16 de fevereiro de 2014

Despues del fin- capitulo 5



Capitulo 5

Habla Benedict





Seguí en silencio hasta depararme con un hombre vestido con un traje blanco anti radiación. El hombre parecía buscar algo o a alguien, su linterna enfocaba las estanterías. Se detuvo y pude oír el transmisor de su traje pitar. Coloqué mi arma en medio de su espalda justo sobre su columna y murmuré:

-Sin hacer ruido, suelta lo que lleves.- El hombre se dio la vuelta lentamente y posó las cosas en el suelo. La luz interior de su casco iluminaba su rostro y pude distinguir a un hombre blanco de mediana edad. Escuché un grito retumbando por el edificio, reconocí la voz de Richard. No me moví, seguí apuntándole, sabiendo que lo último que debería hacer era dejarle libre.- Diles que le suelten o te mataré.

Él pulsó un botón al lado derecho del casco y en lugar de hacer lo que le mandé, dijo:

- Antoine iré a investigar, no me esperéis.

Del otro lado una voz contestó:

-Tenemos a uno... lo llevaremos...- Alcé mi mano y le golpeé con un fuerte puñetazo al lado izquierdo de su cabeza que le hizo caer como un muñeco de trapo hacia el suelo.

Sacudí la mano para aliviar el dolor que se esparcía por los huesos de mis dedos.

Golpeé su espalda con mi bota y le empujé. Aproveché que estaba caído en el suelo para quitarle el casco y golpearle la cara con el puño cerrado. Al segundo golpe supe que se había desmayado porque dejó de debatirse.

Todo el centro comercial volvía a estar silencioso. Regresé sobre mis pasos y tal como me lo temía, Richard no seguía en dónde le había dejado. Le habían llevado.

-¡Richard! ¡Joder!- Pasé las manos por el cabello justo antes de propinar un puntapié a la estantería. Me agaché y cubrí la cara con las manos. Me negué admitir que de nuevo lo había perdido todo.

No lo había perdido todo, todavía me quedaba algo… me levanté del suelo y limpié las lagrimas de mis ojos con la manga de la chaqueta.



Arrastré a mi enemigo como pude, hacia la calle en las traseras del centro comercial. Le quité el traje anti radiación, le até a un poste de la luz y esperé a que se despertase.

Cuando empezó a despabilarse gimió alto con el ceño fruncido, después me miró confundido y aterrado.

—¡Me has quitado el traje! Moriré de radiación...— lloriqueó su suerte.

—Morirás mucho antes si no contestas a lo que te voy a preguntar.— dije con dureza.— o por lo menos desearas estar muerto…—El hombre parecía en pánico mirando sus piernas desnudas.— ¿A dónde le han llevado?

No contestó tan solo parecía hiperventilar con la idea de estar expuesto a la radiación. Le empujé la cabeza contra el poste para que me mirase.

—¿A dónde le han llevado?— repetí.

—No lo sé.— contestó y yo suspiré. Volví a empujarle la cabeza contra el poste esta vez con más fuerza. Él gritó de dolor y yo le grité al oído:

—¡Contesta!

—No te lo diré.

—Mira, he vivido esta mierda durante años, he visto gente morir, gente que me importa, no mierda como tú, he presenciado cosas horribles así que créeme se me todo un manual para que hables.— Amenacé con mi mejor cara de lunático.

—Voy a morir de todos modos, así que me da igual lo que le pase a tu amante, ¡no te contaré nada!— Me escupió a la chaqueta.

Definitivamente yo perdía la paciencia, coloqué mi mano delante de su boca y apreté sus mejillas con fuerza hasta oírle gemir.

—Yo creo que la cuestión es, morir plácidamente o desear estar muerto.— Aunque mi experiencia con la radiación me decía que ninguna de las dos muertes seria placida. Saqué mi puñal del cinturón y lo acerqué a su ojo.— ¿ves de que va la cosa?

Trató de apartar la cabeza y volvió a llorar implorando mi perdón y que le dejara ir.

—Contesta a lo que te pregunto y te dejaré ir.— me senté, mi interior también ardía. Necesitaba esa información o perdería a Richard como había perdido a todo mi grupo.

—Yo no soy científico, no se… no sé a dónde le han llevado.— sorbió un poco el moco que le resbalaba por la mejilla.

