3 de março de 2013

El millonario y el esclavo capitulo2

Hacían largos años que Saito vivía solo, con sus criados y su enorme perro Ivi. Se sentaba sobre su cama mirando el fuego en la chimenea de su habitación.
El enorme perro pareció completamente satisfecho con el calorcillo que le llegaba. El metal de la larga collera que usaba al cuello brillaba con los reflejos rojos.

Saito acarició su rostro delgado.

- ¿Crees que estamos envejeciendo?- el perro soltó un gruñido de malo humor sin incomodarse en abrir los ojos.- menos mal, me sacaste un peso de encima.

Ivi levantó una ceja y miró hacia la ventana olisqueando el aire.

- Que pasa?- Saito se levantó y se acercó a la ventana de largas cortinas transparentes. No la abrió, solo se quedó mirando y literalmente babeando al ver a Sano, llegando del lago montando uno de sus caballos de pura raza árabe.

El chico le había pedido permiso para montar hacían dos semanas. De echo no le había importado concederle ese capricho, el mismo hacía tiempo que no montaba y a los animales les haría bien salir más a menudo. Cierto que tenia a los cuidadores, pero un paseo más siempre es bienvenido.

Se le veía deslumbrante. Como brillaba su pelo castaño al sol del atardecer, la piel dorada de su torso desnudo reflejaba como el oro. No tenia palabras para describir lo aquello que le agitaba el corazón.

- No tenia ni idea de que supiese montar… - Ivi soltó un largo suspiro y volvió a echar la cabeza sobre las patas.- ¿Crees que debería invitarle a acompañarme algún día?- Dijo como esperando una contestación del silencioso canino.- Ya, yo también creo que le gustará.

El chico bajó del caballo y le entregó las riendas a uno de los cuidadores. Sabía que tenía permiso para hacer todo lo que quisiese dentro del límite del buen censo. Dejó de verle cuando entró en la casa. Se alejó de la ventana, ya no hacía sentido seguir allí. Llamaron a la puerta despertándole de sus pensamientos.

- Pase.

- Señor soy yo. Siento molestarlo, pero quisiera saber que quiere cenar esta noche.

- Esta noche Chou, quiero comer lo que tengas…- seguía pensando en sano. Pero Chou se sonrojó.

- Señor…

- Mmm ¿si? Bueno, comeré cualquier cosa. Bajaré a la piscina y después iré al comedor. Dile a Sanozuke que quiero hablar con él.

- De hecho señor, quería comentarle algo que…- Chou se rascó la barbilla. Ahora se lo contaría, no aguantaba más ver aquel chiquillo por la casa, y después de el viniese aquella casa, Saito nunca más había requerido sus “servicios”.

- ¿Si? ¿Que pasa?

- El muchacho, es un irreverente, mal criado y no logro hacer nada con él, no me obedece ni tampoco me respeta. Siento decirle que he fallado en la misión que me ha encomendado.- su voz pausada terminó por fin. Temía que Saito le gritase, pero el nada dijo, solo le hizo señal para que se marchase.

- Has visto Ivi, sigue tan fiero como en el primer día. Tendremos que encargarnos de eso…

*


Sano nadaba desnudo en la piscina, los vapores subían y se elevaban como música en el aire. La iluminación era constituida tan solo por las luces azules sumergidas en el agua. Jugueteó saboreando del agua que relajaba sus músculos y le ayudaba a pensar en la segunda parte de su plan. Como conquistar a Saito.

Hacían dos semanas que andaba pensando en ello. Nunca más el y Chou habían tenido clases, pero tampoco nunca más había podido estar a solas con Saito. Tae, la cocinera le había dicho que al Amo le gustaba montar a caballo, así que todas las tardes se destrozaba el trasero esperando que, algún día, casualmente fuesen a montar juntos y entonces podría seducirlo. Pero, no había tenido suerte, Saito no salía a montar mucho últimamente.

No sabía si Chou ya había logrado algo, pero si el aun seguía viviendo allí es que la respuesta seria negativa. Se rió solo, poniendo la cabeza bajó la concha de piedra blanca que echaba el agua a la piscina. Pensó que debería ser más activo en la casa, ir a la biblioteca y buscar algún libro interesante, u hacer algo en ese gimnasio de tatami, por lo menos estaría ocupado y no pensaría tanto en seducirlo. Relajó su cuerpo dejándolo flotando mientras se deleitaba mirando el techo pintado con los reflejos azules del agua. ¿Y cuando lo seducidse que haría?

