Sentimientos que matan

Y un día me desperté y ya nada era lo mismo.

EL dolor en el pecho era como una herida abierta en la que habían clavado los dedos. Era el mismo dolor que sentí cuando La traicioné por primera vez. Culpa, vergüenza.

A mi lado en la cama duerme silencioso el hombre por el que lo daría todo. Todo lo que tengo y todo lo que soy.

Estoy dividido entre el amor y la responsabilidad.

Robert se mueve un poco y murmura  algo en sueños, no puedo dejar de sonreír y notar como el sentimiento de culpa se hace más fuerte.  ¿Cuántas personas puedo dañar al mismo tiempo? Me pregunto mirando ahora al teléfono que de una rara manera se ha convertido en la imagen de mi familia…

Mis hijos, nunca haría nada que pudiese avergonzarlos o exponerlos y sin embargo mi lado egoísta habla mas alto, cruzo la raya y vivo en el limite que podría destruir el mundo rosa que intento construir para ellos, cada día.

Soy humano, soy un hombre y aunque eso no justifica lo que hago, me refugio en ello y me agarro a la idea de que necesito el apoyo de Robert para vivir y soportar la lejanía de aquellos a los que quiero.  Me miento a mi mismo y le hago daño, nos hago daño…

Le amo, de eso no tengo ni sombra de duda. Cada vez que nos besamos en algún rincón oscuro, escondidos de las miradas curiosas que hurgan en nuestras vidas, escucho la voz decepcionada de Ella en mis oídos.

Nunca me perdonaran si algún día llegan a saberlo y como eso siempre pasa, viviré hasta entonces con este sentimiento que me irá matando sin piedad.

Abre sus ojos y me sonríe con dulzura, acaricia mi pecho desnudo y me pide un beso que no puedo negarle. Nunca he podido negarle nada desde que nos conocimos. Desde entonces que sé que estoy condenado a sucumbir ante sus deseos y sus caprichos, su insaciable hambre de amor y cariño. Yo me dejo amar, dejo que arrime su cabeza a mi hombro y me bese el cuello con agrado. Le abrazo y le beso los cabellos cuyo olor reconozco hasta en mis sueños. Cuando estoy así cerquita de él y siento su piel suave resbalar sobre la mía intento apartar todo el dolor a un lugar muy profundo de mi corazón y hacer que la culpa se vuelva mas leve porque sé que él es feliz.

Con él mis sentimientos son sinceros, nunca le mentiría.

-Dios, te amo...- él me abraza mas fuerte y suspira.

No sé como he podido vivir sin él hasta ahora. Era como si mi vida hubiese estado vacía y sin una verdadera importancia… y ahora que le tengo es un error… un terrible error…

Sin darme cuenta Robert se ha convertido en una droga para mí, cuanto mas le tengo, más le deseo. Por él corro el riesgo de dañar a todos los que me quieren… esa es la definición de adicto, ¿no?

Quizás al fin y al cabo yo merezca morir lentamente consumido por estos sentimientos que no se como manosear.