ace muchos, muchos años cuando aun se creía
en la magia y los castillos eran los mayores edificios en las ciudades pasó una
historia que hoy día se consideró la mayor historia de amor de todos los
tiempos.
Una familia feliz fue cruelmente asesinada
por un lord muy poderoso. Había sido un crimen brutal… según los peritos de la
época, un crimen pasional… Tan solo el hijo de la pareja sobrevivió al ataque
de los crueles mercenarios. Marcado para siempre con una cicatriz en la frente,
Harry Potter fue el niño que sobrevivió.
El entonces bebe, creció saludable como
cualquier niño, acogido por sus tíos en una de las mansiones más abastadas de
la ciudad. Sin embargo el muchacho de piel suave y ojos como esmeraldas no era
tratado como su primo Duddley.
-Harry, ¿has terminado de limpiar los
cristales?
-Sí, tía Petunia.- sacudió un poco los
pantalones cortos y demasiado grandes para sus diecisiete años.
-Entonces friega el suelo, termina la cena y
prepárale un baño a Duddley que esta al volver de montar a caballo.- dijo su
tía sentada en un sillón de terciopelo rojo delante de un espejo en donde se
arreglaba su pelo ondulado.
-Claro tía.
-Y date prisa! Ya mucho hago yo como para
tenerte holgazaneando todo el día por ahí!- Harry se dio la vuelta y de retiró
de los aposentos de la mujer.
Bajó las escaleras de mármol brillante hasta
llegar a la entrada.
-Sirius!- Gritó al ver las pegadas de oscuro
barro que iba dejando el perro al pasearse por el hall.- Perro malo! Vete a la
cocina… Dios mío, llévate a Petter! Tía Petunia me matará si ve como dejaste el
suelo!
El oscuro y sarnoso perro cogió a la rata y
obedientemente se metieron en la cocina oscura y gris. El fuego de la chimenea
seguía ardiendo, cocinando en un pequeño caldero la sopa para ese día.
Harry entró detrás de ellos.
-¿Sabéis…? Esta noche tuve un sueño… Soñé que
un príncipe se enamoraba de mí…- Cortó
dos zanahorias más y las añadió al caldero.
El perro negro se subió a una de las sillas
de madera podrida de la cocina y se quedó mirándolo con sus pequeños ojos.
-No me mires así… ya se que con este aspecto
nadie se fijaría en mi pero… uf, ¿solo fue un sueño vale?? Tengo derecho a
soñar! ¿Oye me ayudas un poco? Ve a echarle eso a Hedwig… Y después ve al
molino a por pan fresco, ¿sí?
El perro recibió la cesta y salió corriendo.
-Hey! Qué no te timen!.. Uf…
A pesar de todo el sufrimiento de vivir sin
conocer a sus padres, Harry era un chico feliz. Dormía en la torre de las
lechuzas en una cama de paja con sábanas de lana. Durante el día se ocupaba de
la casa y los caballos. Los domingos vendía hortalizas en el mercado para conseguir
algo de dinero.
No se quejaba, sus tíos ya hacían mucho por
él acogiéndole y alimentándole. Le deban un sitio dónde quedarse. En realidad
les estaba muy agradecido por ello.
-Mmm, Hola Minerva…- Acarició la suave gata
que se paseaba alrededor de sus piernas.-Será mejor que vaya a preparar el baño
de Duddley y a fregar el suelo.
Qué bien olía el baño, agua caliente, espuma,
toallas lavadas y perfumadas con vainilla… lo mejor de lo mejor para el joven
amo de la mansión Drusley.
Cerró la puerta de madera blanca decorada con
pomos de oro. Miró desde arriba como brillaba el suelo de la entrada que
acababa de lavar. Había hecho un muy buen trabajo con la escoba… Todas las
manchas de las patas de Sirius habían desaparecido.
Sonrió contento sin poder evitar un largo
suspiro de alivio, una tarea más terminada con éxito.
Bajó las escaleras, iría a comprobar si Sirius había vuelto con el pan cuando en
ese instante llegó su primo.
