los brazos detrás de la cabeza mientras se estiraba como un gato. Saito le vio marcharse, con su kimono abierto y la piel dorada brillando mientras era acariciada por el carmín del cielo. Sanosuke era apetecible, en realidad era lo que más le apetecía desde que le había conocido, pero tendría que aguantarse con la chica de ese nuevo bar.

Sanosuke caminó por las callejuelas hasta llegar a su nuevo local de trabajo, el Izakaya. De nuevo le habían expulsado de las docas por ser un holgazán y pasarse el día a la sombra fingiendo que cargaba cosas. No podía, es que había demasiado sol y trabajar al sol no le gustaba. Entonces Katsu le hablara de ese sitio. Pagaban bien y lo único que tenía que hacer era disfrazarse de chica. No estaba mal.
De momento todo lo que había tenido que hacer era sonreír a unos viejos pervertidos de forma coqueta mientras les servía su soba y sentarse a su lado. Podría sobrevivir a ello. Sobreviviera mientras saito no volviese. El maldito condenado le había estado mirando toda la puta noche, se fumó un par de cigarrillos y después con su mirada enigmática le dejó propina y se largó. No estaba seguro de si le reconoció…
-Llegas tarde!
-¡oh Gomen!- le hizo una reverencia a la sueña del bar.
-Sube, ¡vístete y dile a Kya-san que te maquille! Llevamos mucho retraso con las mesas!- Sanosuke subió las escaleras de madera en dirección a una de las habitaciones privadas de las que disponía el local. Se desnudó y buscó sobre la cama uno de los kimonos que habían sido hechos para él.
Tan solo dejó su fundoshi bajo la seda roja del kimono. Lo cerró con una cinta amarilla que terminaba en un grande lazo a su espalda. Los calcetines blancos inmaculados sustituyeron las ligaduras de los pies, la badana voló de su frente y su cabello fue peinado con energía para quedar suave y sedoso. Kya los recogió en un moño y los adornó con flores y pequeños cristales. Después su rostro fue pintado de blanco, sus labios y ojos de rojo. Sanosuke estaba listo.
-Sanosuke, atiende la mesa 3.- Le murmuró la mujer en voz baja. Sanosuke asintió son hablar y se dirigió a la mesa.
El bar estaba lleno, casi todos eran hombres los que más frecuentaban. Fácilmente se comprendía por qué. En todo caso, él nunca tendría que acostarse con nadie, eso siempre era elección de la sirvienta. Con la bandeja  delante de su cuerpo se acercó al hombre.
Sanosuke casi no se lo pudo creer, Saito había vuelto y se fumaba el cigarrillo mirando la lista de pedidos.
-¿Puedo ayudarlo?- Dijo tratando de disimular su voz.
-Soba y sake.- Hizo una reverencia y se marchó a la cocina.
-Necesito que me cambie de mesa.- pidió a la dueña.
-¿Y eso?
-Es saito… es…
-No me importa sanosuke, ¡atiéndele!- se dio la vuelta y pasó a atender nuevos clientes que llegaban.
Suspiró, cogió la soba y el sake y se encaminó de vuelta. Estaba seguro de que le reconocería. Una escusa más para burlarse de él. Se pasaría el resto de sus días haciendo bromas asquerosas, se lo comentaría a kenshin…
-Aquí tiene…- Sirvió el sake con la habilidad propia de las mujeres y después se sentó a su lado en una almohada.
Saito le miró y después sonrió antes de empezar a comer su soba:
-Y dime, ¿te gusta trabajar aquí?
- Si señor…- bajó la mirada.
-Acércate.- Murmuró. El cuerpo de sanosuke tembló con el tono de voz. Nunca había escuchado ese tono en saito. Erótico, seductor.
-Este es un sitio publico señor…- no supo porque, pero la piel de sus brazos de erizó. ¿Acaso estaba insinuándole que en un sitio más privado no le importaría acercarse? En su mente casi explotó de risa, ¿qué pasaría si se acercase y después saito descubriese que era un hombre? En ese caso también podría chantajearle, podría decir a todo el mundo que saito, buscaba hombres con los que acostarse… perfecto.
-Prepara un sitio privado y avísame. – Sanosuke asintió y se levantó con una sonrisa pícara en los labios.
-Si me acompaña…- Saito también sonrió y le siguió con la katana bien presa a la cintura y la chaqueta sobre el hombro.
Le llevó a una de las habitaciones, adornada con velas de aromas y un futon en medio. Se arrodilló y cerró la puerta.
Saito se sentó en el futón y suspiró.
-Ven aquí.- Sanosuke se acercó y se sentó sobre las piernas del hombre. Dejó que le acariciase el rostro con los guantes. Saboreó la caricia con los ojos cerrados. Saito no siempre era duro y frío, su toque también podía ser suave y tierno.
-Te pareces tanto a alguien que deseo…- Su corazón se heló.
-¿Me parezco?- El lobo acercó su rostro a la oreja del chico y aspiró el aroma de su piel. Después todo fue muy rápido, saito le empujó sobre la cama y le sujetó los brazos sobre la cabeza.
-Tú, sabía que eras tú. – Pasó la mano sobre la erección de sanosuke que sobresalía en el apretado kimono. - ¿Qué pretendías al aceptar mi invitación?
-¿Acostarme contigo?- Le contestó sanosuke con su tono de voz normal.
-Eres un ahou.- Le soltó las manos.- lávate la cara y vuelve aquí.
Sanosuke se levantó muerto de rabia, mojó una toalla en un jarrón y lo pasó por el rostro.
-Si ya sabias que era yo, ¿por qué volviste?
-Si sabias que era yo ¿por qué aceptaste la proposición?- Añadió saito.
-Ya contesté a eso.- Se cruzó de brazos sobre el kimono. Saito le golpeó las rodillas y sanosuke cayó de rodillas en el futón.  