- ¿Está buena el agua?- Se levantó en seguida. Saito estaba sentado en uno de los sofás de capa azul que adornaba la habitación. Parecía que estaba allí hacía mucho tiempo.

- Pues si… si señor.- Se acordó de lo que Chou le había dicho, “la falta de cortesía es el camino mas rápido para que vuelvas a la calle”, de momento le interesaba ser cortes. Por entre las sombras se fijó en que el sonreía. Nadó hacía la escalera.- Yo ya estaba de salida.

- ¿Si? ¿Vas a dejarme solo? Puedes quedarte, no me incomoda.

- Lo siento, ni siquiera le pedí permiso para nadar en su piscina…

- Ajajaja, es verdad…- Lo empujó y se tiró al agua con él.- Creo que vas a tener que disculparte…
Sano se limpió la cara con la mano. Saito no parecía enfadado, por el contrario, parecía satisfecho de que el estuviese allí. Bueno era la ocasión por la que tanto había esperado. Chou se iba arrepentir de desafiarlo!

- Lo siento señor.- Bajó la mirada para descubrir que estaba desnudo, completamente en pelotas, y Saito estaba allí justo delante de él, con un cuerpo apetecible… Se sonrojó con el pensamiento.

- Sabes que mis disculpas tienen un precio jovencito…- sin más palabras su mano se cerró sobre su musculoso brazo.

- Muy Bien, estoy dispuesto a pagar su precio.- La boca de Saito se posó sobre su cuello- Aunque me sumerjas en las oscuras tinieblas para siempre…

- ¿Que quieres decir con eso?- los ojos amarillos se clavaron el los suyos sin piedad, y la misma sensación de vértigo le hizo temblar, por suerte el agua le mantuvo a tono.

- Sus ojos… Su boca, son un pecado por el que pagaré.- Se arrimó más al conde que sonrió. – Bésame.

- ¿Si? ¿De pronto me deseas?– Con su mano investigó abajo. Sano se sonrojó y se apartó.

- Yo…

- ¿Si?- contemplo con placer la confusión y la inquietud reflejada en su rostro teñido de rojo.
La realidad de su situación implicaba pasar a la acción y eso había intentado pero la cosa no estaba funcionando.

- Será mejor qué me marché. – apretó los labios con fuerza.

Sin darle tiempo a nada más que un gemido de sorpresa Saito lo empujó hacía uno de los pilares de piedra y juntó sus bocas. Sano estuvo cierto de que nunca olvidaría la expresión de su rostro en aquel momento. Lo había visto transbordando de pasión, sus ojos eran dos llamas de deseo ardiente. Fue como si su boca se deshiciese en miel. Su lengua estaba caliente, suave y húmeda explorando su boca sin pudor. Reconocía aquel sabor desde que lo besara en su habitación. Saito aprovechó la frágil aceptación del chico para comenzar a explorar también el cuerpo trémulo bajo sus caricias. Rompió el beso buscando aire, pero eso fue solo un segundo porque su boca volvió atacarle con ganas recuperadas.

- Quiero tenerte…- Un escalofrío recorrió su piel con el susurro insinuante. Llegaba el momento que tanto temía, Saito le estaba reclamando placer.

- No… yo no quiero…- intentó apartarse pero estaba preso entre sus garras y la pared.

- Sí, sí quieres! Mira como lo pide tu cuerpo!- Una vez más Sano creyó que podía esconder su excitación, pero esta vez estaba demasiado cerca. Tan cerca que fue consciente de la pesada erección de el contra su cintura.

Estremeció intentando imaginar a donde conduciría la línea de vello suave que bajaba de su ombligo y se escondía en el bañador. Suspiró intentando reincorporarse. Su mente y su corazón estaban divididos en honor, orgullo, amor y odio.

Honor, que tenia por ser hombre y su masculinidad. Orgullo, quería aceptar lo que le pidiese para poder seducirle y mostrar a Chou que era mejor que el. Amor… odio…

- No, no puedo, déjame…

- ¿No querías que te besase? Pues yo quiero más que un beso Sanozuke! No creas que me vas a escapar. Esta vez no.- Respondió, su tono era como una hoja afilada reflejada en su mirada dorada.

- No me hagas esto Saito. No estoy preparado!

- AJAJAJA, yo te prepararé.- se acercó a su oído y murmuró.- Si lo que tienes es miedo, tranquilízate. No te haré daño…

Estremeció de placer y rabia. “Es imposible que un hombre ame otro… No, yo no lo amo. Yo solo lo hago por orgullo! O no será que tan solo utilizo esta apuesta para engañarme?”

Saito le llevó en brazos hasta las escaleras de piedra.