Duddley era un joven alto, gordo y de pelo
oscuro. No poseía ninguna clase de don ya fuese físico o psicológico. Lo que si
sabía hacer muy bien era pavonearse con sus atuendos elegantes comprados con el
dinero de su madre.
El joven atravesó el Hall con las botas
llenas de tierra. Harry no pudo decir nada, en aquel momento se quedaba mudo de
frustración.
-Ah, Harry… parecía que acababas de limpiar
el suelo… tendrás que hacerlo otra vez…- murmuró con picardía en la mirada. No
se detuvo ni más un segundo, siguió caminando subiendo las escaleras de mármol
con las botas sucias.
-Sí, eso parece…- cayó de rodillas.
Al día siguiente Harry se despertó muy
contento. Bueno, él nunca solía estar de mal humor… Le gustaba reírse de las
pequeñas cosas de la vida, le gustaba el sol, nadar en el río que corría muy
cerca de la casa, le gustaba acariciar el pelo de sirius antes de dormir.
Ese día, arrastró con él al perro hasta el
mercado a vender hortaliza. Siempre confiaba que su astuta mascota le ayudase a
vigilar las hortalizas de los ladronzuelos.
Cuando terminaron volvieron a casa, como
siempre, por la carretera de tierra que llevaba justo hasta la entrada de la
mansión.
-Bueno, ¿que pasaría si ese príncipe de mi
sueños me llevase a vivir con él en un palacio de marfil?
El perro le miró y siguió andando como si
ignorase la pregunta.
-Vamos… Ambos sabemos que eso no va a pasar,
pero si pasase, ¿no te gustaría tener una cama de cojines solo para ti?-
Entonces el perro movió la cola en una muda aceptación.- Ajajaj, lo sabía, los
perros sois muy fáciles de corromper!
A lo lejos vio una carroza lujosa acercarse a
toda prisa y pasar por ellos sin detenerse. Seguía en dirección a la ciudad.
-Mmm, ¿sería el príncipe buscándome? Jajaja,
vamos a casa.- Y el perro le acompañó.
Gran agitación cuando entró en la casa. Su
tía y su tío parecían locos con la llegada de la carta. La carta, decían. ¿Pero
que era la carta? ¿De quién era? ¿Qué decía en ella?
-Harry, prepara los mejores atuendos para
Duddley.
-¿Para qué tía?
-El rey, su majestad Lucius ha decidido darle
una pareja a su único heredero, el príncipe Draco. Y ese tiene que ser
Duddley!- dijo con firmeza.- Todos los nobles ha sido invitados a ese baile,
así que mi pequeño tiene que estar perfecto!
-Claro tía.- Contestó Harry aun sin saber
como podría algún día Duddley ser perfecto.
-Eso!- Dijo por primera vez en esa tarde su
primo, sentado en la cama de su madre.- Deseo un traje de color Burdeos,
bordado a oro.
-Yo, ¿podría acompañaros al baile?
-AJAJAJA… ¿has oído madre? Cinderella quiere
ir al baile…- se burló sin piedad.- No posees delicadeza, eres rudo, sucio y no
tiene la mínima noción de la sutileza. No creo que puedas ir al baile…
-Duddley tiene razón, Harry. ¿Qué haría en un
palacio una persona como tú?- Harry sintió las lagrimas calientes quemarle los
ojos, pero insistió:
-Yo solo quisiera ver el palacio… pasear por
los pasillos... no es mi deseo conocer al príncipe.- Añadió.
-Tampoco creo que el príncipe desease
conocerte, muchacho.-Harry oyó la ultima palabra ser escupida con odio.- Sin
embargo estaría siendo injusta si no te dejase ir… Si acabas todas tus tareas y
si encuentras un traje adecuado podrás acompañarnos.
-Oh, muchas gracias tía!
-MAMA!- protesto Duddley.
Harry no se quedó esperando nada más, salió
de la habitación más feliz que nunca en sus diecisiete años. Era un sueño hecho
realidad, podría pasear por los pasillos, viendo a gente elegante y sintiéndose
como uno de ellos…
Tenía traje, claro que sí, tenía los trajes
de su padre guardados en la torre de las lechuzas dentro de un baúl de pino.
