Las cosas como son
Como se
conocieron
El hotel era bueno, muy buen en realidad pero estaba
irritado por el viaje y eso le había provocado un terrible insomnio. Se puso
las gafas y cogió la chaqueta antes de salir a desayunar.
Bajó las escaleras y se dirigió a recepción.
-Buenos días Sr. Leonard, ¿Cómo ha pasado la noche?
-Bien, gracias. Solo una cosa, ¿podría mandar que quiten
las flores de mi habitación? Es que soy alérgico y antes de que se me hinchen
los ojos…
-Oh, claro. El hotel se ocupará enseguida de ello, no
tiene de que preocuparse. ¿Está todo lo demás de su agrado?
-Sí, si. Muchas gracias. Quería dejar un recado… ¿podría
darme un papel para anotarlo?- En ese momento la puerta del ascensor se abrió y
dos ancianas cargando sus perritos con pelitos blancos recién cortados,
salieron charlando animadas. Detrás de
ellas salió un hombre alto y bien vestido. La primera cosa en la que se fijó
fue en sus enormes ojos azules.
El hombre suspiraba con impaciencia hasta que se alejó de
las ancianas y se acercó a recepción.
Robert estremeció cuando la manga de su chaqueta le rozó
en el brazo.
El hombre le echó un vistazo y Robert le se dio cuenta
retribuyendo la mirada. Sus ojos se cruzaron en un mixto de curiosidad y
sentimiento de invasión de terreno.
-Tu debes de ser Robert Sean Leonard…- parecía evaluarlo
de pies a cabeza.- Yo soy Hugh Laurie.- dijo en su inglés Británico.
-Oh.- Tendió la mano y recibió un saludo formal.
Hugh volvió a mirar a las ancianas con sus perros que
prácticamente acababan con la paciencia del personal de recepción.
-Uf acabo de llegar y ya estoy harto…- murmuró Robert
esperando a que viniesen a terminar de atenderle.
-No lo creas, yo estoy mucho más arto que tu. Me han dado
una habitación simple, mis pies se salen de la cama, el cambio de horario me ha
trastornado el sueño, me dejé la bolsa de mis cosas necesarias en Londres y
esas viejas no paraban de meterme los perros encima… podría tomármelo con
diplomacia pero mi pesimismo me dice que todo va a seguir siendo así…
Robert sintió ganas de soltar una carcajada pero lo único
que hizo fue levantar la ceja. Dios ese hombre tenía una expresión facial
increíble. Por momentos un súbito ataque de celos casi le cortó la respiración.
-No voy a quedarme aquí esperando para siempre… HE!-
llamó.- Es un poco falta de respeto, ¿le importa recoger mi llave?
El chico vino enseguida sonrojado y pidiendo mil
perdones. Las señoras estaban un poco “alteradas”.
-Iba a ir a desayunar…- murmuró Robert un poco incomodo.-
Katy y David estarán aquí dentro de nada.
-Bueno entonces será mejor que desayunes rápido.- Se
sentó en uno de los cómodos sillones de la entrada.
-Lo que quería decir era si querías acompañarme. ¿No
podríamos ir conociéndonos un poco? Vamos a trabajar juntos…
-No quería ser intrometido, podrías estar con alguien… -
Hugh se levantó y le siguió hasta el restaurante del Hotel. – Sabes que creo
que esto no va a funcionar.
-¿El que?
-Todo, la serie, llevarnos bien…- Una camarera les sirvió
café y Robert ordenó tostadas y zumo.
-¿No eres un poco pesimista?
-No.- bebió un poco de café.- No me caíste bien. Yo no te
caí bien. Suelo ser muy frontal.
-Muy Británico quieres decir…- Hugh frunció el ceño. Poco
hipócrita quería decir… pero no lo dijo. El viaje y el cansancio estaban
realmente resaltando su mal humor.
¿No se suponía que James Wilson iba a ser un hombre
guapo? Por lo menos esperaba que más guapo que Robert. Había visto algunas fotos suyas de cuando era
más joven, desde luego la edad no le favorecía. Ni siquiera tenía los ojos
alineados… ¿Cómo podrían elegirle para ser una especie de sex simbol para la
serie? El no se consideraba guapo y Robert… Definitivamente no ganarían mucha
audiencia…
Era buen actor, muy bueno según había leído en más de una
crítica, pero también sabía cual era la diferencia entre una buena serie y una
serie de suceso. Baywatch no se había echo famosa por sus argumentos… de no ser
por la chicas corriendo en biquini no hubiese pasado de la segunda temporada.