Sin esperar ninguna oposición se inclina hacía el joven echado y alcanza uno de sus pezones, y sin aviso lo muerde para después volver acariciar con la lengua el pequeño trocito de piel arrugada y sostenerlo entre los labios.

Sano gimió olvidándose de todas sus dudas. Abrió los ojos pero no veía nada, solo sentía el placer recorrer todo su cuerpo, un placer que tenia origen en la boca que chupaba con lentitud su pezón, y las manos de Saito que parecían dejar un rastro de fuego en su cuerpo.

Su boca bajó por su abdomen besando y lamiendo cada nuevo trozo de piel erizada por la respiración pesada. Sano soltaba y prendía su propia respiración, inspirando lentamente cada vez que los labios se alejaban de su piel.

- No… así no…- gimió.

- Eres precioso.- Sano mordió su labio inferior cuando sintió la mano de Hajime acariciar su sexo duro. Levantó un poco las caderas, rozando la punta de su pene en el abdomen de Saito.

- Vamos fuera… por favor.

- ¿Por qué aquí no?

- Aquí…- se sonrojó.- me entrará el agua… por favor…

Saito sonrió y lo cogió en brazos hasta uno de los sofás. Arrimó su frente a la de Sano, mirando borracho hacia aquellos ojos castaños. Sano no dijo nada solo mordió el labio otra vez un poco avergonzado y excitado.

- Me provocas… - Bajó el bañador conteniendo la poca paciencia que le restaba. Hacía mucho tiempo que deseaba aquello.

- Ahh…- Gimió Sano. Sentía la punta del mástil rozándose entre sus nalgas.

Aprovechándose de eso, Saito le toma sus labios abiertos explorando con la lengua cada textura, cada trozo, toda la humedad y todo el calor de la boca de Sano. Las piernas abiertas del chico presionan su cintura. Reprimiendo los gemidos de placer por sentir una mano caliente jugueteando con su sexo y bañando su entrada con algunas gotas de su jugo.

Las ganas de entrar en el chico crecían con dolor. Sujeta la mano de el y la mete en la boca chupándole el dedo indicador, después la lleva hacía bajo, hacía su propio sexo. Cerrando su mano sobre la de Sano inicia un movimiento lento.

- Así hazlo así…- Cuando la mano ya se movía sola le irguió un poco la cintura y se posiciona con la punta tocando la entrada al mismo ritmo con que se movía la mano.

Presiona su pecho contra el de el cerrando los ojos por milésimos de segundo antes de penetrarle. Lo hace rápido y con ganas. Sano suelta un grito de desesperación mientras abre los ojos y le araña con fuerza la espalda, intentando soportar el dolor.

Saito se detiene un poco consciente de su brutalidad y ve como el chico esconde la cara con su brazo.

- Quiero verte la cara…- le tiró del puño para destaparle el rostro.

- Pero yo no quiero que me la veas!

- ¿Te he hecho daño?- ningún sonido vino de sus labios. Salió de el con cuidado. No quería ser protagonista de una violación. Lo había comprado si, pero no quería hacerlo de esta forma. Lo quería con su consentimiento, lo quería como a un igual, no como a un esclavo sexual. – Sano…

Tocó su entrada dolorida, baja por su cuerpo y se inclina tomando en su boca el miembro del moreno aun duro y caliente chupándolo con ganas.

Sano se levanta un poco sobre sus codos, para ver como reaparece su miembro de dentro de su boca. El dolor que había sentido empieza a ser substituido por placer. Todo su cuerpo tiembla hirviendo de excitación. Ve los labios de Saito cada vez mas rojos y húmedos de la saliva que escurría. Su cabeza se movía con un ritmo lento. Sano vuelve la cabeza hacía atrás con intensidad y grita cuando siente los dientes de Saito recorriendo su pene hasta la punta, donde volvieron hasta su glande para dar una suave mordida, lo que hizo con que el joven irguiese las caderas intentando contener el orgasmo.

Abre la boca y suelta un largo suspiro cuando siente los dedos de Saito juguetear con la entrada de su ano. Cuando el mete un dedo dentro, percibe que esta temblando, que su cuerpo acompaña un movimiento de tensión y relajamiento rítmico.

Después de un tiempo Saito sube de nuevo su cintura.

- ¿Intentémoslo de nuevo, si?

- Sí, házmelo despacio.- Su rostro rosado, labios abiertos rojos y húmedos, ojos brillantes que además de sensuales le sonreían.

Abrió más las piernas dejándose penetrar con lentitud por Saito.

