26 de fevereiro de 2013

El millonario y el esclavo- Capitulo 1

Se recostó sobre el montón de almohadas de su cama.
Más de una vez Chou había mirado aquella cama con lujuria y pensado que Saito era la clase de hombre hecho para vivir en la antigua Grecia, en una vida llena de voluptuosidad.
Se sentaba completamente desnudo con las piernas algo abiertas, enseñando entre ellas, su sexo bien erguido adornado por las venas gruesas y palpitantes.

Chou apartó la mirada, intentando concentrarse en recoger la ropa sucia por el suelo.

- ¿Señor piensa usted asistir a la cena de beneficencia mañana por la noche??

- Mmm... No sé Chou…- cerró un poco los ojos y echó el humo de su cigarrillo antes de tirarlo al cenicero de cristal que tenia sobre la mesita de noche.

- Yo creo que debería asistir... Después de todo seria bueno para su imagen.

Se movió un poco, acariciando su entrepierna, cerrando bien los labios para reprimir un sospechoso gemido.

- Me resbala lo que digan de mí esas revistas del corazón…. Esta noche llevaré mi traje negro de Hugo Boss.

- Si señor.- Dejó la ropa en el armario.- ¿Algo más señor?
- Si, acércate y arrodíllate. Quiero correrme en tu boca...

El rubio se arrodilló delante de su amo y se dispuso a mamarle la gruesa polla.
Se lamió los labios con suavidad antes de besarle el capullo y metérselo en la boca.
- mmmm me encanta ver como mi polla entra y sale de tu deliciosa boca…

Chou se acariciaba sobre los pantalones, disfrutando del aroma de la masculinidad, chupando una polla caliente.

Sintió la mano del hombre cerrarse en sus cabellos, ya faltaba poco, empezaba a notar los temblores de su cuerpo, el sudor resbalando por sus abdominales firmes, su respiración cada vez mas acelerada…

Lamió con más ahínco, desde la punta hasta la base, jugueteando con sus testículos, metiéndoselos en la boca, simulando morderlos, arañando con suavidad la piel de sus muslos.

Dejó que su lengua juguetona bajase aun más, probándolo todo, dentro y fuera de el. Le metió un dedo, uno solo para acariciarle esa zona tan sensible.
Notando como apretaba el anillo de músculo en su dedo siguió lamiendo y mordisqueando la carne dura de sus muslos, dejándole cada vez con menos control. Volvió a meter el enorme mástil en su boca al mismo tiempo que Saito se corría y dejaba escapar un sonoro gemido.

Pudo ver como Chou se tragaba toda su corrida sin rechistar.

- mmm... Buen chico. Qué sensuales quedan tus labios con mi jugo sobre ellos…

Chou escondió un poco la cara, roja de vergüenza y excitación tras la pierna desnuda de Hajime.

- Veo que también te has divertido… -El Joven se puso de pié con un gemido, no intentando ni siquiera esconder su adornada cintura.- En fin... ¿Prepárame un baño si? Tengo que salir.

- Si señor- dijo con el corazón lleno de frustración. Saito le trataba como un animal asexuado, como un objeto que utilizaba a su antojo. Pero, quizás era eso lo que le hacia desearlo, desear sentir aquel cuerpo fuerte poseerlo, arrancar de el gemidos, gritos de placer… Su más intimo sabia que eso nunca pasaría pero siempre conservaría una esperanza.

Tras el baño le ayudó a vestir su traje negro, a juego con una corbata carmín.

- Llama al chofer, dile que bajaré en cinco minutos.

- Ahora mismo.- se retiró. Saito se marcharía al club privado que frecuentaba y el podría quedarse allí disfrutando del placer que le fuera negado, oliendo la toalla húmeda del baño de su amo.


*


Aquel era un club privado como tantos otros frecuentados por gente de la alta sociedad, empresarios, gobernadores, y algunos nuevos ricos. Se situaba en una de las calles principales de Tokio, y era dirigido desde hacia tiempo por un tipo llamado Ander son.

Pronto harían dos meses que no iba, muchas otras cosas requerían su atención. Pero por lo que veía su ausencia se había echo notar.

- Un martíni Saito?- le preguntó uno de sus acompañantes.

- No, antes un whiskey. – Se sentaron en unos de los asientos dispuestos por el salón poco iluminado.

- Sabes, ahora solemos subastar todos los jueves.

- Ah si? Que clase de cosas subastáis?- Preguntó estrechando su mirada dorada.

- Cachorros…- comentó otro de los hombres sentado entre ellos.

- … hn. Ahora hacéis apuestas también con perros de lucha?

- Que desactualizado estás Saito… ajajaja – dijo con cara picara. Saito solo levantó una ceja ignorando el comentario y se tomó un trago más de su bebida.