Los misterios médicos de House era buenos pero eso no
implicaba que le gustase a la gente. A menudo lo que llamaba la atención del
público era una cara bonita.
-Tengo mucho orgullo en ser británico.
-Se te nota a kilómetros… Está bien, tú tampoco me caíste
muy bien. Pero somos adultos y tenemos un objetivo común, deberíamos centrarnos
en el.
-Solo estoy aquí por eso. Bueno, como no quiero que
pienses que soy mala persona, si alguna vez necesitas revisar algún dialogo o
practicar algo solo dímelo, estaré siempre disponible.
-¿Lo dices solo porque no quieres que piense que eres
mala persona?? ¿Por qué pensaría eso?
-Por lo que dije.
Robert cerró los ojos un momento.
-Creo que ambos estamos cansados, deberían habernos dado
algún tiempo para recuperarnos…
-Y comprar dentífrico…- Robert sonrió.
-Puedes pedir que te compren lo que necesitas en
recepción…
-Lo sé, pero esas mujeres me hicieron olvidar lo que iba
a pedir.
Robert terminó su desayuno y Hugh terminó su café
mientras la conversación siguió el rumo de las escenas que iban a grabar
durante el día.
-¿Sabes?, creo que deberíamos probar mañana…- propuso
Robert.
-¿Probar qué?
-A presentarnos de nuevo… creo que mañana ya me caerás
bien.- Dio una risita.
-Mmm si me dan la habitación doble, me compran el
dentífrico y exterminan a esas ancianas tú también me caerás bien.
Esa noche cuando llegó a su nueva habitación Hugh sonrió
satisfecho. Una cama king size donde podría dormir con los pies dentro, echa
con sabanas blancas y un edredón que le haría sentirse en las nubes. En el baño estaba todo lo que había pedido…
Suspiró y se echó sobre la cama. Cómo echaba de menos su
casa, su habitación, el olor familiar de su esposa a su lado. Cerró los ojos y
lo que vio le sorprendió: la sonrisa blanca pero desigual de Robert.
Sonrió, bueno al final iba a tener que caerle bien… a lo
lejos escuchó un perro latir con frenesí… a lo mejor no.
Como se
enamoraron
Esos ojos desiguales y castaños le sonreían detrás de las
gafas cada vez que le veían. Como la perfección puede ser tan subjetiva e
ambigua. Ahora era perfecto. Con el tiempo se habían echo perfectos, la sonrisa
se hizo perfecta… él se hizo perfecto.
-Por Dios, Hugh! Haces que a veces te odie, se me olvida
que solo es un personaje ficticio. Te transformas cuando interpretas.
-¿Cómo quieres que lo diga? Tiene que ser así, tú tienes
que repensar la actitud de Wilson frente a los ataques de House.
-En realidad creo que lloraría.- Hugh soltó una carcajada
y dijo:
-Qué va! Es un cabrón casi tanto cuanto House.
-Sí, pero quiere a House, se preocupa por él y su
bienestar.
-¿Y tú?
-¿Yo?- levantó la mirada algo confuso.
-Sí, ¿Tú quieres a House?
-Mmm, teniendo en cuenta la forma como trata a mi
personaje creo que a veces lo apuñalaría con un bisturí o le apalearía con su
bastón.
Hugh soltó los papeles del guión y se pasó la mano por el
rostro sin afeitar. Ahí estaban los dos, solos, ensayando como de costumbre en
una de las salas de rodaje vacía.
-House te quiere…- murmuró.
-¿Qué?- Las manos de Robert temblaron y él decidió soltar
los papeles sobre la mesa.
-Me he dado cuenta hace tiempo. Y creo que lo que siento
es mutuo. No vale la pena que me lo niegues Robert, he visto como me miras,
como insistes en que ensayemos cada día cuando en realidad te sabes los
diálogos de memoria. Actúas como una colegial que busca clases particulares de
un chico tercero para pasar más tiempo con el fruto de su deseo, no que
necesite de verdad las clases. Solo quiero que sepas que estoy casado.- Terminó
Robert abrió la boca para decir algo pero su garganta se
negó a formar palabras y solo soltó un pequeño gemido de frustración.