- Relájate, lo haré despacio ahora.- sintió la glande dura forzando su pequeña entrada arrugada. Saito aprieta su cintura contra la del chico.

- Ahh… - Saito empieza a moverse con suavidad al principio, pero el ritmo fue aumentando conforme aumentaban los gemidos de sano que cruzó las piernas pujándole hacía su mismo cuerpo con delirio.

El Joven pasó a gemir más cuando una de las manos de Hajime rodeó su erección para empezar a masturbarla.

- ¿Es esto lo que quieres?...

- Si… hmm…- tembló por la voz insinuante en su oído.
Saito le sopló en pezón y dejó de moverse.

- Pidemelo. Pideme que siga.- Saito parecía determinado en conseguir ahora la total sumisión de su mascota.

Sano forzó el cuerpo hacía el, en un pedido silencioso.

- No, no pienso seguir mientras no me lo digas.

- Saito… Sigue, por favor. Te... Necesito ahora.- su cara parecía a punto de reventar de vergüenza, pero era verdad que lo necesitaba. Se había olvidado de toda la racionalidad y ya solo su cuerpo hablaba.

El dio un beso en sus labios antes de volver a mover su cuerpo con suavidad contra el de Sano. La sensación deliciosa de estar dentro de el aumentó mil veces.

- Oh… Saitoo!- sonrió al escuchar su amante contorcerse bajo suyo murmurando palabras y gemidos incomprendidos. Aumentó el paso haciendo con que toda su erección entrase de una so vez en el.- Estoy casi… más, un poco más… mmm.

La mano que le envolvía, le estaba enloqueciendo, le anulaba todo el pensamiento que pudiese intentar tener. Unos momentos más y sintió como llegaba su clímax, acompañado del orgasmo de Saito, que lo llenó por dentro de una forma que nunca pensó ser tan deliciosa.

Lo vio arrastrar los dedos lentamente por la mancha de semen sobre su abdomen y se lo metió en la boca con un pequeño gemido. El hombre escondió su rostro en su cuello apoyando todo su peso en los brazos que lo rodeaban.

- Delicioso… eres delicioso. – Le susurró al oído antes de soltar un largo suspiro.

- Ya… creo que debería irme.- Empezó a moverse. Aquello ya había durado demasiado tiempo.

- No. Quédate! –Volvió aprisionarlo entre sus brazos.- Nademos un poco y vayamos a cenar. ¿Que te parece?

- ¿Cenar, contigo?

- JAJAJA... si, ¿por qué no?

- Porque no…

- Quiero volver a tenerte esta noche…

En ese momento y sin que los amantes se diesen cuenta, Chou entró en la piscina. Se quedó varios momentos tratando de recuperarse, mientras se quedaba mirando con la vista turbia por los lagrimones que le resbalaban por su mejilla blanca. Sentía enfado, frustración, era deseo de ser el, el que se encontraba gimiendo como un animal herido bajo su amo. Lo daría todo por ocupar el lugar que le había arrebatado aquel bastardo.

Decidió que no se quedaría allí, mirando más como se amaban, se marcharía a pensar en algo que le ayudase a superar, la perdida que sano le causara.
Decidiría que lo pagaría caro…

Subieron juntos a vestirse. Se despidieron con un beso, del que Sano una vez más no pudo escapar.

Se cerró en el vestidor, revestido de madera y una enorme alfombra de lana a cuadros.

- ¿Dios mío que he hecho? – Se dio cuenta que la imagen que le devolvía el espejo no era totalmente la de un chico. Su cuerpo empezaba a parecerse al de un hombre, pensó. Sus líneas eran cada día más marcadas y aunque no tenia pelos en el pecho, hacía mucho que ya le habían salido en otras zonas. Mientras se vestía notó también que su corazón flaqueaba. No quería utilizar a Saito en una apuesta. Sus padres le habían dado una educación en la que aprovecharse de los demás era algo feo.

Acabó de vestirse y bajó a cenar consciente de que no pensaría más que estaba engañando a Saito, a final de cuentas el le había comprado…

- Buenas noches, ¿tienes hambre?- Saito bajó las escaleras justo detrás suyo.- Ignoraba que la ropa te favorecía tanto…

- jeje…- Se sonrojó. Ahora que lo mencionaba, él siempre andaba medio desnudo por la casa. Incluso la noche en que se habían conocido y el se desmayara en sus brazos, estaba lloviendo y Hajime había tenido que sacarle la ropa para calentarle el cuerpo hasta que llegasen al hospital. No recordaba mucho de lo ocurrido, pero tenia aun el recuerdo de sus manos recorriéndole la piel, tal y como había hecho también esta noche en la piscina.
Pasaron al comedor, que Sano nunca usaba, tan solo Saito comía ahí.
Era una sala enorme, como todas las demás. Con cortinas en seda natural, forradas con algodón color beige. Por primera vez se sentó a la mesa de madera negra, en sillas tapizadas de damasco.