-Muy bien, tendrás lo que deseas, ambos lo tendremos.- forcejeó con el kimono exponiendo el pecho lampiño del chico, metió una rodilla entre sus piernas y el tejido se apartó enseñando el fundoshi apretado. Sus labios se pegaron a los del joven mientras que sus dedos destruyeron el peinado.
-Saito…- Gimió entre el beso. Metió sus manos por debajo de la chaqueta, apartó la camiseta negra y sintió la piel del policía. Por años habia deseado sentir esa piel debajo de sus manos, esa boca mordiendo y lamiendo su cuello, su ingle frotándose contra la suya. – Saito… - volvió a gemir cuando los labios delgados bajaron hasta su pecho y succionaron con ímpetu una de sus tetillas.
Sanosuke buscó la bragueta del uniforme del policía paseando los dedos por el bulto que se había más grande con su toqueteo. Abrió cremallera y metió la mano.
-Oh… esto explica porque eres tan engreído…- Saito sonrió y lamió su cuello.
-Aquí tampoco está nada mal.- Susurró tocando con la punta del dedo en su glande sensible.
-Ahh… ¡quítate los guantes! ¡Saito!- El toque áspero junto a su uretra le hizo apretarse más contra el cuerpo del hombre.
-Mm lo haré cuando esté bien mojado el tejido.- mordió el lóbulo de su oreja.
-Eres un sádico.- protestó dejándose de brazos abiertos sobre el futón, vulnerable. El dedo de Saito lo acarició un poco más en ese sitio, apretando el glande disfrutando lamiendo una que otra lagrimita que se escapaba de los ojos cerrados del chico.
-Lo soy porque me seduces… lo haces todo el jodido tiempo Sanosuke.- un temblor recorrió su cuerpo de nuevo al escuchar su nombre. Las manos del hombre se libraron de los guantes y después deshizo el fundoshi sin dejar de mirar la perfecta entrepierna del chico.  
Bajó por el torso, deslizando su lengua hasta el ombligo dejando un rastro mojado, saboreando, besando la base del pene erecto delante de su rostro.
-‘Jimee- gimió, dándose cuenta que el hombre se estaba dedicando a darle placer. ¿Por qué lo haría? ¿Significaría eso que realmente sentía algo por él? Todo el plan de burlarse del policía desapareció de su mente, ahora no podía  concentrarse ninguna clase de venganza mezquina, le deseaba.
Estaba avergonzado consigo mismo, había aceptado la proposición del hombre para ser el protagonista de una puñalada certera pero la verdad no era esa. Esa era la escusa, la mentira que se contaba a sí mismo para no tener que odiarse por ser tan débil, por haberse enamorado locamente.
Sanosuke sujetó el rostro del hombre entre sus manos y atrapó su cuerpo con las piernas.
-Déjate de juegos…- Los ojos amarillos dorados Saito brillaron. Sonrió acariciando la lengua del chico con su dedo corazón. Lo frotó en su lengua resbaladiza y recogió algo de saliva antes de meterlo cuidadosamente en su estrecha entrada.
Sano era caliente, flexible, el suave aprisionar de sus paredes sobre su dedo casi hacia que perdiese el control. Soltó un largo suspiro cuando se retiró.
Sanosuke acompañó con la mirada aguada como el hombre más viejo se bajaba los pantalones del uniforme y exponía delante de él su mástil duro y listo del que ya escurrían algunas gotitas que usó para lubricar el glande.
Separó más sus piernas y sin dejar de mirarle empezó a meterse lentamente, saboreando cada pliegue que se abría para él. Sanosuke trató de mantener el contacto visual pero el momento era demasiado intenso, solo pudo agarrarse con fuerza a la chaqueta azul de hombre y separar los labios en un grito mudo.
Era precioso, pensó Saito, sus piernas largas y fuertes rodeando su cintura, manteniéndole entre ellas. Su aroma, siempre le había gustado como olía sanosuke, era algo natural, no le parecía que ese ahou usase ninguna clase de perfume. Era como una poderosa feromona que le hacía querer besarlo, morderlo, poseerlo.
-‘Jime… muévete fuerte…- La lengua del chico trataba de alcanzar sus labios descaradamente y él la aceptó. Su cintura se movió con fuerza en dos estocadas para luego retirarse lentamente. El chico gimoteó cuando Saito salió por completo. –Oh… dios…
De nuevo volvió a meterse muy lentamente aprovechando para rodar sus pezones con las puntas de los dedos y tras dos estocadas más volvió a retirarse de sopetón.
-Me vas a enloquecer… follame!
-Debes aprender a tener paciencia Ahou…- su frente escurría en sudor, para él también era una tortura abandonar ese cuerpo, aguantarse las ganas de follarle de un tirón.
-Enséñamelo otro día…- metió su dedo entre los labios del lobo.- hazlo… hazlo…- murmuró.- hazlo duro... por favor…    
El hombre gruñó y cedió al pedido del joven. Volvió a penetrarle pero esta vez sus estocadas se hicieron continuas, fuertes, tocándole muy adentro hasta que ambos no pudieron contenerse ni un minuto más y el placer culminó en un fuerte orgasmo.
Ambos respiraban agitadamente y sus corazones parecían querer rasgarles la piel del pecho. Podía sentir la respiración fría de Saito en su hombro, sus dedos acariciando su brazo de una forma casi gentil. 
-Debo irme.- indicó Saito levantándose y cerrando la bragueta. De nuevo tan presentable como siempre.
Sanosuke se cubrió con el kimono rojo y lo cerró con la cinta amarilla, pero desde luego quien le mirase podría decir muy bien lo que había estado haciendo. Sus labios estaban rojos e hinchados y su cuello tenía pequeños moratones.
-Saito… - se acercó al hombre y increíblemente él se quedó quieto dejándole invadir su espacio personal.- te quiero.
Los ojos castaños se perdieron en los dorados del hombre más alto quien le sujetó del mentón para propinarle un beso más.
-Volveré mañana…




