CAPITULO Décimoctavo
ALMAS ENFERMAS
T
|
res de los miembros de la orden se reunieron en el despacho del director en
cuanto corrió la noticia de la queda del Lord Voldemort. Estaban Lupin, Tonks y
Moody aparte de la profesora Mcgonagal que se sentaba al fondo con su traje
verde y su sombrero puntiagudo del mismo color.
-Queridos muchachos aun qué parezca que todo ha terminado es mi deber
informarles que quedan cabos sueltos… mientras exista en el mundo un solo
horcrux de la alma de Voldemort el peligro es inminente.
-Profesor Dumbledore, ¿qué pasó con el cadáver?
-Yo creo que los seguidores de Voldemort se lo han llevado… creo que
intentaran resucitarle de nuevo con el horcrux de nagini…- Lupin pareció
inquieto.
-¿Para eso no necesitan de más sangre de Harry?
-Sí. Mantendremos a Harry en seguridad en el castillo hasta que todo quede
resuelto.- concluyó el viejo mago.
-¿Cómo encontraremos a la serpiente?
-En mi opinión la serpiente solo puede estar en un lugar…. La mansión
Riddle.- Aseguró Moody girando su ojo hacía todos los presentes.- Reuniremos
algunos miembros de la orden y echaremos un vistazo.
Dumbledore asintió con un gesto de cabeza.
-¿Cómo está Harry?
-Se pasa el día sentado al sol cerca del lago. Dice que necesita estar solo
para pensar. Yo creo que…- El mago hizo una pausa de algunos segundos- creo que
se siente mal por haber matado.
-Pero… solo Harry podría haberle matado, solo él…- murmuró Tonks.
-Verás, Harry es un espíritu lleno de bondad, honor y valentía. Sabe que
nadie tiene el derecho de matar a otra persona. – Comentó Lupin un poco
apagado.- Se le pasará, al final se dará cuenta que su actitud tiene un valor
positivo mucho mayor que el negativo.
-¿Será?- intervino Albus- ¿Podrá alguien que cometió un crimen olvidarlo
para bien de la comunidad? ¿Será que eso es suficiente para su alma destrozada?
-Voldemort mató a sus padres…
-También es cierto, pero no podemos juzgar a Harry, ni lo que siente.
Debemos respetar su dolor.
-¿Cómo está el profesor Snape?- Preguntó Moody.- Nunca pensé que al final
ayudase a Harry como lo hizo…
-Snape está desolado… creo que su alma también necesitara de tiempo para
recuperarse. Ha sufrido últimamente varios dilemas morales, aun qué yo creo que
ha seguido el camino adecuado.
-Muy bien, entonces nos ocuparemos de la serpiente.- Sugirió Tonks
dirigiendo sus pasos hacia la salida.- Será cuanto antes.
-Os recomiendo precaución, no dejéis de estar alerta.
Los tres miembros de la orden saludaron gentilmente al director y se
marcharon cerrando la puerta.
-No dijo nada mientras Minerva…
-¿Qué hago con Potter? No está comiendo, está… solo.
-No se preocupe, él mismo sabe muy bien dónde reconfortarse. – Murmuró
cruzando los dedos sobre los pergaminos.- No seamos hipócritas Minerva, ambos
sabemos dónde pasaba las noches el Sr. Potter… no creo que debamos hacer nada,
ni prohibirles de que se vean…
-Pero Albus, Severus tiene edad de ser padre del chico… ¿Cree que se han…
liado?- se levantó de su asiento un tanto escéptica.
-¿Si lo creo? Ajajaa… no creo en otra cosa.
-Qué obsceno suena todo este asunto!
-Vamos Minerva, no sea tan cerrada de mente, Harry merece ser feliz. Y si
ha elegido a Severus… Ambos merecen un poco de luz en sus almas.
*
Tres días en la enfermería, estuvo apunto de volverse loco. Felizmente
estaba de regreso a sus aposentos, a su refugio… o no. Todo seguía igual a lo
que había dejado.
El pastel sobre la mesa… dos albornoces tirados sin cuidado sobre el suelo
de losa gris, su cama deshecha… el olor a Harry por todos lados… la irrefutable
prueba de su noche de amor manchando las sábanas.
Se llevó la mano a la frente y apartó los mechones más rebeldes de su
rostro.
Sentado sobre la cama cogió una de las almohadas y la apretó contra el
pecho. El dolor agudo volvió impidiéndole de respirar y aun qué era un dolor
fuerte supo que no era ninguna costilla. Ese era un dolor mucho más profundo,
era eso por lo que siempre se cerró en si mismo con miedo de sentir, el dolor
de la perdida de un gran amor.
El mundo no se caía a su alrededor, su vida no terminaría mañana pero sin
embargo era como si eso estuviese pasando. Cerró los dientes con fuerza
suprimiendo un sollozo.