—Claro que lo sabes, has vivido allí años, lo sabes todo.— Murmuré. Él negó con la cabeza. – Está bien.— Apoyé mi bota y todo el peso de mi cuerpo sobre su tobillo. El hombre aulló de dolor y cuando se dio cuenta de mis intenciones los gritos se volvieron mucho más histéricos. Acerqué mi puñal a su uña del halux y lo encajé por debajo.— Te arrancaré una uña por cada pregunta que no contestes.

—Solo sé que se lo llevan al bunker, hay que llevaros al bunker para hacer testes.

—¿Qué clase de experimentos?

—!No soy científico!— protestó.

-¿Quien es el jefe?

-¡No hay ningún jefe! -presioné el puñal sin piedad mientras este iba resbalando por la carne bajo la uña manchando la lamina de color carmín.- Somos una comunidad pacifica…

-Siempre hay un jefe, él que dicta las ordenes, él que os ha mandado llevarnos al bunker, ¿Quién es?

-No le conozco, no vive en nuestro bunker…- Contestó y entonces, rápido y sin pensármelo dos veces clavé el puñal bajo la uña y la arranqué de cuajo. Gritó y se balanceó lo que pudo intentando apaciguar el dolor.

—No me creo ni una palabra. ¿Dónde queda la entrada al bunker?

—No…no se explicártelo…—– Acerqué el puñal de nuevo al dedo- ¡Vale! ¡Espera! Es en el metro… ¡por el metro!

—Sigo escuchando.

—Al norte de la estación de Belleville hay un túnel abandonado…— Aparté el puñal para centrarme en su descripción.

—¿Cuántos sois?

—No lo sé.— Con un solo golpe clavé el puñal en su falange separándola del pié. La sangre manchó la tierra y salpicó mi mano.

—Decías que erais…- Tuve que esperar un buen rato mientras gritaba y se contorcía contra el poste.

—Casi cincuenta.— respiraba profundamente lloriqueando de dolor.

Cuando levanté el pié de encima de su tobillo. Me alejé y me senté en el suelo empezando a calzar las botas de su traje anti radiación.— ¿Crees que por llevar mi traje vas a poder entrar?

—Sí.— contesté.

—Nunca entrarás allí, tu novio esta tan condenado como lo estoy yo ahora. ¡Y me alegra!— su voz estaba cargada de veneno.

—Bueno, a mí me parece un buen plan.— él se rió con ironía.

—No creas, para entrar allí tienes que identificarte, y tú no estás registrado. – Me escupió.— No tienen tu reconocimiento óptico.

Me puse de pié y recogí la catana que había estado a mi lado desde el principio.

—Claro que no, pero tienen el tuyo.— Sujeté la catana con las dos manos y la hice volar hacia el cuello del hombre. Su grito solo duró un segundo, después la sangre salía a borbotones justo por debajo de la lámina clavada en el cemento. Sentí el líquido viscoso y caliente escurrir por mi camiseta manchada.

Cogí su cabeza enterrando mis uñas sucias entre los cabellos y la tiré en mi mochila.

Respiré de forma acelerada durante varios minutos y después no pude contener la nausea que me recorría las entrañas. Caí de rodillas y vomité lo poco que tenía en el estomago.

Me levanté al cabo de un rato cuando mi estomago pareció tranquilizarse, limpié la cara a la manga de la chaqueta. Estaba tan lleno de rabia que la sentía correr por mis venas como un veneno que me dejaba ciego de venganza.

Caminé a pasos largos hacia la estación que me había indicado, quería encontrar ese túnel abandonado.

Seguí la línea de tren vieja por la que me pareció que ya no pasaban trenes desde mucho antes del incidente. Las barras de hierro no estaban paralelas en muchos sitios y el oxido había corroído algunas zonas. Entré en el túnel desenfundando mi arma del cinturón de mis pantalones.

Tras recorrer algunos metros en la oscuridad me di cuenta que no tenia seguimiento, estaba cerrado con una pared, alguien lo había sellado con cemento.

Fruncí el ceño, era obvio que debería ser allí, y la verdadera entrada al abrigo subterráneo debería estar escondida, tenía que existir algún truco para entrar.

Encendí mi pequeña linterna buscando alguna pista, recorrí las paredes con las manos examinando cada ranura, cada piedra y tras mucho tiempo pensé que me había mentido.