La música era calma y relajante, le pareció que los minutos volaban y el salón se llenó de miembros del club. Intuyó que todos estaban interesados en la subasta por las voces que se elevaban mas que las otras durante las charlas.

Los hombres con los que estaba también charlaban pero el no solía participar en las conversaciones, a menos que le preguntasen algo directamente, así podía enterarse de todo sin gastar su latín.

Al fin de un rato el señor Anderson apareció sobre el pequeño plató que había al fondo del salón, donde a menudo bailaban algunas mujeres, para dar inicio a la subasta. El dueño era un hombre bajito, asquerosamente flácido, que exhibía siempre sus manos llenas de anillos de oro, su pelo y bigote gris bien aparado.

- Buenas noches caballeros, me temo que aun falta gente, pero vamos de todas maneras iniciar la subasta de hoy, porque seguramente los compradores querrán disfrutar de sus adquisiciones aun esta noche… - hizo una pequeña pausa esperando que el publico calmase las carcajadas y silbidos.-… espero que los cachorros sean de su agrado, porque no fue fácil atraparlos.

Se hizo a un lado antes de presentar al primer ejemplar.
Dos hombres entraron en el salón, llevando a un chico de una correa. Iba completamente desnudo salvo por unas correas que también adornaban sus muslos y brazos. Exhibía su pecho liso y moreno. Los hombres de pusieron de frente para el publico de rodillas y con un golpe le obligaron a abrir las piernas.

El muchacho cerró los ojos y volvió el rostro amordazado. Llevaba sus manos igualmente atadas tras su espalda, estaba completamente expuesto al público.

- Caballeros, este magnifico cachorro de pelo castaño tiene una voz melodiosa… seguro que no habrá ninguno de vosotros que no esté tentado en escuchar como gime… está valorado en un modesta cuantía de 10 millones de dólares.

El rostro duro e impasible de Saito cambió por primera vez desde que entrara en aquel club aquella noche. Aquel chico… le sonaba su cara…

- Señores fíjense en esta piel… suave como la seda… en estos atributos… y además os aseguro de que su culo sigue tan virgen como en el día que nació…

- 15 millones!!!- pujó un joven rubio en el otro extremo de la sala.

- 15 millones… ¿alguien da más de 15 millones? Venga, miren esta calidad… usted…


Si, de hecho conocía al muchacho, recordó, era el mismo chico que había ayudado hacia uno meses. Un día que saliera de aquel mismo club y pusiera a buscar al chofer en la calle paralela. Aquel chico se había desmayado en sus brazos a la lluvia. Le había llevado al hospital, pero después de eso, no volviera a saber nada de el. Sus pensamientos se vieron interrumpidos por la vos del señor Anderson.

- La puja va por 35 millones... vamos a terminar… ¿alguien puja más? 35 millones a la una… - Saito levantó el brazo y dijo en tono calmo:

- 150 millones.- La reacción de los miembros del club fue unánime.

- ¿Tu estás loco?? ¿Como vas a dar 150 millones por ese chuchoo?

- Cierra el pico.

- El señor Hajime puja 150 millones... 150 a la una… ¿alguien desea superar esta cuantía? 150 millones a las dos… ¿nadie? Adjudicado! El primer objeto de subasta pertenece ahora a la propiedad de Saito Hajime. Pase adentro para recoger su compra. En unos momentos seguiremos la subasta, gracias.

Se recostó en el asiento y terminó su whiskey.

- No te comprendo Hajime, ¿porque lo has hecho?- Un chiquillo con poco más que veinticinco años se le acercó.

- Me apeteció.- Sacó el ultimo cigarrillo del paquete.

- ¿Te apeteció?? Yo iba a comprarlo! Era mío!- gritó como un niño mal criado.

- Pues ahora es mío, y por una suma de dinero que tú no podrías permitirte…

- ¿Qué intentas decir?- El otro hombre relajadamente cómodo en el sillón de terciopelo negro, encendió su cigarrillo y dejó que el humo se escapase de forma lenta de sus labios antes de contestarle:

- Bueno, tú estás en la ruina… Lo único que conservarás es un apellido que seguramente te abrirá algunas puertas que te deán de comer. De verdad, no sé como aun te aceptan aquí…

- Eres despreciable! Pero me niego a perderlo, te lo compro!

- Mmm... ¿y con que piensas pagarme?

- Yo… te doy mis acciones, todas!

- ¿Me das 2 % de acciones de esa empresa de muertos de hambre para la que trabajas?.. Porque tengo entendido que hace mucho, que ya no eres accionista mayoritario.

- Bueno, no importa, de todas maneras saldrías ganando.

- Jaja. Cierto. ¿Pero contéstame a dos preguntas, ¿porque quieres ese crío?- el joven rubio seguía delante de Saito, con las manos metidas en los bolsillos.
 Los de más hombres que los rodeaban asistían en silencio a la charla.

