6 de fevereiro de 2013

Destinos al viento- capitulo cinco




Capitulo Cinco

Cuando llegue al aeropuerto de Lax estaba de un humor perro, tardé 15 minutos en llegar al gate y eso no contribuyo para mejorar mi estado de ánimo. Noté mi cara hinchada por un montón de horas intentando dormir apoyado en la mano.
Caminé durante un buen rato por el aeropuerto. Me fijé en los bares, restaurantes, cafés, puestos de comida rápida  y tiendas de suvenires preguntándome donde debería esperar a Hugh.
-¿Richard?- Una mujer de cabello castaño más o menos de mi estatura se acercó a mí. Yo no la conocí pero obviamente ella me reconoció.
-¿Quién es usted?
-¿Te llamas Richard?
-Sí… bueno no… - Le tendí mi DNI. Ella lo miró durante un minuto y después me dijo:
-Acompáñame.
-¡No! ¿Quién es usted?
-Soy la agente del señor Laurie. He tardado un buen rato en encontrarle…
-¿Dónde está Hugh?
-No ha podido venir a recogerle, le llevaré a su casa.
-¿Porque no pudo venir a recogerme?- pregunté con los labios temblando y arrastrando mi maleta.
-Está ocupado.- La mujer parecía muy profesional. La seguí hasta un mercedes negro.
-¿Y le pidió que viniese a recogerme usted?
-Exacto.
-¡Oiga!- La sujeté del brazo- ¿Cómo puedo saber que me dice la verdad?
Ella me miró por encima de las gafas de sol y levantó una ceja señalando mi reloj.
-Él le regaló ese reloj…- Abrí la boca pero nada salió de ella. Lo única que hice fue soltarle el brazo y meterme en el coche.
Durante todo el viaje que tardó bastante mantuve en silencio. No sabía que decir, estaba seguro de que ella sabía lo que pasaba, pero no me atreví a preguntárselo.
-¿Todo bien?- interrumpió.
- Todo perfecto.- El coche se detuvo delante de una casa corriente, en un barrio corriente. Me tendió la llave.
-Lamentablemente no puedo quedarme con usted, tengo una reunión… El señor Laurie vendrá en cuanto le sea posible… Me ha pedido que le diga que se ponga cómodo.  
-Lo estaré, gracias.- Saqué mi equipaje y la vi marcharse sin más. Suspiré.
Miré la llave. Una cosa que siempre me ha asustado hasta hoy es llegar delante de una cerradura y no ser capaz de abrir la puerta. Quedarme sentado delante de la entrada sin un sitio donde abrigarme es algo que aun me produce escalofríos.  Felizmente la llave deslizó y al rodarla en el picaporte la puerta se abrió con un suave chasquido.
Apoyé la espalda contra la puerta. Estaba cansado…
Me entretuve observando sus cosas, los adornos ordenador de forma tan impersonal, Hugh tenía una asistenta… concluí.
El color blanco de las paredes y el sofá era perfecto para logrando una atmósfera serena y apacible, los muebles en distintos tonos y variedades de madera sin ser extravagante… era cómodo y con su personalidad.
Me dirigí a la habitación, la que tenía la puerta abierta. Su cama de tendencia oriental casi pegada al piso ladeada de dos mesitas, estaba cubierta por un edredón de tela lisa de color chocolate. Sobre la cama tres enormes almohadas de distintas tonalidades: beige, chocolate y naranja.
Las cortinas eran al velo, muy transparentes de color naranja.
En ese momento me arrepentí de haber aceptado el dinero para el viaje y haber ido a Los Ángeles... ahora sé que ha sido, quizás, el mayor error de nuestras vidas.
Volví a la sala después de explorar toda la casa. Me senté en el sofá mirando la televisión mientras las horas pasaban ajenas a mi sufrimiento. Dios, me harté de la tele y me metí en la cama. 
Cuando desperté fue por la húmeda sensación de unos labios sobre mi cuello. Tenía demasiado sueño pero eso no me impidió de levantarme y mirarle a los ojos.
-Richard…- me sonrió. Aguanté las ganas de abrazarle y le devolví una mirada dura.
-Ahora podemos tener esa conversación que no podíamos tener por teléfono…
-¿Ahora? ¿Eso no puede esperar? te eché de menos…- murmuró con esa voz que me enloquecía pero mi enfado era superior a ello.