Siempre había soñado son usar los lindos trajes de su padre, pero nunca había
tenido la oportunidad.
Esa misma noche cuando Harry llegó a la torre
preparó su traje, limpiándolo y aireándolo para que en el día siguiente
estuviese perfecto. Era muy lindo, un simple traje beige bordado con diminutos
hilos de oro, las mangas tenían dos botones grandes y con grandes P doradas en
el puño.
-Fíjate Sirius, qué bonito… a veces me
imagino a mi padre vistiendo ese traje, muy seguramente le daría el porte de un
rey… mañana iré al palacio…- el perro soltó un suspiro y depositó la cabeza
sobe las pata. Dormiría toda la noche a los pies de la cama de su dueño.
Por fin el tan esperado día! Se levantó
temprano recordando las palabras de la tía Petunia, si terminase todas las
tareas podría acompañarles.
-Buenos días tía.- dijo al ver bajar a la
mujer vestida con un caro vestido verde aceituna, peinada y ostentando las
usuales joyas.
-¿Has preparado el desayuno?
-Sí tía. Duddley y el tío Vernon ya están en
la mesa.
-Bien… no te olvides que hoy tienes que
ocuparte de limpiar las habitaciones, reparar el tejado y ordenar el establo. Después
quiero que ayudes a Duddley con su ropa… alguien tiene que ayudarle a vestirse.
Cuando termines todo eso si te sobra tiempo podrás acompañarnos.
La mujer siguió hacía el salón donde se
dispuso a tomar el desayuno, mientras que Harry empezó de inmediato con sus
tareas.
El día pareció pasar muy rápido, el trabajo
en los establos se hizo menos arduo con la simple idea de poder acompañar a sus
tíos al tan esperado baile.
Estaba terminando con los caballos cuando oyó
a Sirius aullar en la torre de las lechuzas. Sirius era un perro muy amable y
muy tranquilo, algo no iba bien. Lo dejó todo pata arriba y subió como un loco.
Fue avasallador ver el traje de su padre
destrozado en el suelo de la habitación. Había sido cortado con unas tijeras
largas que aun seguían caídas en el suelo. Alrededor del montón de harapos
todos sus animalitos lo miraban con gran tristeza.
Harry abrazó el montón de tejido sin forma y
se echó a llorar como un niño que era, su único deseo mandado por la
alcantarilla… Sirius le lamió las manos, no tenia otra forma de expresar cuanto
lo sentía. Minerva le daba cabezaditas y se frotaba contra su espalda…
-Oh Sirius… ¿qué voy hacer ahora?…- abrazó al
perro ahogando un sollozo de angustia.- Era el único traje que tenía… Seguro
que fue Duddley, él no quería que asistiese al baile.
Un momento de dolor sustituido por la furia.
Se levantó con los trozos de harapos bien sujetos entre sus dedos y bajó las
escaleras hasta la habitación de Duddley.
-¿Por qué lo has hecho? ¿Por qué me
destruiste el traje?!
El moreno seguía delante del espejo con una
cínica sonrisa estampada en el rostro y elegantemente vestido.
-¿Yo? Jamás me acercaría a ese asqueroso
antro que tienes por habitación… a lo mejor ha sido el perro… con lo mal
educado que lo tienes.
-¿Cómo te atreves?!
-¿Perdón? Lárgate, no eres más que un
sirviente. Y ahora que no tienes traje me parece que no vas a poder asistir…-
Se apartó un poco del espejo.
-¿Qué escándalo es este?- Dijo la tía petunia
acercándose ya lista para el baile. Levaba puesto un suave y elegante vestido
de terciopelo color salmón con joyas a juego. Su pelo iba recogido con varias
pinzas adornadas con diamantes.
-Harry que dice que le he estropeado el
traje…
-Ah ya, seguro que ni tenía traje. Bueno no
nos retrasemos más… Y tú, que esté todo brillando cuando vuelva!
Todos se marcharon, la casa quedó apagada
vacía y sin vida, tal y como su corazón. Subió a su habitación donde le
esperaban sus amigos animalitos, esos que siempre le querían y le apoyaban
incondicionalmente.