- Er… esto… - Se sonrojó.- Me calienta.

- Jajaja.- Se rió una vez más. Realmente, ese rubio tenia sentido de humor, con seguridad que no esperaba que cambiase una compra de 150 millones de dólares por 2% de acciones.

- ¿Y que te hace pensar que te lo voy a vender? Mi respuesta es y ha sido siempre no. Olvídalo, ese delicioso crío es mío y como le toques un solo pelo, lo pagarás con algo más que con ese ridículo 2% de acciones. Buenas noches caballeros.

Salió sin esperar a escuchar una contestación. Era un hombre que no solía perder el tiempo con cosas sin importancia. Se alejó por un pasillo de madera que le conducía a la sala donde recogería su “compra”. Allí aun podía escuchar las risas y conversaciones apagadas del local.

- Buena compra señor Hajime, ¿desea pagarlo ahora?

- Claro, el único sitio donde como sin pagar antes es en los restaurantes…

- JAJA. Vale, vale, pasé para que le muestre mas de cerca su compra.- pasó más adentro donde pudo ver al chico. Estaba echado sobre una enorme almohada de terciopelo rojo, seguía desnudo y atado, aunque se había acurrucado de forma a esconder su intimidad. Sacó la cartera del bolsillo de su abrigo y firmó un talón que le entregó al dueño. Se marchó al instante disculpándose de que tenia que terminar la subasta.

Cuando quedaron a solas, se acercó al chico y se agachó para que pudiesen verse mutuamente. Notó que sus mejillas estaban mojadas por las lágrimas, los labios hinchados por la mordaza de cuero, y un que otro moratón en la espalda. Concluyó que pegarle había sido la única forma de hacerle ceder.
- Bueno muchacho, si prometes no morderme te sacaré la mordaza.- lo hizo al mismo tiempo que se lo decía

- … ¿Qué quiere de mi? Aléjese!

- Me temo que eso no va a pasar…

- Aléjese u si no..

- Jajaja ¿O si no qué? ¿Vas a clavarme los dientes, ahou?- Desvistió la gabardina y le cubrió con ella y sin darle tiempo a protestar le cogió en brazos.

- ¿No piensa desatarme??     
                       
- Mmm… si en el coche cuando no puedas salir corriendo.

- Claro y ¿que le hace pensar que no saltaré en marcha?- su mirada dorada se clavó en sus ojos castaños. El muchacho estremeció, nunca había sentido vacío en el estomago por algo tan normal como una mirada.- ¿U quizás tan solo no podría alcanzarme si saliese corriendo? Abuelo.

- ¿Quieres que vuelva amordazarte?- le llevaba hacia la calle saliendo por las traseras del club. El chofer le esperaba en el coche.

- Fred, a casa.- cerró la puerta. - Bien, enséñame las manos. ¿Como te llamas?

- Eso no le importa!

- ¿Me lo vas a decir o te invento un nombre?- el joven se acarició las manos desatadas y contestó:

- Sanozuke.

- Sanozuke, ¿que?

- No se lo demás.- gruñó.

- Vale, fingiré que te he creído. ¿Que edad tienes?- Sanozuke se ocupaba de desatarse los pies y cubrirse con el abrigo.

- ¿19 y usted?

- ¿Para que quieres saberlo?

- ¿Y usted?

- A mi me gusta conocer bien las cosas de mi propiedad.

- Yo no soy de su propiedad… Hala, tiene cristales polarizados... que chulo.- Saito escondió una sonrisa. Realmente era un crío, nadie se fijaría en una cosa tan banal como esa… ¿o seria tan solo que el hecho de poseer todo lo que quería, le hacia olvidar disfrutar las cosas, que ahora le parecían banales?

- Te he comprado…

- Las personas no se compran!- se volvió a olvidar del cristal y se concentró en su cólera.- ¿Cree que podrá disponer de mi libertad? ¿Que podrá llevarme a donde se le antoje? Se equivoca, ningún dinero del mundo puede pagar el valor que tiene una persona! Le odio!

- Bueno, tampoco pido que me quieras. Y dime, ¿sabes escribir?

- Talvez.

- Que más sabes hacer, ¿estás vacunado?

- No soy un animal de circo.

- Las personas también se vacunan ahou! – El chico se acurrucó después de la subida de tono de Saito.- ¿Tienes hambre?- no contestó. Ante esta reacción Saito frunció el ceño.- ¿es que no te han dado de comida en el club??

- ¿Y a usted que le importa?

- Escucha mocoso,- su mano enguantada se le clavo en el cuello – a mi no me hablas en ese tono, mi nombre es Saito, y de ahora en adelante vas a respetarme y a contestarme cuando te pregunte algo, ¿entendiste?

- Perfectamente…- murmuró libertándose de la mano.

- Fred…

- ¿Si señor?- contestó el chofer mirando por el cristal.