-Sí, ahora… No tienes ni idea de cómo me siento! Viajando a un lugar extraño, donde no conozco a nadie, y espero con ilusión que el hombre al que amo tenga un minuto para ir a recogerme al menos… y no. Manda a una extraña que me trae a una casa que no conozco y espero solo, horas…- Entonces empecé a llorar.
-¡Yo nunca podría ir a recogerte Richard!- Su voz sonó áspera. – ¿Joder, qué más quieres? Te has metido en mi vida, en mi cama, en mi corazón…
-Corta el drama…
-¡Tú eres el que lo está dramatizando, siempre supiste que esto no sería fácil! ¡Antes de que entrases en mi vida lo tenía todo controlado!- Hugh giró sobre sus talones y se alejó de la cama- Yo era una persona igualmente echa mierda pero controlado… He hecho cosas que pueden avergonzar a mis hijos, destruir mi familia!
-Tu familia ya estaba destrozada antes de que yo entrase en tu vida…- le recordé con tono angustiado.
-Está bien…- suspiró abatido y abrió los brazos encogiéndose de hombros. – No te quiero porque tengo que trabajar, no te quiero porque no pude ir a recogerte… ¿Feliz?
Mis dedos apretaban el edredón bajo mis rodillas.
-No…- Entonces dejé de verle, mis lagrimas me nublaron la vista.- Yo te quiero, y no soporto estar un minuto sin ti… no soporto que tenga que vivir así…
Se sentó en la cama y me abrazó. Le rodeé con mis brazos y lloré sobre su pecho.
-Yo también te quiero, te quiero mucho…- Sus labios llenaron mi rostro de besos.- quizás hubiera vuelto a intentar rehacerlo todo con Jo… quizás intentase recuperar lo que había entre nosotros, pero apareciste tu y lo arruinaste… Dios arruinaste mi vida y te amo tanto…
Mis dedos se cerraron más aun a su camisa escuchando el murmullo de su voz. 
-¿Por qué tiene que ser tan difícil…?
-Supongo que las relaciones difíciles están para enseñarnos cosas…- sus dedos se metieron entre mis cabellos- … deberíamos dormir tu has hecho un largo viaje y yo he tenido un día interminable.
-¿Podremos estar juntos mañana?- Pregunté manteniéndome abrazado. Hugh suspiró.
-Mañana tengo trabajo, pero después de mañana me quedaré contigo todo el día.
Yo no dije nada, me metí entre las sabanas y esperé a que volviese a la cama. Me abrazó y nos quedamos como dos cucharas. Era delicioso sentir su pecho contra mi espalda, su respiración rozar mi nuca, sus brazos rodeando mi cintura con sus dedos entrelazados en los míos.
Sobre las seis de la mañana le sentí levantarse. Muy lejos en mi sueño el agua de la ducha… la puerta del armario… sus pasos…
Abrí los ojos y me senté en la cama.
-¿Ya te vas?
-Sí
-¿Cuanto has dormido?- pregunté mirando el reloj
-Cinco horas.- Se abrochaba el cinturón metiendo la camisa dentro de los pantalones.
-Ven…- Me arrodillé y tiré de la hebilla hasta que se acercase a mí. – Dame un beso.
-Solo uno, voy a llegar tarde.
-Solo uno…- prometí con una sonrisa pícara. Y mientras me besaba aproveché para meter la mano dentro de los pantalones.
Intentó apartarse, para protestar pero le ignoré y seguí acariciándole la entrepierna de forma obscena. Gruñó entre el beso.
Nunca separando mi boca de la suya, besándola, lamiéndola, mordiéndole los labios abrí la bragueta y expuse su pene que ya estaba duro. Yo le provocaba eso… yo le daba eso que Jo no le daba. Yo le daba placer. Sonreí interiormente.
Noté que sus piernas temblaron, sus manos acariciaban mis hombros y mi espalda. Abrí los ojos solo un momento para descubrir los suyos cerrados, disfrutando. Continué convirtiendo mis besos lentos en más agresivos.
Mi mano tanteaba toda la extensión de piel húmeda, deslicé la piel de su prepucio sobre su glande, creando una deliciosa fricción… lentamente, haciéndolo más y más rápido…
Hugh intentaba respirar, pero mi boca trabajaba en la suya, mi lengua exploraba los secretos de su boca recorría sus dientes y lamia su saliva.