Se fijó detalladamente en la vajilla, le parecía cristal, pero no quiso preguntar para no parecer burdo.

- Creo que deberíamos comer juntos más a menudo, aun que me parece que no estás muy cómodo, ¿no?

- Er… es que…

- ¿Si?- Chou apareció con la cena.

- ¿Señor que hace él aquí?- Se acercó con el carrito de servir.

- Me parece que puedo elegir las personas con quien deseo cenar, ¿a ti no Chou?

- Si, si señor.- respondió rápidamente. “a mi nunca me ha invitado a cenar…” pensó retirando del carrito el pan.

- Bien, pues… ¿que decías Sanozuke?- El chico seguía mirando con detenimiento a Chou. Los servia con mala cara. Sano había pasado muchas tardes en compañía del mayordomo, las suficientes para darse cuenta de que estaba enfadado. Quizás fuese una buena señal! Significaba que iba ganando. Sonrió. – ¿Estas feliz?

- Humm? ¿Qué? Ah si, si!!

- Cuando termines puedes retirarte Chou.

Siguieron en silencio hasta que después de unos momentos el criado se marchó.

- ¿Te gusta vivir aquí?- Le servio vino tinto.

- Si, todos son muy simpáticos…

- Ya.

- Pero sabes, me da miedo tocarlo todo, es... como si de un momento a otro rompiese una de estas piezas de cristal y me despertase del sueño.

- Bueno, no importa que la rompas, hay más. Y no creo que puedas despertar… Mientras yo viva, esta será tu casa, eres mío…- Sano tragó saliva y contestó.

- Las personas no son de nadie. Ya te lo dije.

- ¿Aun no has cambiado de opinión?

- Nunca lo haré.

- Por lo menos, estás menos salvaje… ¿habrán sido las clases con Chou?

- JAJAJA… no creo.

- Ya, ni yo.- Bebió un poco de vino y le miró a los ojos.- Lo que creo, es que te has enamorado de mi, ¿tu no?




Caminó de un lado a otro. “Saito se ha enamorado del mocoso… mi vida será un infierno mientras el esté aquí…”

Terminó su paseata y se sentó juntó a la fuente que estaba en el medió de las escaleras que acceden a las traseras de la casa.

“No! Para Sano solo hay una salida. Tengo que matarlo. Es la única forma de que Hajime vuelva a ser mío.” La noche estaba clara y soplaba un viento frío, pero el pareció no darse cuenta, estaba ardiendo en odio.

“Matarlo durante el sueño es demasiado obvio… Tengo que envenenarle. No será difícil envenenar su comida!” Tendría que planearlo todo con mucho cuidado, no quería que al final fuese su delicioso amo quien se comiese la comida del perro. Cuando se deshiciese del, todo volvería a ser como antes.


- Creo que sin ti, mi vida no podrá volver a ser como antes…- Le empujó hacía la habitación sin perder la oportunidad de morderle la oreja.

- Que cosas dices…

- Duerme conmigo esta noche… No me gusta dormir solo…

- Tienes a Ivi…- Murmuró fijándose en el perro que aun seguía tendido junto a la chimenea. El cuarto era precioso, no había tenido tiempo de admirarlo la última vez que entrara…

Tenía una cama de dosel en madera negra tallada vestida con terciopelo rojo. Las mesitas de noche de líneas antiguas restauradas y la banqueta a los pies de la cama tapizada a juego con la colcha de la cama de color arena.

- Ah… ¿aun estás ahí? Ivi, fuera…- El perro levantó una ceja y le ignoró.
- Pobrecito… - acarició su suave pelo negro desde su enorme cabeza hasta la cola. – Me parece que no quiere irse de aquí… Le gusta el calentito.

No se sorprendió cuando Saito apagó la luz. La habitación se quedó iluminada por el fuego y los rayos de la luna que traspasaban la ventana. Sintió que unos brazos le pujaban hacía la cama.

- En la mesa, no me has contestado…

- Ah .. ¿a que?

- A una cosa…- susurraba a su oído, aquella voz tan masculina le producía un cosquilleo que se transformaba en un placentero escalofrío subiéndole por la espina.

- Que, ¿que cosa?

- ¿Te has enamorado de mi?