- Para en algún sitio y compra algo de comer, el perro tiene hambre.

*

Sanozuke se terminó el bocadillo bajando del elegante coche negro que acabará de parar delante de a las escaleras de la entrada. Un Hombre que parecía un empleado abrió la puerta y recogió el abrigo y los gantes de el.

- Dile a Chou que vaya a mi escritorio ahora.- el hombre se retiró en silencio.

- Sanozuke, acompáñame!

- Oye, no puedes tratar así a la gente!

- Sígueme.

Sano no puedo dejar de contener la respiración, no solo por el tono frío con el que le hablara, también porque se daba cuenta de que estaba en una de las mansiones más ricas de la ciudad, sino la más rica. De hecho tenia que ser un tío con mucha pasta… por lo que había pagado por el…

El salón en el que había sido recibido era enorme como una larga galería adornada por estatuas griegas, romanas y sumerias que le miraron con sus impávidos rostros de piedra.

El pasillo de suelo blanco que se siguió hasta el escritorio era tan brillante que podía reflejarse en el los colores vivos de los jarrones. Parecían jarrones chinos.

La puerta se abrió a un amplio escritorio. ¿Había dicho escritorio no? Bueno, le pareció más un museo de historia natural…

Un acuario ocupaba toda la pared del lado derecho. Los pececillos multicolores nadaban agitados por la presencia de un tiburón y dos mantas rayas enanos. Cerró la boca, para su espanto y no parecer bobo.

- Siéntate ahí. Ahora te presentaré a mi mayordomo, el te va a instruir y quiero que le obedezcas, quiero que aprendas, luego ya hablaremos tu y yo. ¿Comprendes?

- ¿Y porque debería hacer eso?

- Porque te lo digo yo, y lo que yo digo es la ley en esta casa.

- Eso no te lo crees ni tu!

- Oye mocoso, ya te he avisado! No hagas que me enfade, además no te he dado confianzas para que me hables de esa forma. Mas te vale que vigiles tus modos, ha quedado claro, ¿no?

- OH si… pero no esperes que vaya por ahí recogiendo tus cosas, ni haciéndote la colada, porque no soy tu esclavo!

Saito estrechó los ojos y dio una risita. En ese momento llamaron a la puerta.

- Señor, ¿me había llamado?

- Si Chou, pasa.- el rubio pasó a dentro hizo una pequeña reverencia y se quedó mirando confuso al joven medio desnudo sentado en el sillón.

- Sanosuke es mi nueva mascota, la compré esta noche en una subasta…


- ¿Que quiere decir señor?

- Pues que tú le vas a enseñar etiqueta, le vas a mostrar sus aposentos, ahm… y báñalo… Después puedes acostarte.

- Como deseé.- le hizo otra reverencia.- Acompáñame.


*


En la cabeza del joven hervían muchas ideas y pensamientos. Se preparó a despejar todas sus dudas en cuanto llegó a la habitación. Había contemplado de forma incrédula el respeto y la sumisión que le dirigían a aquel hombre. Y no dejaba de preguntarse el porqué.

- ¿Tu eres el empleado del que hablaba Saito?

- Soy el Mayordomo, criajo. Y el no es Saito, es él señor Saito, desde ahora te dirigirás de esta forma a su señoría. Esta es tu habitación, y ahí es el baño.

- Qué lujazo! Baño privado que apenas usaré una vez…- se sentó sobre la cama de dosel repleta de almohadas. Era una habitación amplia, con grandes ventanas, decorada a tonos de pastel. Desde el interior reconoció el jardín con bancos de mármol y la fuente que había visto cuando llegara.

- ¿Te piensas escapar he?- preguntó el rubio buscando una toalla.- pues deberías hacerlo.

- Pues si, en cuanto me dejes a solas…

- Seré franco contigo, no me gustas!- dijo Chou.

- Tu tampoco me caes bien… además dudo si habrá alguien en esta casa que me caiga bien.

- Hay guardias afuera Sanosuke… ojala te maten cuando escapes.

- No harían eso…

- ¿Como sabes que no?

- Ajajaja Imbecil, tu AMO pagó 150 millones de dólares por mi.

- ¿QUEEE? ¿Tanto dinero por… por por por ti??

- Sep… aunque no se para qué…

- Ven al baño!- abrió la puerta sin ceremonias.- Y más te vale que le respetes!

- Bah... solo es un hombre.- pasó al baño y una vez más quedó deslumbrado por lo enorme y elegante que era con jacuzzi – halaaa…

- Deja de abrir la boca como un paleto. ¿Que pasa?

- Que casaaa!- Chou le empujó a la bañera sin contestarle.- ¿Pero quién demonios es ese tío?

- No es un tío! Qué burdo eres! El Señor Saito es un Conde.

- Ah si, ahora que lo comentas se parece bastante al conde drácula.