Allí no había más que un montón de chatarra abandonada. Me senté en el suelo y suspiré. Tendría que buscar otra forma de entrar. Lancé la mochila sucia de sangre a un lado. Apoyé mi cabeza en mis rodillas. Aunque lograse descubrir la forma de entrar, ¿qué haría? ¿Entraría y lo buscaría? ¿Así sin más? Seguramente me cogerían y me matarían. Necesitaba pensar que hacer y cómo hacerlo. Cerré los ojos con fuerza.

Normalmente no me asaltaban tantos remordimientos y aunque me decía a mi mismo una y otra vez que se lo tenía merecido, el peso de la muerte de ese hombre estaba en mi consciencia, martillándome, por haber sido en vano. Me levanté del suelo y traté una vez más de encontrar la forma de entrar.

Tanteé las paredes de forma casi sistemática pero nada ocurrió, no había nada.

Quizás me hubiese equivocado de túnel, pensé con desesperación espetándole un puntapié a las cajas de madera podrida sin poder evitar llorar.

Lloré de rabia y de impotencia manteniendo mis dientes cerrados con fuerza.

Me sorprendió una niña que entró corriendo en el túnel, le apunté con mi arma en ese preciso instante. Venia respirando con dificultad, no pareció sorprendida al verme, por lo contrario, me hizo señal para que no hiciese ruido y se escondió detrás de la chatarra.

En ese instante escuché ruido, pasos en la tierra, acercándose. Apunté en dirección al ruido y caminé con lentitud hacia dónde estaba la niña. Me agaché a su lado. Era calva, a no ser por unos pocos cabellos que crecían a los lados de su cabeza como una peluca de payazo con muy mal gusto.

Dos hombres vistiendo trajes anti radiación entraron en el túnel, charlaban de forma amena y mantenían la guardia, aunque de una forma graciosa no parecían darse cuenta de nuestra presencia.

Les observé con atención, se detenían delante de la pared justo a la entrada y uno de ellos golpeó con la bota la parte más inferior de la pared. Esta se abrió unos centímetros dejándonos ver una suave luz azul que provenía del interior. Al entrar la puerta se cerró de nuevo y ellos desaparecieron.

—¿Qué haces aquí sola?— Murmuré.

—Quería saber que hacían.— Dijo tan tranquila.— ¿Y tú?

—Yo también.— contesté volviendo a fijarme en la pared.

—¡Moony!— Susurró una voz y la chica se levantó de su escondite.— ¡Moony!

—Me buscan, tengo que irme.— Corrió hacia la salida dónde una mujer con una arma se detenía. – Estoy aquí.

Alcancé a escucharlas pero no me acerqué, tan solo me mantuve en el túnel recogiendo mis cosas del suelo hasta que sus pasos se acercaron. Sus pasos y el seguro de su arma siendo suelto.

—¿Quién eres?— Pude verle la cara, debería tener unos veinte años, un ojo deformado y el lado derecho de la boca parecía estar cosido con una cuerda. Algo que no parecía hacer juego con su aspecto de criatura de la oscuridad era su precioso cabello rubio, que deduje ser una peluca encontrada en alguna parte.

—Solo estoy de paso.— Continué guardando mi linterna sin preocuparme que me apuntara.— Ella me encontró a mí. No deberías dejarla sola, casi la encuentran.

—Creo que casi te encuentran a ti, de no ser por ella…— Dijo de forma burlona.

—Bueno, digamos que ella me ha salvado.— Me levanté.— No busco nada, solo estaba investigando una cosa. Pero creo que ya me iré.

—¿Los estabas investigando?— Bajó su arma.

—Sí.

—¿Por qué?— su rostro pareció endurecer.

—Se han llevado a alguien muy importante para mí… ¿Y tú? ¿Qué hacen dos chicas solas aquí?

—No hablemos aquí, pueden salir en cualquier momento. Ven con nosotras, quizás quieras hablar con nuestro jefe, él también los está investigando.— Se dio media vuelta y se alejó un poco.

La seguí acompañado de la niña que se llamaba Moony. Al principio no sabía si ir con ellas era una buena idea, pero después me di cuenta que ya nada importaba gran cosa y que al fin y al cabo no había mucho más que pudiese hacer solo.

—¿Cómo te llamas?