- ¿Deseas que esté enamorado de ti?- Las manos que habían vuelto acariciarle el pecho se detuvieron.

- Claro, es lo que más deseo.

- ¿Por qué? Por qué lo deseas? ¿Por qué sabes que no pasará? ¿Por qué deseas vivir una vida en la que solo poseer mi cuerpo no es suficiente? Por qué? Para darte cuenta de que tu dinero no compra amor… - Sano le murmuró también. Palabras dichas con dolor. Porque destrozarle el corazón si el mismo estaba sufriendo con dichas palabras. Esta vez se preguntó a si mismo: ¿Por qué? Porque no admitir que le amaba. Cuanto más tiempo estaba pasando junto a ese hombre más se estaba dando cuenta de lo inevitable. Se estaba enamorando.

- Entonces…

- Por favor,- toco con sus dedos en la punta sus labios- no hablemos de esto. Todo, estaba tan bueno… Si después de esto todo va a cambiar, si me vas a tomar como tu mascota para hacer lo que te plazca, déjame solo que guarde esta noche de recuerdo.

- No, nada va a cambiar, no te forzaré a nada… si no quieres acostarte conmigo, márchate!

- Saito… yo no quiero marcharme, pero no me pidas más de lo que te pueda dar ahora… sigo creyendo que no deberíamos haber hablado de esto. Es que no entiendo, porque te has enamorado de mi… hay tantos hombres, ricos, de tu posición social, hombres cultos, hombres que te desearían… ¿por qué yo?

- Porque eres distinto. No te derrites en cortesías cerca de mi, no eres falso, eres directo eres guapo, lo eres todo Sanozuke.

- Ya… ¿qué? ¿Quieres follar o me acuesto?

- Uf… eres un cerdo sin la mínima noción de la conveniencia.
- Bueno…- sonrió.- ¿quieres que te cuente un secreto?

- A ver, dilo.

Se acercó a su oreja.

- Me has robado la virginidad…

- ¿Qué?

Y le había encantado.

El aire pareció condensarse. Por momentos fue así, el lobo mirando su rostro y el respirando con más ardor sintiendo su mano en su cuello, su nuca, en una caricia muy sensual haciéndole cerrar los ojos ya excitado.

Sin pensar en nada más las manos del chico subirán por los músculos de los brazos de el para deshacerse de la camisa y enterrar las manos en su espalda que redescubría con placer.
Los labios de Saito bajaron por su cuello y por la piel expuesta por la camisa abierta. Gimió loco por sentir su lengua en su boca, petición que Saito no tardó en complacer abrazando y acercando más aquel cuerpo contra el suyo. Eso fue solo un momento, en un instante Saito sujetó su pelo para poder devorar su cuello con besos húmedos y calientes. Sano se deshizo de sus camisas con manos hábiles mientras el aprovechaba para clavarle los dientes en la curva de su cuello.

- Ahhh… Saitoo

- Hagámoslo bien esta vez!- Se recostaron en la cama.

- Creía que lo habíamos hecho bien en la piscina…

- Ya me entiendes, quiero hacértelo despacio, y saborearte por entero.- le lamió la oreja.
Se derritió con esa respiración en su oreja seguida por la lengua por los dientes… gimió ansioso, sintiendo su cuerpo ser explorado, por unas manos suaves sobre sus costillas, su vientre, sintiendo sus músculos acariciando sus pezones asta ponerlos muy duros.

Saito se detuvo un rato para mirar en los profundos ojos castaños de su amante, en su cuerpo joven vibrante, sus labios rojos y hinchados que volvió a tomar con mas deseo. Metió su mano dentro de los pantalones en los que ya no cabía más jugueteando con la carne dura de sus nalgas para despacio adentrar sus dedos en la raja, hasta alcanzar el apretado agujerito.
El chico se contrae, mientras el hombre sigue chupando su cuello, y los dedos cada vez más curiosos metiéndose entre esas dos montañas de carne acariciando, frotando metiendo un poco el dedo, frotando con perversa lentitud.

Extrayendo una mirada enamorada de sano permite que el le saque sus pantalones y sus calzoncillos.

No supo como pero se dio cuenta de que el tampoco ya llevaba sus pantalones. Estaba echado sobre el cuerpo sentado de Saito que sujetaba con firmeza su sexo y lo movía. Inclinó la cabeza hacia atrás exponiéndole el cuello, que no dudó en volver a oler, lamer y dar una mordida. El chico se retorció descubriendo que sus manos estaban sujetas sobre su cabeza.
Gimió, su boca no olvidaba un trozo de su piel. Abrió la boca en un gemido inaudible cuando le cogió de repente un pezón, chupándolo con pasión y después mordiéndolo con el hambre de un lobo, y lamerlo con cariño.