11 comentários :

  1. Hola, Saito. Está genial el relato, muy original y excitante. Te lo iba a comentar ayer pero como te dormiste... jajaja. También me gusta mucho el dibujo que has hecho, tan sexi. Besossss.

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    1. Hola minu, perdone -.-
      Muchas gracias por leerlo, no sabia si te gustaria T.T
      Besos, estoy haciendo noche también pero ahora todos duermen... hihihi

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  2. Saito y Sano!!!. Me encantan!, muy buena la historia y los dibujos, tendremos mas de esta pareja?, por favor?. Muchas gracias.

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    1. claro que sii, soy un fanatico empedernido de ellos!! espero que os gusten mis siguientes relatos de ellos! besos

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  3. Muchas gracias por el relato, buen fin de semana :)

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  4. Muy bueno el relato, me ha gustado mucho y el dibujo me encanta. Muchas gracias por compartirlo. Besoss

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  5. Muchas gracias, me ha gustado mucho.
    Gracias por compartie, me encanto los dibujos.
    Besossssss

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    1. Si, a mi tambien me gustan mucho los dibujos de ellos, ajjaja siempre son muy sensuales. Gracias por comentarme!

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  6. WOW...es bastante intenso...y vaya si me a gustado espero que continue, esta genial!!!!! graias por compartirlo

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