- No seas estúpido!- empezó a frotarle la espalda.- La línea de su familia, remonta a varios siglos, Eras. La Familia Saito contribuyó a la unificación de Japón, pelearon en el Bakufu y otros hechos como ese… aparte de la Familia es dueña de medio mundo. Son esos de los cuadros que mirabas en la escalera.

- Ah si? Mmm… deberán tener mucho dinero…

- Pues si, y muchos contactos y una buena posición en la casa real inglesa, empresas, y afines… así que me temo que no hará falta entrenarte, muy pronto el se dará cuenta de que no eres más que un pobre diablo y te mandará a sus establos a cuidar de los caballos.

- ¿Entrenarme? ¿Entrenarme para que?- se puso shampoo en el pelo.

- ¿Aun dudas del motivo de tu compra?

- ¿Para arrastrarme por el suelo como tu y preguntarle que va a querer cenar?- Chou le pasó agua por el pelo y tiró una toalla a la cara.

- Yo no me arrastro.

- Vale, no te arrastras…- salió de la bañera.- entonces o eres tonto, o estás enamorado del Conde drácula…

- Pues por lo que he entendido… el te ha comprado en un antro cualquiera… para que seas su mascota… sexual

- ¿Quéee?

- Siéntate ahí…- apuntó hacia un banco blanco a juego con los demás muebles del cuarto de baño. Y empezó a peinarle.- placer estúpido... pretende usarte como esclavo sexual.

- Auu.. bestia! – se quejó del tirón.
- Marica… sobre la cama te dejo el pijama… mañana estaré aquí temprano. – le dio la espalda y volvió a la habitación a por el pijama. Sanosuke fue tras el.

- Yo no te creo, eso no es cierto!

- Ajajaja… oye, las verdades y mentiras ya las descubrirás tu solo. – se fue.
Se dejó caer al suelo, estaba destrozado. Las lágrimas de dolor se volvieron asomar a sus ojos. No podía dejar de preguntarse porque le habían hecho esto, porque le habían raptado y vendido como un objeto. Esa noche se durmió tarde, exhausto de llorar de rabia.



Despertó cuando la clara luz del día le rozó el rostro pálido y helado.
- Intentas coger una neumonía? Será mejor que te levantes del suelo.- el chico gruñó, había dormido desnudo en el suelo.- Levanta y ponte esto!- le tiró algo a la cabeza. Siguió arreglando la habitación y encendiendo la chimenea.

Sano miró la ropa con desconfianza.

- ¿Y lo demás?

- Demás. ¿Qué?

- Los pantalones!

- No hay pantalones, ahora ponte eso de una vez!- Suspiró resignado y se puso las medias de lycra asta los muslos, un tanga negra de lycra y unas correas para cada brazo y cuello.

- Parezco una puta…

- Ya… eso es lo que eres ¿no? No esperes que el señor se fije en ti, o te tenga en más consideración o que piense en ti como más que eso.

- Tampoco quiero que me mire… tu lo que tienes son celos.

- ¿Yo? ¿Celos? ¿De ti? Jajajaja… No eres más que una puta.

- No sé, ya lo descubriré.

- Cállate!!! Ven conmigo a la cocina para que te den de comer. Luego empezaré a enseñarte etiqueta.

- Ya, seguro que tienes mucho que enseñarme… pero oye, si voy a ser la puta del señor, ¿para que quiero saber etiqueta? ¿Es que también hay que saber etiqueta para follar al señor?

- No seas rudo! Dudo que lleguéis a tanto…

- Porque, ¿no lo llegó contigo?

- ¿Qué insinúas??

- Bah... Nada... Que a lo mejor se aburrió de su antigua puta y por eso se compró otra.

- De hecho hablas como una…- Le había tocado la fibra sensible. No era una puta, nunca lo había sido, tan solo era servicial. Se sonrojo, si ellos nunca se habían acostado juntos, claro que tampoco lo haría con ese mocoso!! No le dijo nada más hasta llegar a la cocina.- lo primero que has de aprender es a comer... seguro que lo haces como un cerdo!


Sano estrechó la mirada.

- ¿Y donde está el conde drácula?

- El señor esta en la piscina. En unos momentos vendrá a desayunar.

- Que bien, hace deporte ¿he?- Chou le sirvió leche y tostadas.
- Come despacio, sin enseñar lo que tengas en la boca, no eructes. Luego te enseñaré lo demás, porque seguro que tu cerebro no asimila muchos conocimientos a la vez! Después vete a tu cuarto y me esperas allí.- sano se lamía la mantequilla de los dedos.- tampoco puedes hacer eso, le pegó una palmada en los dedos, usa la servilleta.

- Sisisi…

- Más te vale.- salió dando un empujón a una señora de uniforme azul oscuro y delantal blanco.

- Así que tu eres el chico nuevo del que he oído hablar!