-No pienso hacer nada en respecto a esto. Si quieres
tendrás que dar tú el primer paso.
Cogió los papeles y le miró unos minutos más. Ambos
vestían aun la ropa del rodaje y Robert sintió como si estuviese en una escena
en la que House le atacaba con alguna humillación.
Vio a Hugh salir y se quedó en silencio.
“House te quiere” una buena metáfora para “te quiero”. Su
cuerpo tembló de emoción. No había esperado que dijese así de golpe… y si,
¿solo deseaba pasar más tiempo con él?
Su piel se erizaba cada vez que escuchaba ese acento
británico en su voz tan profunda, casi se derretía… Le imaginaba… Dios hasta le
imaginaba cuando estaba con su novia.
Estaba mal, todo eso era un error. No podía ser tan
cínico… pero lo era. Sonrió al sobreponer la voz de Hugh diciendo “Lo que
siento es mutuo” al pensamiento de su novia.
Su corazón dio un bote en el pecho y empezó a latir con
más fuerza y más rápido. Si no respirase hondo le daría un infarto muy pronto.
Hugh tenía razón, se sentía una colegial a la que le
acaba de pasar el primer amor. Se sonrojó, nunca había sentido esto, esta
ansiedad, este deseo de estar con alguien y de ser correspondido, y lo era…
Durante algunos días Robert estuvo pensando, planeando
que hacer, como, cuando… Parecía que nunca llegaba el momento oportuno y tenía
miedo de dejar pasar la oportunidad porque Hugh nunca más le habló del tema y
se negaba a volver a ensayar.
El hombre se concentraba en el trabajo. Trabajaba 16 horas diarias de tirón y después se iba a
casa. Su vida se limitaba al rodaje y a echar unas cabezaditas de vez en
cuando.
En una de esas pausas Robert le vio entrar en una sala
vacía con una almohada. Entró detrás de él.
-No enciendas la luz, me duele muchísimo la cabeza. Voy a
dormir a ver si se me pasa o no podré concentrarme.- murmuró.
-Hugh...- Robert podía verle en la penumbra de la
habitación sentado en el sofá. Se acercó y se sentó a su lado, invadiendo
deliberadamente el espacio personal del otro hombre.- Quiero besarte, ¿Puedo?
-No haré nada por impedirlo…- Dijo en un susurro que hizo
temblar al joven.
-Te quiero…- Alcanzó a oír cuando los labios de Robert
rozaron los suyos con mucha suavidad. Después de unos castos besos sobre sus
labios notó como el beso se profundaba y Robert reclamaba toda su boca para él.
El hombre no hizo nada, separó los labios y le facilitó
el camino. Se dejó besar y probar por el otro.
Robert no era un maestro pero parecía cada vez mas
hambriento y agresivo, quizás frustrado por su pasividad. No duró mucho,
decidió complacerle y le empujó en el sofá empezando su juego de dominancia.
Metió las manos por debajo de la camisa de Robert, explorando su piel suave.
Era muy bueno el contacto físico y ya hacía mucho que no lo tenía. Empujó su
cuerpo con fuerza contra el suyo en ávido deseo hasta que sintió la erección de
Robert rozarle la cadera.
Detuvo todas las caricias y dijo con la respiración
agitada:
-Aquí no Bobie… Te lo he dicho, soy un hombre casado…-
suspiró- No quiero escándalos. Ve a mi casa después de los rodajes.
Robert se sintió como si hubiese sido victima de una
bofetada.
-¿Qué sientes por mi? ¿Sólo va a ser un polvo?
-No soy hombre de un polvo… lo que siento por ti… siento
lo suficiente como para decirte que ahora no me volvería a casar.- Las palabras
de Hugh habían no parecían haber sido premeditadas, parecía que estaba diciendo
la verdad. La piel se le erizó y la irritación desapareció por completo.
Sonrió.
Hugh vivía en un barrio muy normal, lo que no era muy
normal… es decir, casi todo el mundo cuando se convierte en una estrella
reconocida mundialmente se compra una casa bien localizada cerca de más
estrellas reconocidas mundialmente. Hugh, no. Se alquiló un piso y lo único de
más valor que tenia era una moto y un piano.