—Benedict, ¿y tú?

—Sally Blacklock.— Contestó.

—¿Sabes que eres muy guapo?— Dijo con una risita.

—Gracias.— dije, por primera vez no supe si podría retribuirle el cumplido puesto que ella sabría exactamente el aspecto que tenía.

Antes del incidente nunca me había considerado un hombre guapo, tan solo consideraba la atracción de las mujeres hacia los personajes que yo encarnaba, ahora continuaba sin considerarme un hombre atractivo lo único que había que alabar era haber permanecido sano. Y me sentí culpable por haberlo hecho.

—La persona que se han llevado…— interrumpió mis pensamientos.

—Una persona muy importante para mí, me ha salvado la vida.— contesté. Ella no dijo nada, solo asintió y me condujo por las calles desiertas y vandalizadas hasta una entrada cubierta con placas de madera y metal.

Observé con atención y pude ver dos tiradores encubiertos y vigilando. Nos dejaron pasar sin hacer preguntas. Caminé detrás de ella durante varios metros por pasillos improvisados con madera, hierros y otros materiales hasta llegar al centro del aparcamiento. Lugar en el que los hombres parecían descansar, se sentaban en sillones y sillas, fumando o tan solo charlando distraídamente.

Cuando nos vieron llegar varios de ellos sacaron sus pistolas y nos apuntaron.

-¡Hey! Tranquilos, viene conmigo.- Con las palabras de Sally las armas fueron bajas al instante y un hombre se levantó de una mesa y se acercó a nosotros.

-¿Puedo saber porque has traído a este extraño?- Le miré con atención, era un hombre alto, mas alto que yo, de porte atlético que parecía haber sufrido poco con el hambre. Debería tener unos treinta años.

-Le encontramos, ha estado investigando a los Blancos…- Dijo la mujer ignorando mi presencia.

Los Blancos, medité sobre esta denominación y deduje que debería ser el nombre que habían utilizado para referirse a los que no eran inmunes a la radiación.

El hombre me miró con curiosidad antes de acercar su pecho amenazadoramente del mío.

-¿Qué quieres de nosotros?

-Ayuda.- confesé soltando la bolsa ensangrentada con la cabeza sobre la mesa delante de nosotros.- Han raptado a alguien que quiero recuperar.

La actitud de hombre cambió al instante. Su ceño y sus hombros se relajaron.

- Sally trae algo para tomar, estará seco.- dijo sin dejar de mirar mi ropa ensangrentada. Hizo señal para que nos sentásemos y yo acepté su oferta.- ¿Cómo sabemos si podemos confiar en ti?

-¿Cómo se si puedo confiar en vosotros?- me encogí de hombros. Aunque para mi, ya no importaba demasiado en quien confiar.- Solo quiero recuperar a mi compañero.

-¿Y este?- inspeccionó la bolsa que manchaba la mesa.

-La forma de entrar.- Tomé un trago del agua que la chica dejó delante de mi. Él hombre miró el rostro del hombre por unos instantes, como si estuviese reflexionando.

- ¿Cómo te llamas?

-Benedict.

-Mira, Benedict, este campamento lo ha hecho mi padre. Antes éramos muchos más pero esos hijos de puta también nos han atacado, nos raptan, nos matan… hemos tratado muchas veces de acabar con ellos, hemos destruido un bunker a la salida de la ciudad y de verdad te ayudaríamos pero no tenemos armas suficientes para enfrentarnos.- Sus palabras me parecieron sinceras, sinceras lo suficiente como para hacerme intentarlo de nuevo.

-¿Y si os doy armas?- su ceño se frunció con mis palabras.

-¿De dónde sacarías tu, armas?- dijo con suspicacia.

-Conozco un lugar.- Me recosté en la silla.- Conozco un lugar dónde hay armas. Pero yo solo soy uno, no me sirven de nada si nadie me ayuda. ¿Y bien?

El hombre cogió la bolsa ensangrentada y dijo en alto:

-Roso, conserva esto, lo necesitaremos.- Un amorfo se levantó de la mesa al lado y cogió la bolsa.- Me llamo Zachary Adams. Quédate y descansa.

-¿Descansar? Creo que no has entendido lo que he dicho, hay que darse prisa o quizás sea demasiado tarde cuando le encuentre.