- Saito… - la mano que jugueteaba con su sexo le abrió las piernas para volver acariciar el agujero, relajarlo, prepararlo… haciendo al crío lloriquear de desesperación.- Saitoo…

- ¿Sabes que me gustaría?...- le susurró.- Hazlo, y te complaceré…

Le soltó las manos para que pudiese levantarse. Sano se sonrojó mirando la erección de Saito.

Bajó para hacer lo que Saito estaba loco por sentir, su boca probando su piel, por abajo, por los lados, prácticamente mamando la leche que escurría de el. Sano podía sentir las reacciones de él, acariciando sus cabellos. Temblaba y gemía, cosa que le dio una sensación de poder alucinante. Como era fácil hacerle perder él control…

Entonces empezó a chupar más enérgicamente casi con furia, acelerando el ritmo, dispuesto a tragar aquella polla hasta el final.

Fue arrancado de allí y puesto a cuatro patas sobre la cama.

- Se terminó el juego…- Se rozó un poco por la entrada jugosa dejándole disfrutar un poco más con la expectativa… se posicionó en el agujerito y presionó hacia dentro. Un poco, y un poco más y entonces se enterró por completo.

Los brazos de sano perdieron su fuerza y no pudieron más sujetar su cuerpo derribándole sobre la cama mordiendo las sábanas al sentir a su amante tan fondo, la mezcla de placer y dolor era indescriptible.
Saito controlaba los movimientos sujetando sus caderas entre sus muslos concentrándose en meterle más.

Los gemidos de Sano fueron en aumento mezclándose con el delicioso sonido de sus caderas batiendo contra sus nalgas.

- Ahh saitooo…- Sano era una visión de lo más excitante, rendido al placer, de mejillas rojas, la saliva escurriendo de sus labios abiertos y aún hinchados por los besos violentos.

Ahora los movimientos de Saito hacia dentro de su amante eran cada vez más fáciles, preocupándose a la vez de acariciarle el sexo a punto de correrse.

Sus gemidos seguian cada vez más fuertes y urgentes cerrando las manos en las sábanas ahora manchadas con su saliva y al final con su corrida cuando la mano larga de Saito apretó con ganas su pene, masturbándole mientras él cerraba los ojos consciente de que no podría aguantar tanto placer sin terminar.

Saito terminó dentro de Sano, llenándole por completo y viendo su corrida resbalar por su polla que aún se metía bien en el fondo del cuerpo del joven, percibiendo los apretones al principio fuertes y lentamente cada vez más suaves que el ano daba alrededor de su pene.

Su miembro resbaló de su interior en su propio semen dejando la habitación con un penetrante olor a sexo.


Había nacido el sol cuando sano se despertó, solo en la cama. Lo primero de lo que se dio cuenta fue del calor. Se desperezó y empezó a darse cuenta también de otras sensaciones. Se dio cuenta de que su cuerpo estaba particularmente dolorido y muy sensible aquella mañana… tan solo el rozar de las sábanas le había erizado los pezones. Además de las marcas de unos chupetones, tenía los labios más rosados que de costumbre, también podía sentir cada mordida, cada lugar donde Saito había puesto las manos.

El hombre empezaba a revelarse como un amante muy atento y eso no dejaba de gustarle.
Se bañó en el inmenso cuarto de baño de su amo. Un sitio amplio, con suelo de madera, un jacuzzi al fondo y en la pared una pintura de un paisaje que no solo adornaba sino que también sugería una maravillosa paz.

- ¿Sanozuke?

- Cho.. Chou! ¿Que haces aquí?- se cubrió con la toalla.

- La cuestión es, ¿que haces TÚ aquí?

- Pues, me baño…

- Deberías bañarte en tus aposentos! – Dijo el mayordomo abriendo la ventana.

- ¿Estas celoso?

- De ti? Ajajaja, mocoso, nunca tendría celos del perro de mi patrón! Ahora, muévete, vete a tu habitación antes de que me enfade…

- ¿Y por qué debería hacerlo?

- Porque el mayordomo sigo siendo yo, y el perro sigues siendo tú, así que lárgate chucho!
No tuvo más remedio que retirarse y terminar de vestirse en su habitación.
Chou se sentó en la cama pensando que le esperaba la normal rutina de todos los días. Ordenarlo todo, esperar a saito… Recogió lo que reconoció ser como sus calzoncillos y los miró con picardía sin evitar olerlos, besarlos y rozarlos por su cara colorada.
Los calzoncillos le devolvían un olor fuerte y masculino, el olor tan característico de Saito. Se dio cuenta de que estaba tan hambriento como una hembra en celo.