- ¿Y usted? ¿Quien es?

- Soy la cocinera, ajajaj- llevaba el pelo gris recogido.
- Ah es un placer señora Cocinera.

- Mi nombre es Tae, ¿y tu como te llamas? - sano se terminaba la leche.

- Sanosuke.

- Sabes, me gusta tu uniforme Sanosuke!- Soltó una carcajada burlona.- ¿Quieres un trozo de pastel?

- Muy amable, pero no. Guárdelo para el vampiro.
- ¿Vampiro?- de la nevera sacó fruta y empezó a cortarlas y a colocarlas en un plato.- ¿Te refieres al señor Saito? AjAJAJ muchacho, su Señoría no es un vampiro.

- ¿Porque trabajas para él?

- ¿Porque lo haces tu?- le contestó con otra pregunta.

- Supongo que no tengo opción…

- Oye, el hombre no es malo, tiene sus vicios, defectos y virtudes como cualquiera, pero nos paga, y la mayoría de los que trabajamos para el somos hijos de antiguos empleados de la familia. Yo he visto crecer al Señor Saito. Por lo general no critica nuestro trabajo y se queda satisfecho con que no nos metamos en su vida y no cuestionemos sus órdenes.

- Ya veo… a mi me parece un prepotente.

- Mmm… Bueno es mejor que vayas hacer lo que te dijo Chou, no se vaya a enfadar, es muy susceptible.

- Vaaale… guárdame un trozo de esa papaya para cuando pueda volver.

- Jajaja, vale hijo.



La piscina era cubierta, como un baño romano, con estatuillas de piedra, columnas y ventanas de cristales relucientes, el suelo matizado de azul y verde lo confundían con el agua haciendo con que todo pareciese un enorme lago. Plantas que subían por las columnas.

Saito salió del agua y allí estaba Chou esperándole con una toalla seca.

- Todo a su gusto señor? No está muy fría el agua?- Dijo fijándose en sus pezones erizados.

- Mmm… pues no, está mas frío afuera. ¿Trajiste mi albornoz?

- Si señor, está aquí. También le traje el móvil, le llamó el señor Yoshi.

- ¿Mi Abogado? ¿Que quiere?...- se limpió el pelo negro.

- Creo que hay alguien quiere discutir porcentajes de acciones con usted…

- ¿Qué??

- Eso dijo.

- Bien, hablaré con Yoshi. Si aquel cretino cree que se va a salir con la suya…

- ¿A quien se refiere señor?

- A nadie. Voy a vestirme, tengo que salir. Desayunaré fuera, dile al chofer que saque la Harley Davidson del garaje.

- Como deseé.- hizo una reverencia viéndole alejarse llamando por teléfono móvil.


Subió la escalera hacia el primer piso. ¿Porque estaba enfadado? ¿Porque aun no le había visto? ¿Y que más le importaba eso? El había sido muy bueno con el llevándole al hospital aquella noche. Se acordaba de sus ojos amarillos, sus brazos fuertes rodeando su cuerpo, protegiéndole contra su pecho, el aroma que desprendía su cuello cuando le llevaba era inolvidable.
Suspiró logrando recordar donde demonios era su habitación. Todas las puertas eran iguales, macizas y con finas cerraduras de bronce.
Por fin decidió por una. Entró golpeándose contra algo y cayendo contra la puerta.

- ¿Estás bien? - escuchó una voz.

- Huh! Si.- Se frotó la cabeza.

- Venga, levántate, déjame ver si te has hecho algo.- Abrió los ojos recuperándose del golpe. Estaba en la habitación de Saito. “Con tantas puertas tenia que venir a parar aquí…”

- No... no es nada. Estoy bien, lo siento, me perdí…


Se levantó con la ayuda de una mano caliente en la que apoyarse.

- Estás muy…

- ¿Muy qué? Ridículo es como me siento con esto.

- Mmm... ¿Has dormido bien?

- No veas...

- ¿Algo no estaba a tu gusto? Bueno, esta noche dormirás mejor.

- Claro, me tomaré un sedante!

- Me ocuparé de ser yo mismo quien te lo administre… ¿Lo quieres por vía oral o supositorio? – El chico fue empujado hacía la puerta por unos brazos duros como el hierro. Cerró un poco los ojos cuando su cuerpo cedió contra la madera. El otro cuerpo se pegó al suyo. Con la sensación de incomodidad, llegaron también muchas otras, como la deliciosa lengua que subía por su cuello hasta apoderarse de su boca.

Las manos de el eran rápidas y certeras a los lugares que buscaba, estremeció ante el pensamiento de que Hajime parecía muy experimente en el asunto…

La sangre de Saito corrió demasiado rápido en sus venas. La temperatura de la habitación subió varios grados. Se sintió feroz y violentamente vivo. El deseo sexual que le atravesaba era tan intenso que llegaba a rozar el dolor.
Casi cumplía los cuarenta. Hacía mucho que pasara la fase de la incontrolable sensualidad de la juventud.