Era un hombre bastante enigmático, con carisma y muy
inteligente… por no añadir elegante, simpático y muy divertido. Quizás hubiesen
sido esas cualidades las que le habían echo enamorarse, quería pensar que no
estaba loco solo por esos ojos azules que le desnudaban con un abrir y cerrar
de ojos o por esas caderas bien puestas o esos bíceps fuertes…
Detuvo el coche y le vio en la barandilla con unos
calzones de andar por casa y una camiseta vieja.
-¿Me abres la puerta?- Preguntó cerrando el coche. Hugh
no contestó, solo se metió para dentro. Al cabo de un minuto la puerta del
edificio se abrió.
-Creía que no ibas a venir. – Dijo posando el vaso de
zumo que tenía en la mano. Hacía calor y estaba descalzo.
-¿Por qué, no?
-No lo sé…- Robert se acercó a él, pero Hugh se apartó.-
¿Sabes? La gente es muy curiosa sobre la vida de los demás, y sobretodo si uno
vende su cuerpo a la televisión…- Cerró la cortinas del ventanal que daba
acceso a la barandilla. Robert comprendió y sonrió. Los vecinos de enfrente
estaban acechándolo.- de echo se pasan ahí la vida… estoy seguro de que tienen
mas fotos mías que la Fox.
Esta vez fue él quien se acercó a Robert y lo besó. Lo
besó con una pasión indescriptible.
-Bobie, te deseo…
Ambos se besaron, se abrazaron uno contra otro en una
lucha que no habría un ganador. Los labios de Robert recorrían la línea del
maxilar de Hugh hasta llegar a su oreja, mientras sentía sus manos explorar su
espalda por debajo de la camisa. Las manos lo arañaban con suavidad y eso le
producía un delicioso placer. El más viejo tomaba el control de nuevo, volviendo
a besar metiendo sus largos dedos entre su pelo castaño oscuro.
-Es… espera!- Gruño Robert- No es la primera vez que
haces esto con un hombre… ¿verdad?
Hugh sonrió con mirada pícara y le tocó la entre pierna.
-¿Y tu Bobie? ¿No quieres saber que se siente al ser
poseído por otro hombre?
-Sí…- Hugh volvió a sonreír ante su sinceridad y le
arrastró hasta la habitación.
-Tendrás que esperar… te necesito…- Su boca buscó la de
Robert y sin nunca apartarse más que lo necesario se tumbaron en la cama.
Hugh tenía el cuerpo fibroso para un hombre de su edad,
podía sentir a la perfección los músculos de sus piernas y brazos bajo la fina
camada de ropa. Pasó la mano por todo el cuerpo bajo el suyo, desde el pecho de
remero pasando por esas caderas que le volvían loco hasta la pierna. Enredó su
brazo en ella y la levantó para que le rodease la cintura y tuviese acceso a
esa nalga medio expuesta.
-Oh!- Robert sintió un escalofrío recorrerle la espina al
contacto de sus cinturas.
-Desnúdate!
El más joven actuó como si estuviese bajo un hechizo,
irguió el torso y empezó a quitarse la camisa. Su pecho era impecable,
masculino, con algunos pelos negros que le rodeaban los pezones rozados. Hugh
se lamió los labios ante la visión y eso no era todo, Robert se desabrochó los
pantalones con una mano y dejó que se deslizasen por sus caderas junto con los
bóxeres. Su pene estaba erecto y el capullo rosado expuesto. Robert era
circuncidado. Hugh no había estado con muchos hombres antes de Robert, en
realidad solo con uno y aunque los había visto así en Internet y en películas
tuvo curiosidad de tocarlo y acariciar el objeto de su deseo.
-Oh… mmm Dios, no sigas haciendo eso…
Robert sintió la necesidad de él se quitarse la ropa
también, quería sentir su piel contra la suya. Le levantó la camiseta y se la
arrancó. Le gustó bastante lo que vio porque entre los besos que depositaba en
el medio de su pecho soltó un gemido.
-Me gusta como hueles.- Inspiró el aroma de su amor que
había enredado los dedos en sus cabellos. Durante unos instantes Hugh cerró sus
enormes ojos saboreando el inigualable placer de ser amado por Robert. Cuando
volvió abrirlos este le miraba y él forcejeó contra el elástico de los calzones
que ya le apretaban demasiado.