Sus manos temblaron de excitación. Lo que daría por tener aquella boca en su cuerpo, aquella mirada desudándole todos los secretos… aquel cuerpo encajado en el suyo gimiendo de placer.
Se acordó una vez más del objeto de su venganza, el crío que le había robado y destruido todos sus sueños. Había logrado en semanas lo que él no había conseguido en años de servilismo. Pero eso se acabaría muy pronto…

Se acarició la polla dura por encima de los pantalones negros de uniforme y luego sin pensar en nada más los abrió y la sacó afuera y empezó a masturbarse sobre la cama que deseaba compartir con su amo.

Sonrió imaginando que él le acariciaba la piel con los labios, le rozaba el rostro por el pecho, lamiendo un pezón. Lo buscó por debajo de la camisa blanca y lo apretó imaginando los dientes y la boca de su amante.

Bajó los calzoncillos y abrió las piernas acariciando sus testículos como le gustaría que él hiciese. Mojó dos de sus dedos y los introdujo despacio en el ano relajado. Deseaba tener a Saito así, allí, mordiéndole los labios, desgarrándole la piel, frotando sus cuerpos, sus sexos, haciéndole sufrir, gemir, gritar por más, por ser tocado, por ser follado…

Sentía cada vez más cerca el final y intentó hacerlo durar, pero la imagen de su amor corriéndose, como lo hacía a menudo en su boca, le hizo alcanzar el clímax mordiendo su labio para no gritar. De su boca escurría sangre al igual que su pene escurría semen.

- Por qué… me torturas así…- murmuró con voz ronca estrangulando un lloriqueo por el vacío que aumentaba cada vez más en el interior de su corazón.

14 comentários :

  1. hola saito gracias por el capitulo nuevo...espero que saito descubra a tiempo a chou espro puedas compartir otro capi prontoo besos!!!

    ResponderEliminar
    Respostas
    1. *-* Gracias por leer mis aventuras! me alegra mucho que te esté gustando!

      Eliminar
  2. mmm...obviamente lo que Chou le quiere hacer a Sano es horrible, pero tampoco estoy de acuerdo en que Saito lo haya utilizado para satisfacer sus necesidades carnales, es una persona no un objeto, me gustaría que Chou recapacitara! gracias por el capi :D

    ResponderEliminar
    Respostas
    1. Bueno Lu, es que saito siempre ha sido rico.. y hay cosas que se le han perdido por el camino, creo que nuestro sano es el que le tendrá que enseñar que la gente no puede comprar a otras personas ( o en el caso de chou, usarlas sin otras consecuencias..
      Besos!!

      Eliminar
  3. Hola, ha sido un capítulo muy erótico y excitante, pero, la verdad, es que Chou me da un poco de pena. Y por cierto, lo del perro Ivi, me ha encantado, espero que Iván no lo lea, jajaja. Besosss.

    ResponderEliminar
    Respostas
    1. jajaja no creo que lo lea! Estas cosas homoeroticas no son lo suyo... jajaja Pero a que queda genial perro ivi *-*

      Eliminar
  4. Hola Saito, muy buen capítulo y muy interesante.
    Me gusto mucho. Besos.

    ResponderEliminar
  5. Me encanta, me encanta, me encanta. Quien va a querer a Chou teniendo a Sano?, aunque el pobrecito es un poco corto, pero sigue siendo "nuestro" Sano. Muchas gracias.

    ResponderEliminar
    Respostas
    1. Ajajaja si es que Sano siempre fué un poco corto XD
      Pero me gusta tantoo es tan lindoo!

      Eliminar
  6. Fina. hola Saito esta muy bueno el capitulo, ese Chou(esta loco), en espera de mas capitulo, besos, chao

    ResponderEliminar
    Respostas
    1. Noo no esta loco XD solo necesita amorrr Xd
      Gracias por seguir esta aventura!!

      Eliminar
  7. Hola, Saito. Gracias por el nuevo capitulo, me ha encantado. Muy bueno y calientee. Ahora a esperar que va a hacer Chou, a mí me cae bien, además siempre tiene que haber un malo por medio, así le pone pimienta a la historia ¿nooo? jajaja A ver que hace ahora nuestra parejita...... Miles de besoss guapísimo

    ResponderEliminar
    Respostas
    1. Pobrecitos, me temo que nuestra parejita aun va a tener que vivir algunas aventuras y desventuras XD
      Besos!!

      Eliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...