-Mmm….- Los gemidos de Hugh contra mis labios me dijeron que estaba a punto, y de hecho no tardó en correrse en mi mano.
Cuando las últimas gotas de su placer estuvieron presas por un delicioso hilo de semen desde su uretra, pasé el dedo y las recogí.
Entonces quebré el beso y me lamí el dedo. Sus labios estaban rojos, hinchados, y muy seguramente los míos también.
-Un beso…- murmuré.
El me miró fijamente mientras su pecho subía y bajaba descompasado y se lamió los labios.
-…eres…- cerró la bragueta y pasó la mano por la frente.
-Hugh, se hace tarde…- lamí mis dedos de nuevo.- Te esperaré levantado…
Sonrió y recogiendo la llave de la moto me dejó solo.
El día se arrastró lento… vino la asistenta hacer la cama y mi comida, después fregó los platos y se marchó. Por la noche volvió a venir hacerme la cena…
Cuando Hugh volvió yo estaba echado en el sofá cubierto por una manta de piel blanca viendo la televisión.
-No sabes el placer que es volver a casa y saber que te tengo esperándome…- tiró las llaves sobre la mesita. Le hice un espacio y eché mi cabeza sobre su regazo cuando se sentó. – ¿Cómo has pasado el día?
-Aburrido.- murmuré antes de cambiar de canal.- Mira, ponen House, ¿quieres verlo?
-jajajaja… no creo, series medicas no me entusiasman, además creo que ese episodio ya lo he visto…- En la televisión House se peleaba con Cuddy en su despacho. Apagué la televisión y me acomodé más cubriendo a los dos con la manta.
-Le dije a Rebecca que iba a visitar a mis padres.
-¿Y se lo creyó?
-Espero que si.- Le miré a los ojos, estudié su rostro, sus pestañas casi rubias, la barba un poco blanca en el mentón, las rugas suaves de su frente… Creo que él estudiaba mi rostro también, también me miraba con atención y su pulgar acarició mis labios delineando su contorno. – Me gustaría que hubiese un lugar… en el que pudiésemos estar así, todos los días.
-Sí…- Se recostó y miró al techo.
-Ese sí, ¿significa que vas a dejar a Jo?- me volvió a mirar con una mueca socarrona.
-Tú sabes que eso no es posible… ¿qué pasaría con mi familia? Mis hijos quedarían devastados…
-Lo sé…
-Es una decisión que había sido tomada hace mucho, cuando me enamoré de ti fue consciente de que no podría construir una vida contigo.- Sus manos rozaron mi cuello acariciándome con las puntas.- ¿Estás dispuesto a esto?
-¿… hay otra opción?
-Uhmm… conseguirte otro novio, alguien disponible, joven…
-¡Decía otra opción de estar contigo! Duh- Le besé las manos que recorrían mi mentón con cariño.
-No… de estar conmigo no hay otra opción.
 -Yo también debería imponerte opciones para estar conmigo…- dije con una sonrisa pícara.
-¿Sí? ¿Y cuáles serian?- frunció el entrecejo.
-No lo sé… aun no las he pensado… jajajja- enredé mis dedos en los suyos.
-¿Y Boby?
-Lo dejé en tu casa… Rebecca dijo que tu empleada los pasearía a los tres y que no se importaba que se quedase.-De pronto se me ocurrió que el día siguiente sería el mejor, estaríamos juntos todo el día, haríamos cosas, como si no existiese el mundo.- Estoy tan feliz…- me levanté y me senté sobre sus piernas abrazándolo.- ¿No soy muy pesado?
-jajaja… no.- Sus labios besaron los míos.- ¿Por qué estas feliz?
-Porque te quiero, porque eres lindo, porque estamos juntos…- mordí el labio inferior.
-Soy muy guapo, calvo, con canas…- giró los ojos dramáticamente.
-…con arrugas, con…- metí la mano entre sus piernas- jajajaja… con todo.
-Mmm Dios…
-¿Como pasaste el día?- Le besé la mejilla- ¿Caliente?
-jajajaj… muy caliente, ¿Y tú?- Me pellizcó un pezón cogiéndome distraído.
-¡AU! ¡Duele!
-ajajaja pobre…- frotó mi pezón sobre la camiseta muy lentamente como si de verdad estuviese herido.- ¿sí le doy un beso?
-Podría funcionar…
El día siguiente amaneció y yo desperté temprano solo para verle dormir. Pensé que era la primera vez que amanecíamos juntos y eso me hizo sonreír como un estúpido.