-Bobie, coge los condones… están en la mesita… - Sus
palabras sonaron entrecortadas por él deseo. La mano de Robert le acariciaba y
él no podía dejar de acompañar el compás con sus caderas. Tanto tiempo… habían
pasado años desde que había estado con un hombre y lo deseaba, necesitaba
tenerle entre sus piernas.
-¿Estas seguro de esto?
-Cállate…- luego sus labios dijeron en silencio: Follame.
Robert lo entendió y se ruborizó. Hugh era delicioso, así, allí a merced de sus
caprichos, esperando ser suyo…
Abrió el condón sujetando la bolsita con los dientes y lo
colocó sobre su pene. Después esparció bastante lubricante en los dedos, sin
economizar, no quería dañarlo. Solo quería que sintiese placer. Y lo hizo, Hugh
gimió al compás de las embestidas hasta que ambos terminaron relajados y
abrazados en un lío de brazos y piernas.
Hugh se dejó debajo del cuerpo de Robert mientras
recuperaba el aliento.
-Eres pesado…- murmuró.
-Perdona.- le besó antes de echarse a un lado. Sus manos
siguieron acariciando el pecho del otro hombre.- ¿Crees que…- Sonrió abobado por
la expresión gris de los ojos de Hugh, aún tenía las pupilas dilatadas por la
excitación, eso era casi la confirmación de que le había gustado- ¿Crees que
podríamos hacer esto más a menudo?
-Creo que tenemos que buscar dónde hacerlo… No puedes
venir aquí todos los días, se haría demasiado sospechoso.
-¿Todos los días?- Hugh sonrió y dijo.
-Bueno no… un día sí y el otro no…
Como se
hirieron
Esa tarde como tantas otras en las que había pasado en la
casa de Hugh, Robert se sentó en la silla que él solía dejar en la barandilla.
Siempre tomaba el café de la mañana allí y aprovechaba para coger un poco de
sol.
Estaba calor y la noche empezaba a cubrir todo el cielo.
Se respiraba una extraña calma como si la ciudad se preparase para el descanso.
Durante algunos días Hugh había estado muy callado, solo
se ponía así cuando se acercaban las vacaciones y se tenia que ir a Londres por
mucho tiempo. Ahora no se daba el caso y eso le preocupó.
Alguna cosa rondaba su cabeza y aunque ya había intentado
hacer que se lo contase Hugh evitaba siempre el tema o le inventaba alguna
excusa.
Tenía que ser algo, pensó. Esos silencios y la tristeza
que veía en sus ojos no podía ser solo por la ausencia de sus hijos.
El hombre salió y se sentó en el suelo terminándose un
cigarrillo.
-Cuando miro el cielo así, me acuerdo que hace tiempo que
no salto de paracaídas.
-Yo no saltaría.- Murmuró Robert.- Me gusta demasiado
estar vivo.
-Ya, pero es una sensación indescriptible…- El mas joven
le sonrió.
-Ya siento eso cuando hacemos el amor…
Hugh le miró fijamente y su mirada endureció tras un
suspiro.
-De eso tenemos que hablar ahora. Lo he estado pensando y
esto se tiene que acabar.
Las palabras fueron dichas muy despacio, quería
asegurarse de que Robert comprendía la magnitud de lo que significaban.
-Qué… ¿Por qué?
Hugh miró al suelo y no dijo nada. Le daría unos minutos
para que hablase, gritase o le tirase algo. Nada de eso pasó, Robert tan solo
le miraba confuso y con alguna esperanza de que solo fuese una broma.
Le dolió mucho porque la verdad era que le amaba. Le
quería y quería que darse con Robert para siempre pero la vida nunca era como
la planeaba. Robert le había hablado de esa chica que quería cazarse con él
desde hacía años y él estaba a punto de romper con ella, apegado al sueño de
que se quedarían juntos. No podía ser. Ambos en el fondo sabían que no podía
ser.
No era justo privarle de eso, mantenerle atado a su lado
mientras durase la serie, y después…? Sabían muy bien que el romance solo era
temporal. ¿Qué pasaría cuando acabase House y Hugh tuviese que volver
definitivamente a Londres? Robert se quedaría solo… No podría vivir con eso…
sabiendo que no seria feliz por su culpa.
-Porque no quiero seguir con esto.- Dijo.
-No te entiendo.
-No quiero que lo hagas, solo que ya no vamos a vernos
más en estas condiciones… no vamos a seguir siendo amantes.