Su blanda cama de paja era ideal para echarse
sobre ella y llorar hasta que se le secasen las lágrimas por la ilusión
arrebatada. La frustración duele como la hoja de un puñal clavándose en el
pecho y Harry conocía ese sentimiento mejor que nadie.
No hubo luces ni destellos pero pasó algo que
harry no pudo explicar… Un hombre apareció en su habitación.
-¿Quién eres tú?- quiso saber el chico
limpiándose las lagrimas. Estaba algo asustado. Sí, porque el hombre tenía un
aspecto de lo mas asustador. Vestía de negro, con una larga capa igualmente
negra, su piel pálida contrastaba drásticamente con sus ojos negros y su pelo
oleoso escurrido.
-Mmmm de una forma rara… tú hada madrina-
Frunció el ceño realzando más aun su indiscreta nariz.
-¿Hada madrina? ¿De esas que realizan deseos
y eso?
-…sí… mas o menos eso. He aparecido porque tu
tienes un deseo de corazón, ¿no?- el hombre se sentó en la cama de paja
haciendo circulillos con su varita.
-Me destrozaron el traje para ir al baile…
estoy muy triste…
-Te he estado vigilando desde hace mucho
tiempo, Harry… Eres un chico realmente muy bueno. Tu familia ha abusado de tu
bondad esclavizándote y humillándote durante años. Te concederé el deseo que me
pidas… pequeño.- Acarició la mejilla roja del joven arrodillado a su lado.
-No deseo nada, solo alguien que me
reconforte y me de cariño…- Miró al hombre directamente a la cara. No era tan
feo como le pareció a simple vista. Tenía una belleza muy característica.
-Oh…- sonrió. Harry se fijó en los preciosos
labios finos y mojados que le demostraban una sonrisa sincera.- Ya veo…
-¿Cómo te llamas? ¿Debería llamarte hada?
-No, mi nombre es Severus. Hada suena muy…
gay.
-Entonces, ¿Vas a concederme él deseo?-
parpadeó varias veces.- ¿Vas a reconfortarme?
Severus no pudo ignorar esos labios que
durante tanto tiempo había deseado desde su país de las hadas. Harry hizo un
pucherito y eso fue la gota que colmó el vaso, soltó la varita y con ambas
manos levantó al chico para sentarlo en su regazo.
-Sí, Harry te concederé ese deseo… y todos
los que quieras…- El pequeño chico abrazó a su hada con fuerza y le besó en la
mejilla.
-¿Vas amarme y hacerme tu príncipe?
-Para siempre!- Y besando sus labios se lo
llevó al país de las hadas, junto con todos los animalitos que siempre le
habían ayudado.
Vivieron durante largos y largos años en el
castillo de Severus, allí en el país de las hadas, dónde nunca pasa el tiempo…
Nunca más tuvo que fregar, ni lavar, ni
planchar… la magia de su hada lo hacía todo, incluso les envolvía a ellos en
las largas noches de amor delicioso. Harry estaba ahora reconfortado y amado
por alguien que realmente le apreciaba y que durante tanto tiempo había cuidado
de él en secreto.
Duddley se casó con el príncipe Draco, tal y
como la tía Petunia había deseado. Era el matrimonio perfecto para su “pequeño”
y para la posición social de su familia.
El “pequeño” Drusley pasó a vivir en palacio
con el príncipe, quién era un ninfomaníaco sadomasoquista con una polla de
veinte y cinco por seis centímetros que insistía en hacer el amor cada noche.
Afortunadamente para Duddley tenía montones
de cojines de satén donde sentarse para aliviar sus dolores matutinos.
Moraleja de la historia: Antes de desear
desesperadamente casarte con un príncipe, comprueba antes el tamaño de su
paquete…
Fin
Saito me encantó tu historia! me gustó mucho más que la Cenicienta original! Me divertí mucho! tiene partes tiernas y también partes divertidas! hasta partes poéticas tiene! Me gusta que hayas sacado a pasear al muchachito tierno y cursi que sueles encerrar en el armario. Te hace un escritor genial. Besos
ResponderEliminarjajaja Hola Ciooo! Es que es la cenicienta para muchachos gays XD
EliminarMe alegra que te haya gusatdo! Besosss
ja ja ja... Gracias Saito. Me encantó que no siguiera a la historia original. Esta es mucho más divertida. Besos
ResponderEliminarHola Lore!! Muchas graciass! Besoss!!