-No puedo obligar a nadie a seguirte y luchar tu cruzaqda, ¿sabes lo que te digo?- me miró fijamente.- Pero se han llevado muchos de los nuestros así que hay que reunir lo que realmente quieren venir.- Suspiré y me pasé las manos por la cara. – Lo dicho, quédate y descansa. Mañana por la mañana trazaremos un plan. ¡Sally! Acompaña a nuestro invitado a algún sitio para que descanse.

Me pareció un hombre duro para su edad y me di cuenta de que no cedería hacer las cosas a mi modo así que no me quedó más que aceptar su propuesta. Sabia por experiencia propia que hay momentos en nuestra vida que hay que anteponer el razonamiento para impedirme de patalear una mesa hasta hacerla pedazos.

-Ven conmigo.- Sugirió la amorfa.- Tenemos mucho espacio libre, así que puedes quedarte una habitación.

Cuando dijo habitación lo que quería decir era un pequeño cubículo con grafitis dibujados en las pareces y un colchón viejo para dos personas en el medio.

-Por lo menos tendrás tu intimidad.- Comentó como si escuchase mis pensamientos.

-No esperaba otra cosa, es difícil encontrar un hotel de lujo hoy en dia.- Ella rió de mi broma como si no hubiese escuchado nada más divertido en años.

-¿no tienes pertenencias?- preguntó señalando mis manos sucias de sangre y la catana que todavía mantenía al hombro.

-Nada que valga la pena recuperar.- murmuré recordándome del refugio bajo el puente dónde había estado.

Ella sonrió de nuevo y se sentó en el colchón.

-Tenemos una clase de baño improvisado donde puedes lavarte si lo deseas.

-Sí, claro… eso estaría bien.- limpié las manos al culo de mis pantalones desgastados y malolientes.

Uno de los principales problemas del fin del mundo era desde luego el olor, porque el efecto visual de una persona sucia se puede incluso sobrellevar pero el olor…

-Está bien, miraré si el mercader tiene algo que me pueda dejar. Me debe un favor…- me guiñó el ojo y se marchó.

Habían creado allí una especie de mini ciudad y por lo que podía apreciar estaban distribuidos en sus quehaceres de modo a complementarse. Muy eficientes.

Descalcé las botas blancas del traje anti radiación que le había quitado a mi víctima. Eran confortables pero me quedaban demasiado pequeñas.

Después de lavarme con un cubo de agua y un trozo de jabón regresé a mi habitación. Sally me había dejado ropa limpia, unos pantalones grises reforzados en las rodillas y una camisa a cuadros que me hacía parecer un granjero.

Pese a toda mi lucha por mantenerme despierto y apresurar las cosas, en cuanto caí sobre el colchón me rendí a un sueño sin sueños.

Desperté con una mano acariciando mi cabello. Era Sally.

-Perdona… te he traído algo de comer.- Me fijé en un plato con lo que parecían ser judías.- Estoy segura de que estarás hambriento.

Me senté en la cama aturdido e indispuesto, con esa sensación terrible de confusión cuando nos despiertan antes de tiempo.

-No tengo mucho apetito..- Mi voz sonó mas ronca de lo normal. Ella se sentó a mi lado y volvió acariciar mi cabello, bajando la mano hasta la piel de mi cuello.

-Entonces ¿hay alguna otra cosa que pueda hacer para que te sientas mejor?- Su caricia bajó a mi pierna y se dirigía a mi bragueta.

-Sally.

-¿Sí?

-Perdona.- Sujeté su mano.- Lo siento pero…

-¿Es porque soy horrible verdad?- Se levantó de sopetón.- ¡Nadie volverá a quererme jamás!

-No es lo que piensas, no es eso. La persona que quiero rescatar…- dije- le quiero, es solo eso.

-¿Es tu novia?- frunció el ceño.

-Es mi novio.

-¡Además eres gay!- dijo incrédula.

-Sí, no tiene nada que ver con tu aspecto, es solo que no es mi forma de ser. ¿Entiendes que quiero decir?- Ella asintió y volvió a sentarse a mi lado.

-Me hubiese gustado que no estuvieses enamorado y que fueras hetero.- Se encogió de hombros.- Pareces buena gente, ya no hay muchos hombres así.

-Eres muy lista y valiente, no creo que debas seguir pensando que el aspecto lo es todo.- La miré sin pestañear.