Robert frunció el ceño.
-Eres un cínico! Hace dos noches me dijiste que me
amabas!- dijo en un susurro.
-Solo un estúpido cree en promesas de amor cuando están
en medio de un orgasmo!- Hugh se levantó del suelo y apagó el cigarrillo.- Será
mejor que sigamos discutiendo dentro. Mi vida privada no es una serie!
Robert le siguió indignado.
-¿Alguna vez has pensado en lo que yo podría sentir?- “Siempre… por eso me cuesta tanto… no lo
hagas mas difícil”
-No. No es relevante.- Cerró los dientes y le miró con
frialdad, solo quería que Robert le odiase, así podrían los dos seguir sus
caminos. Nunca debió embarcarse en esta aventura de amor, ahora ambos saldrían
heridos… pero si le odiase, le olvidaría antes.
-¿Estas insinuándome que solo he sido una puta para ti?
-Una distracción. No te subestimes…- casi le faltó el
aire pero aguantó firme. Podría protagonizar un poco más esa tarde, llevaba el
día entero haciendo de House, unos minutos más y todo acabaría.
Los ojos de Robert empezaron a llenarse de lágrimas
detrás de las gafas.
Dios, esperaba que le gritase, que le pegase un puñetazo
de que no tenía pensado defenderse pero esto… verle llorar era como si su
corazón sangrase.
-¿Por qué me lo dices ahora? ¿Por qué me has hecho creer
que teníamos algo bonito?
“Porque lo
teníamos Bobie, porque no quiero alejarme de ti… porque te amo….” Solo dijo:
-Yo no te hice creer nada, te lo creíste tu solo.
Robert no hizo nada por esconder sus lágrimas y su dolor.
Le miró a los ojos y se mordió el labio.
-Espero que sepas lo que estas haciendo porque las cosas
que me dices no se si te las podré perdonar.
-No hace falta que me perdones nada. Vete. – El rostro de
Hugh seguía tal cual una estatua. Su semblante frío no se alteró.
Robert asintió por fin convencido de que había llegado el
fin. Dijo antes de irse:
-Solo me queda pensar que eres realmente un buen actor y
que esto te esta afectando pero no quieres demostrármelo sino pensaré que eres
un hijo de puta.
Cuando escuchó la puerta cerrarse su estomago se
convulsionó. Se había preparado durante semanas para esto y aun así no se hacía
más fácil.
Estaba nauseado, asqueado consigo mismo, las lágrimas le
escurrieron por el rostro antes de que se diese cuenta de que estaba llorando.
El dolor que sentía traspasándole el pecho era tanto pero
seguramente no se asemejaba para nada al dolor que sentía Robert en aquel
instante. Robert… Su Bobie… ya no. Nunca más.
FIN
Ay qué triste saíto, pero me ha gustado mucho. Me has mantenido en vilo durante toda la narración y muy original la perspectiva de ver los personajes como actores que interpretan a otros personajes y se entremezclan sus sentimientos. Ay ¿No le vas a dar continuidad para una reconciliación?
ResponderEliminarQue triste! me ha parecido tan real que me da muchisima pena que termine asi. Pobrecito Robert-Wilson, no tiene un momento de paz.
ResponderEliminarFantastica historia, muchas gracias Saito.
Besoss
Este comentário foi removido pelo autor.
ResponderEliminarEste comentário foi removido pelo autor.
ResponderEliminarHola, Saito. A pesar de la advertencia, me ha podido la curiosidad. Y bueno, como siempre, está muy bien escrito y también describes a la perfección las complejidades de las relaciones humanas. Pero no entiendo por qué tiene que ser tan cruel al final, ¿no es más lógico hablar sinceramente, y dejar la relación de común acuerdo, ya que ninguno de los dos le ve una salida viable?
ResponderEliminarHola, Saito. Me ha gustado el realismo de la historia. A veces la vida es así de complicada, hay cosas que simplemente no pueden ser, y que por mucho que nos empeñemos en lo contrario no van a salir bien. En este caso, esta relación estaba condenada al fracaso desde el principio, era imposible imaginar que Hugh iba a cambiar su vida por Robert.
ResponderEliminarLo que sí creo es que no hacía falta ser tan cruel al final, pero a veces la gente hace cosas como esa pensando en un bien a largo plazo...
Gracias por compartir tu historia.
Besos