Se desahogaba con Chou, pero hacía tiempo que controlaba sus emociones con riendas cortas.

No tenía intenciones de besar a sano. No, mentira. Si que tenia intenciones de besarlo. De hecho ahora se daba cuenta de sus pocas alternativas. El se había apoderado de su salud mental y despertara en el apetito de más…

Pensó que tarde o temprano, le hubiese besado, pero no tenía planeado rendirse inmediatamente a esa necesidad.

Había visto la expresión espanto en sus ojos antes de bajar la boca sobre la suya. Aun así, había respondido tímidamente al beso y este hecho le dejara estupefacto.

Lo apretó con suavidad, poniéndole con mayor firmeza junto a su cuerpo deseoso y sintió un escalofrío que le recorrió la parte más profunda de su cuerpo. Su cama… estaba a tan solo unos metros de distancia, con sabanas de satén. Atrajo su cintura estrecha de su pesada erección. ¿Como seria amar aquel cuerpo? Torturarlo hasta suplicar placer…

Le levantó la pierna izquierda sosteniéndola con su brazo que aprovechaba y le exploraba la parte más intima. Un gemido fue el inicio de la resistencia, los labios intentaban escaparse de los suyos, los músculos de abajo terriblemente tensos.

- No…- dijo cuando su boca logró un poco de aire. – Suélteme! ¿Que crees que estás haciendo??

- No deberías usar eso.

- Fue el idiota ese de tu criado quien me dijo que tenia que ponerme esto!

- Yo diría que Chou tiene buen gusto… ¿aunque te está un poco apretado no?

- ¿Apretado?- Notó que dos llamas flameantes se encendían en sus ojos.

- Si… ahí delante.- El chico se fijó en su propia erección y se levantó del suelo al instante.

- UH… tengo q..que irme.


Se metió en otra habitación que tampoco era la suya. Pudo sentarse un rato en el suelo para calmar los nervios. Pensó en la maravillosa excitación que había sentido en los brazos de Saito. Su deseo violento y arrebatador. Le había dejado perturbadoramente consciente de su capacidad de pasión. Saito era un hombre en su apogeo, fuerte, de músculos lisos, hombros sólidos y pecho firme. Agitó la cabeza, tenia que callar su mente.
?Porque de pronto se dejó llevar? ¿Por un hombre? No, lo único que pasaba era que estaba confuso, confuso y trastornado por la belleza, de toda aquella mansión.
Se dejaba arrastrar por la lujuria de las alfombras persas y cuadros de Renoir.
Se puso en pié y se dio cuenta de que aquella no era una habitación común… Era un salón. El suelo parecía un espejo de aguas profundas, negras y tranquilas. Allí había armarios, llenos de fragmentos de cerámica y cristales antiguos que ocupaban las extrañas esquinas del salón. Meditó, Hajime era también un coleccionista de antigüedades. Sintió que había melancolía, pero también había una sensación de Futuro. Aquella casa había conocido tiempos felices y volvería a conocerlos.

Se detuvo el cuarto de vestir tocando sus labios calientes. Aun guardaba el sabor de Sanosuke en su boca. Nunca hasta entonces había probado semejante dulzura, ahora, hasta la boca de Chou le parecía algo banal. Vistió unos vaqueros con chaqueta a juego sobre una camiseta negra. El look informal era lo más adecuado para lo que iba hacer hoy: Hundir al cerdo que le estaba desafiando!

Cogió las gafas de sol y se marchó en la moto con un único pensamiento, que aquel chico era suyo, y nadie se lo quitaría.



Dos días después.

- Muy bien muchacho, repasémoslo.

- No me da la gana.- Contestó Sano recostado sobre un montón de almohadas. Hacía días que Chou le daba la lata con etiqueta, corrigiéndole los modales.

- Uf, si no te apetece hacer algo, te lo guardas para ti solo! No hace falta que nadie más se entere!

- Pero yo quería que tu te enterases!!

- Eres un ingrato!- le gritó Chou casi tirándose de los pelos. Ya empezaban a pelearse, y no hacían ni cinco minutos que habían vuelto a la clase.- Teniendo en cuenta el dinero que pagó por ti, querrá que por lo menos sepas saludar a la gente importante como se lo merece.

- Ya se yo saludar como se lo merecen esos peces gordos!- contestó mordiéndose una uña.

- Ojala te venda! Estoy pidiéndole a los Dioses qué lo haga! Eres una plaga!

- Alimaña… - Sano le quitó importancia a los gruñidos de irritación de Chou.

En su opinión el rubio tenía demasiada ansia de protagonismo, aunque combinaba con su apariencia cuidada.