Eliminarhola saito me rei un monton con tu versión de cenicienta jajajajajajaja me encanta la moraleja de tu cuento eres un escrito fenomenal con una imaginación y creatividad que no tiene limites eres un genio te adoro "FELIZ DIA DEL AMIGO" muchos besotes mi genio hermoso
ResponderEliminarHola Ono!! Muchas gracias amors! Muchos besos!!
EliminarFina. Feliz dia del Amigo, besos
ResponderEliminarUn millon de gracias Saito, esta super bueno, me gusto el hada madrina y el castigo del primo de harry, tremenda imaginacion, me diverti mucho leyendo este corto, mil besos y sigue por siempre con esta imaginacion, besos, chao
Hola Fina!!! Muchas graciass por leerlo!! Me alegra que te haya gustado!! Besos
Eliminarajajjaajaj me gustó tu versión Saito. pero me has hecho reir con la moraleja. lo confieso, no soy muy fan de tu "hada madrina" pero hoy lo perdono, porque lo has transformado en un principe... mas negro que azul, pero principe al fin...
ResponderEliminarUn beso enorme ;)
Hola Patoo!!! Me alegra que te hayas reido, también me diverti mucho imaginando estas cosas XD
EliminarBesos!!
Este comentário foi removido pelo autor.
ResponderEliminarHolaaa, jajaja si Billy supongo que esta es la nueva cenicienta para niños gays *-*
EliminarEnseñara a nuestros equeños que el tamaño del paquete no es tan importante.. XDDD
Besosss
Hola Saíto, este Ceniciento no sabía lo que quería cuando lo pidió, pobrecito. El lado positivo es que ya no tuvo que lavar, planchar.... actividades que son peores que el lado masoquista del príncipe, jajaj....
ResponderEliminarGracias Paquiii!! Besos linda! Te adoroo!
EliminarJajajaja... a pesar de mi animadversión confesa por Snape, la historia me ha gustado mucho, creo que tiene una de las más útiles moralejas que he leído nunca en cuento alguno ;p
ResponderEliminarGracias por compartirlo.
Besos
Hola Anaaa! AJjaja si cuidado con lo que deseamos, nos puede salir por la culatra XD jajajaja besosss
EliminarJa,ja. Me encanta la moraleja del cuento.
ResponderEliminarDivertido, original y único, solo a ti se te podia ocurrir un cuento como este.
No puedo mas que rendirme ante tí al ser capaz de, en un relato no muy extenso dar cabida a tanto ingenio.
Besoss
Hola Maria! Muchas gracias por seguir ahi siempre fiel a mis escritos, no se como darte las gracias! Muchas gracias!! Besos
EliminarJajaja, me ha encantado el cuento. Yo quiero un hado padrino así... bueno, exactamente así no, prefiero en forma de Indiana Jones. Me han gustado mucho también los animalillos y el final ha estado genial, el justo castigo para el repelente primo, jajaja. Besoss.
ResponderEliminarHolaaa! Siii, yo tambien quiero un hado madrino asi! *-* He irme al pais de las hadas!!! Besosss
EliminarJajajaja, Saito me ha encantado el cuento, ha estado muy bien y me ha sacado algunas risas, y bueno esa moraleja ya ni te digo. Muchas gracias por compartir con nosotr@s tus creaciones.
ResponderEliminarQue tengas una linda semana.
Besosss
Hola Ross!! Muchas gracias! Me alegra muho que te haya gustado!!
Eliminarjajaja yo lei cenicienta y quise leer luegpo dijiste lo de la historia de amor y me preguntaba si no era romeo y julieta XD pero ahora se que no te habias equivocado estuvo graciosa aunque no creo que el final del primo malvado fuese tan malo es decir yo me portaria mal por un principe con esas... cualidades XD, en fin ignoren mis perversidades XD, gracias por el relato, besos!!!
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