-Es fácil para ti decirlo, a ti la radiación no te ha dejado deformado como una pasa uva.

-Un mutaperro me comerá igual, no creas que tendrá en cuenta mi aspecto.- Ella se arreglo la peluca y metió los dedos por los finos cabellos rubios.

-Mi cabello era así de rubio.- Su voz sonó decepcionada.

-A lo que a mí respecta eres rubia.- Me encogí de hombros también.

-Si no estuvieses enamorado y fueras hetero, ¿crees que…?

-Sin lugar a duda.- la corté y acaricié su mano cubierta de cicatrices.

Cuando se marchó, un poco mas sonriente sentí toda la hipocresía caer sobre mis hombros. Los amorfos eran realmente horribles. Nunca dude de la bondad de los corazones de algunos de ellos y eso podría hacerte enamorar… pero su aspecto echaría por tierra cualquier deseo erótico.

Sally era una buena chica, su sufrimiento era casi palpable. Había perdido mucho más que yo, había perdido también su identidad, su autoestima y muy pronto se uniría a tantos otros que también perdieron su cordura.











11 comentários :

  1. Saito, chico esta historia esta cada vez mejor, me encanta la historia y como te desenvuelves para que cada personaje que agregas te llegue al corazón o lo odies...me encantó Sally , creo que es valiente y hermosa....espero más de esta historia fabulosa....besote

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  2. DIOS! Por Quéeeeeeeeeee?!!
    ME Muerooooo! No soporto el no saber que le pasa a Richard!!
    y no puedo soportar quedarme con la duda O_Q
    Saito-sensei, gracias por su trabajo, pero por favor, me muero de la intriga, estaré esperando el siguiente capitulo desesperadamente
    Besos ♥

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  3. Fina. Feliz Semana, besos. Por Dios donde esta Richard y espero no le hicieran daño, en espera de mas capítulos, mil gracias por compartir, por su dedicación, besos

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  4. Hola!!!
    Gracias saito por este nuevo capitulo :) pero sin duda me dejaste con una duda enormeeeeeeeeee y ahora debo esperar hasta el proximo capitulo >///< ya quiero leerlo ♥

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  5. Gracias por el nuevo capitulo estoy deseando leer el siguiente

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  6. Me ha gustado mucho este capítulo narrado desde la perspectiva de Benedict. Ha sido denteroso lo de las uñas, pero me encanta que Benedict sea implacable con tal de salvar a Richard. Y el personaje de Sally es muy especial, llega al corazón con su peluca rubia igual que era antes su cabello, uf, qué pena. Estoy deseando leer la continuación. Besoss.

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  7. Hola Saito, ha estado súper emocionante, aunque con un poco de crueldad tanto física como emocional, pero claro cómo no en un mundo de apocalipsis, lo rara es que haya gente con sentimientos. Muy, muy emocionante de verdad ¿Qué le habrán hecho al pobre Richard? Estoy en vilo

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  8. Wow!!! Ha sido un capítulo impactante. Este Benedict duro y despiadado me ha conmocionado. Menos mal que la aparición de este nuevo grupo y sus fascinantes miembros da un poco de esperanza. Estoy impaciente por saber qué es de Richard.
    Me encantó la escena de Benny y Sally en el cuarto, me pareció cruda y conmovedora.
    Gracias por el capi.
    Besos

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  9. Estoy deseando que llegue el siguiente capítulo para saber qué le ha pasado a Richard. La escena de tortura ha sido un poco fuerte, pero claro, es tortura, haciéndole cosquillas no iba a hacerle hablar. En contraste a esa escena está la de Sally que es muy conmovedora, una de cal y otra de arena. Gracias y besos.

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  10. Hola, este capítulo estuvo impactante. La escena de tortura fue increíble, nos demuestra que cuando nos arrebatan un ser importante y querido nosotros estamos preparados para hacer lo que se tenga que hacer para encontrarlo. También me gustó mucho la escena de Ben y Sally. Esperare con muchas ansias el siguiente capítulo. Besos y gracias por siempre compartir tan magnificas historias, Saito.

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  11. Super Ben al rescate!!!! me encanta!!! pero pobres amorfos!!! me dieron pena, ellos tambièn merecen un poco de alegria, no? Espero con ansias la continuacion. Beosos

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