- Pues entérate, que si no lo complaces te venderá en un abrir y cerrar de ojos! Tendré todo el placer en llevarte a tu nuevo amo por la correa. Créeme después que le cuente lo mal educado que eres, ese día estará más cerca!- Dio una carcajada perversa. Por fin una idea brillante le había iluminado el cerebro.

- Hazlo, no se para que te complicas la vida!

- De verdad no sé que habrá visto en ti…

- Algo que no tendrás tú…- Rascó la tripa, acomodándose sobre las almohadas como si fuese un gato de ojos vivos.

- Estoy arto de ti! Debería echarte a los leones.- Chou se dirigió a la puerta y la abrió. No pensaba seguir escuchando a un criajo que no era más que una espina en su plato. Pronto, dejaría de serlo.

- Saito no tiene leones… u ¿si?

- Piérdete mocoso! Le voy a contar que no quieres hacer caso de lo que te digo!


- JAjajaja, chivato! Y estás celoso. Tu lo que quieres es al vampiro!- Chou volvió a dentro y volvió a cerrar la puerta para que no se oyese la conversación, aunque era algo difícil teniendo en cuenta el tamaño de la casa.
- Pues sí. Lo quiero, lo quiero para mi solo. Tu eres un crío que no sabe nada de la vida, yo haré todo lo que esté a mi alcance para complacerlo! Já, no eres más que un chico comprado en una subasta. Ridículo!- habló bajo y en tono de amenaza. Sus ojos azules y fríos como la hoja de una katana parecían desafiarlo a un duelo peligroso.

- Vale, me estás desafiando… déjame que te diga un par de cosas: puede que yo sea un crío, y comprado en una subasta, pero pagó por mí. Que no se te olvide que tu eres su mayordomo, mmmm ¿y eso en que situación te deja? eres, un empleado, solo eso. Yo, soy parte de sus cosas, sus pertenencias! ¿No se nada de la vida dices? Ajajaja bueno tampoco te cabe a ti descubrir lo que sé o no se. ¿No te parece?

- Me irritas!

- Me importa un rábano! Desde ahora seremos rivales, que te vaya bien, que gane el mejor. Desaparece de mi habitación, mayordomo.- La última palabra la dijo con cierto tono de desprecio.

No tenia muy claro en que estaría pensando cuando le dijo eso. Saito siempre había sido bueno con el, pero de ahí a ceder a acostarse con el…
Ahora que lo pensaba mejor, el querría hacerle como se le hace a las mujeres, frunció el ceño con la idea, no podría consentir que eso pasase! ¿Pero entonces, en que habían quedado rivales el y Chou?
Por momentos recordó sus manos, su deseo casi doloroso. La dulce saliva que probara de aquellos labios calientes hacia dos días. Se sonrojó.

No, tenia que olvidar eso!

Chou se fue sin decir nada más, pero su sangre hervía en sus venas. Más que nada era la amargura de ser recordado de quien era y de cual era su posición en la casa por un mocoso. Pudo alejarse de allí con el orgullo herido, levantando los ojos llenos de lagrimas sin que los demás empleados se diesen cuenta de ello. Se refugió en el jardín para meditar.

13 comentários :

  1. Siii, Saito y Sano están de vuelta!!!. Me ha encantado este capítulo, Sano tan rebelde como siempre, sin querer dar su brazo a torcer y que decir de Saito, esa personalidad tan dominante, esta historia promete muchos grandes momentos. Muchas gracias.

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  2. Hola, Saito. Está genial la historia y los diálogos son muy divertidos, me encanta Sano, jajaja. Pero esos videos que has puesto, no puedo verlos. Besosss.

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    1. no puse ningun video. dónde sale eso?

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    2. Pues salen justo antes y después de la historia. Unos cuadrados en gris con el icono de dar play. Pero no hace nada. Tú sabrás que has puesto, jajaja.

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    3. No yo no puse eso, y tampoco me sale nada :O

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  3. hola saito me fasino esta historia me encanta sano tan rebelde jaja y me late que saito va a caer en grande esperare anciosa otro capi nuevo gracias por compartirlo besos

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    1. Sii los amo tambien! Tendré que seguir poniendo cosillas de ellos!

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  4. Hola Saito, me ha encantado el capítulo, está super bien. Esto promete mucho, esperaré con ganas a los siguientes capis. Miles de besoss

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  5. hola Saito, me gusto mucho,esperando por el proximo capítulo.
    Besos

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  6. Fina. Hola Saito esta excelente, muero por leer mas, deshaste del mayordomo (no me cae muy bien es demasiado servil), gracias por tan maravilloso capitulo, besos, chao

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    1. Jajaja si es muy malo, pero el pobre solo quiere atención, está enamorado! *-*

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  7. Me encanta la actitud de sano!!! y Chou...bueno, pobrecito, me da cosa! gracias por el capi :D

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