Hugh dormía como un bebé, semi-cubierto por las sábanas, mostrando unos brazos y piernas lampiñas. Su cuerpo estaba exhausto… Pasé mi mano suavemente por la piel de su hombro descubierto y la  besé.
Escuché ruido fuera y me levanté cubierto con un albornoz que encontré en el armario. Me estaba demasiado grande.
-Buenos días señor…- dijo la mujer de mediana edad, recogiendo la manta y lo que dejamos en la sala la noche anterior.
-Buenos días…- me froté los ojos.
-¿Desea algo de desayunar?
-Ehmm
-Prepare café Soledad, por favor…- Hugh salía de la habitación abrochándose la camisa del pijama. – Buenos días… y esos biscochos que suele traer…-La mujer sonrió y él le guiñó el ojo.- Gracias.
Cuando ella salió le abracé.
-Venía a decirle que no hiciese ruido pero…
-Te sentí levantar.- Me besó el cuello y lo mordió en una actitud juguetona.
-Estás seguro que… ¿es seguro que ella me vea aquí? – Apoyó su mentón en mi cabeza mientras sus manos acariciaban mi espalda.
-Sí, es discreta…
-¿Lo es cuando traes putas?
-¡Dios! ¡Yo nunca traje putas! – Di una carcajada animada y me dirigí al baño. – Es cierto…
-No dije que no lo sea, solo lo dije para ver tu reacción. – Gruñó empezando a lavarse los dientes.- ¿Qué haremos hoy?
-¿Hue Hieres hacer?- dijo con la boca llena de espuma.
-No se… no conozco nada…
Durante la mañana dimos un paseo por el parque charlando de cosas que realmente no tenían sentido, después comimos en un restaurante discreto en Calabasas. 
Era un restaurante decorado de forma muy sencilla, mesas y sillas en madera. Pedimos pollo con queso parmesano y ensalada cesar. Yo, después de la escena con el fotógrafo, en esa iglesia en Chelsea estaba ahora algo paranoico, pero Hugh, detrás de sus gafas de sol y su gorra de baseball me aseguró que era un sitio seguro.
Me quité mi gorra.
-Sí, no seas paranoico…
-Quizás nos estemos exponiendo demasiado...- murmuré con la impresión de que la gente de una de las mesas nos miraban mucho.- Nos miran…
-Tú les miras… como un psicópata.- Señaló.
-Si te miro, ¿dejaran de mirar?
-No, pero no te darás cuenta.- Sonrió
-¡Dios!
-Relájate, disfruta y actúa con normalidad. Nadie puede saber lo que pasa bajo mis sabanas… puedes ser un amigo…- Añadió.
-Como que actuar no es lo mío…- El empleado trajo la comida y eso me distrajo un poco. 
-Come antes de que se enfríe…- Miró de soslayo hacía la ventana, no supe si vigilaba la moto o si también estaba incomodo por las personas que nos miraban.
Volvimos a casa después de comer.
Esa noche me pareció que hacía mucho, mucho frío. Me abracé a su espalda pero aun así no podía dejar de temblar.
Hugh se dio la vuelta, estaba despierto.
-¿Estás bien?
-No… tengo nausea.- Sus labios posaron sobre mi frente.
-Creo que tienes fiebre.- Su respiración sobre mi piel me hizo estremecer, y cuando levantó las sabanas para encender la luz creí que me congelaba.
-¡Baja las sabanas! Creo que solo es un resfriado…
-No lo creo, no tienes tos, ni la nariz obstruida…
-¿Voy a morir doctor?- sonreí ignorando mi terrible dolor de cabeza.
-Lo que voy es a buscar el termómetro.- Se levantó y salió de la habitación. Yo sabía que andaba buscando el termómetro en los cajones del baño, y al escucharle refunfuñar supe que muy seguramente no lo encontraba.
Al cabo de un rato volvió con el termómetro y un vaso de agua.
-Tomate el agua y déjame ponerte el termómetro.- Suspiré y dejé que me cuidase. Siempre pensé que estar enfermo lejos de casa y de mi madre era la peor cosa que podría pasarme, pero con Hugh allí acariciando mi cabello a mitad de la noche me dio deseos de estar enfermo para siempre. – Estás ardiendo… voy a llamar a Robert.
-¿Robert es medico?- Hugh me miró y frunció el ceño.
-No… pero me buscará un medico.- Cogió el teléfono sin decir nada más.
-Hola… soy yo… si, perdona… es un poco tarde pero ¿podrías conseguirme el numero de un medico?... No, no es para mí… vale, Gracias.- Colgó el teléfono.- Robert traerá a alguien…
El médico fue muy simpático, me diagnosticó una alergia y me recetó antihistamínico. Me aconsejó que no bebiese leche, ni comiese mariscos, ni chocolates…
Salió de la habitación y charló durante un rato en la sala con Hugh. Les escuchaba pero no entendí que decían. Me levanté pero cuando llegué a la sala ya se había marchado y solo estaba Robert y Hugh sentados en el sofá.
-Hola…- saludé intentando parecer lo más decente posible. – Perdone que…
-Vuelve a la cama Richard!- Frunció el ceño.
-Tampoco me estoy muriendo…
-Richard tiene razón, Hugh.- Me tendió la mano.- Es un placer conocerte… Hugh me ha hablado de ti.
-Cosas buenas espero…- sonreí y me senté al lado del británico.
-jajajaja… sí…- El hombre me pareció amable a simple vista, pero una vez más me volví a preguntar si seria seguro que Robert lo supiese… porque obviamente se le notaba en la mirada que se lo había contado… ¿quién más lo sabría?
Hugh pareció inconfortable e entonces le sonreí a Robert y le dije que volvería a la cama porque me dolía la cabeza.
No sé cuánto tiempo estuvieron charlando porque me dormí y cuando desperté él estaba acostado a mi lado con su brazo sobre mi cintura. Estaba despierto, parecía estudiar mi rostro con atención.
-¿Estás mejor? – murmuró con voz ronca.
-Sí… creo que se me ha bajado la fiebre.- Cerré los ojos un poquito y después dije:- no debiste llamar a Robert.
-Estaba preocupado contigo, además Robert es la única persona en quien confío aquí…
-¿Te acuestas con él?
-¿Qué?- Su rostro endureció pero yo necesitaba saberlo.
-Sí sois amantes…- coloqué mi mano sobre su rostro y le acaricié el lóbulo de la oreja.- necesito saberlo…
-No.
-¿Porque no querías que estuviese con vosotros?- pregunté. Mi lado desconfiado parecía apoderarse de todo mi ser y me enojé.- ¿Crees que no me di cuenta?
-No pudiste darte cuenta de algo que no existe.
-Me tienes a mí en Inglaterra y a él en L.A…- Hugh suspiró.- muy interesante que…
-¡Cállate Ric! ¿Crees que pasaría por todos los riesgos que estoy pasando para tenerte conmigo si fuese amante de Robert? ¿Si sintiese algo por él? – Su expresión era muy dura y en ese momento me sentí diminuto y asqueroso- Recuerda bien lo que te voy a decir porque no volveré a repetírtelo, si me llego a enamorar de Robert no habrá nada que puedas hacer!
Me di la vuelta en la cama con las lágrimas quemándome los ojos. Sin importarme que siguiese inclinado sobre mi… Su voz sonó ahora más suave:
-Al igual que él no puede hacer nada porque me he enamorado de ti…
-Te amo… y hay tanta gente que nos puede separar…- no le miré, tan solo abracé mi cuerpo y sentí como me besaba la mejilla y me susurraba al oído que nadie nos podría separar, que elegía estar conmigo aunque fuese de esta forma irracional y complicada…





7 comentários :

  1. Hola, muchas gracias por el capi, que tengas un lindo día :)

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  2. Buen capitulo, muchas emociones mezcladas pero de forma magistral. Muchas gracias.

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    1. Si es verdad, siempre me gusta escribir sobre las emociones de la gente *-*

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  3. Hola, Saito. Me ha gustado mucho, me encanta cómo describes las emociones contradictorias de Ric y también los dibujos que haces para ilustrar cada capítulo. Besitos.

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    1. Hola minu! Muchas gracias, aunque no me salgan tan bien como me gustaria. Besos!!

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  4. Hola Saito. Muchas gracias por el capitulo, me ha encantado, no puedo esperar a la continuación.... Miles de besoss

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