¿Cómo podría volver a enfriar un corazón que se había derretido con la
ternura y el cariño? ¿Cómo volvería a mirarle y fingir que nunca lo tuvo en sus
brazos, que no escuchó sus gemidos ni saboreó su saliva? ¿Cómo podría volver a
dormir en esa cama y en esa habitación sin la cruel presencia de los recuerdos
felices? ¿Cómo podría vivir a partir de ahora?
Tendría que olvidar, olvidarlo todo: la suave risita del chico, el dulce
cosquilleo de su respiración mientras le susurraba al oído “te quiero”, la
cálida piel contra la suya…
Tiró la almohada. Con un terrible mal humor ordenó a uno de los elfos que
lo limpiase todo. “Quería ver los muebles limpios como los chorros del oro.” No
estaba seguro de que funcionase. Ni que quemase toda la habitación hasta los
cimientos, los sentimientos no se borrarían por si solos. De nada valía pasar
un paño sobre las manchas de chocolate,
ellas habían quedado impresas en un lugar de dónde no se podrían borrar ni con
un hechizo desmemorizante.
Cuando por fin los elfos se marcharon se sentó en ese mismo sillón de cuero
dónde tantas otras veces había estado mirando las llamas de su chimenea. Se
sentó tomando un vaso de whiskey. Como se suele decir, el alcohol no te ayuda a
vivir pero te ayuda a olvidar…
*
La noche siguió avanzando lentamente. No podía dormir. Hacían dos horas que
se había sentado cerca de la ventana de la torre mirando el brillante reflejo
plateado de la luna en las calmadas aguas del lago.
Seguro de que no eran las pesadillas que le impedían conciliar el sueño
acarició el cristal frío y húmedo. Tenía
el culo helado de la piedra pero aún así ignoró los protestos de su cuerpo.
Solo le importaba mantener la mente ocupada con cosas simples y banales,
pensamientos abstractos que no le hiciesen recordar…
El pensamiento siempre acaba sucumbiendo al dolor del corazón, y él, tenía
el corazón muy herido. Tenía sentimientos que le ahogaban y le dejaban
terriblemente perdido. Severus…. Suspiró.
-¿Harry?
-Lupin… ¿Qué hace aquí?
-He venido hablar con él profesor Dumbledore y decidí pasar a… recordar mi
antiguo dormitorio… ¿No te vas a la cama?
-No puedo dormir.- Dejó un espacio libre junto a la ventana dónde Lupin se
sentó.
-¿No estás contento de que por fin todo haya acabado? Deberías sentirte
feliz Harry, has sobrevivido!- le dio una cachetadita amistosa en el hombro.
-¿No es lo que he hecho desde que mis padres han muerto?- Lupin suspiró.
-Sí, pero ahora no tendrás que temer más por tu vida, podrás vivir como
cualquier chico de tu edad…
-Ya.- Fijó su mirada de nuevo en el cristal.
-Cuéntame la verdad.- pidió adoptando un semblante serio.
-¿De qué hablas?- Giró la cabeza para ver mejor al licántropo en la
oscuridad. Sus palabras no eran más que susurros para no despertar a los demás
alumnos.
-Dime la verdad, ¿por qué estás así? Me han dicho que la alegría de los
demás no te contagia, que no sonríes, que estás triste, tu mirada está perdida,
tu alma parece vacía…
-Estoy vacío.- Dijo con brusquedad.- Nadie me comprende, él no me
comprende! No me acepta ni me quiere!
-¿Él? ¿Quién es él?
Harry hizo una pequeña mueca de dolor, se le había escapado sin querer.
Ahora ya no importaba.
-No sé si debería contártelo…
-Bueno solo si lo deseas. Pero si quieres hablar ya sabes que puedes
contarme lo que sea… hasta de Severus…
-¿Cómo sabes que hablo de él?- El chico se sonrojó.
-El profesor Dumbledore me comentó varias cosas en algunas ocasiones… y
hace poco me dijo que él lo estaba pasando muy mal. ¿Es por eso no? ¿Estáis
enamorados?
-La verdad es que solo lo está pasando mal porque quiere. Si admitiese de
una vez nuestra relación no tendríamos que estar así ninguno de los dos.
-Dale tiempo, necesita darse cuenta de lo que siente…
-No puedo!- le miró suplicante.- He tardado siglos para que se le derritiese
el hielo, para poder saltar el mural que construyó alrededor de su corazón. Si
le doy tiempo lo volverá hacer. Se volverá alejar de mí… y no puedo soportarlo.
-Lo sé pequeño…- acarició su cabello oscuro- es muy duro perder a quien se
ama. Cuando perdí a Sirius lo pasé muy mal, yo pensaba que él era un traidor…
desconfié de él. Ahora nunca me lo perdonaré.- Harry abrió los ojos ante tal
revelación.
-¿Tú y Sirius?
-Sí, éramos novios, desde que teníamos tu edad más o menos… Después nos
volvimos a encontrar y fui muy feliz con él… ahora le he perdido otra vez.-
murmuró visiblemente luchando contra un apretado nudo en la garganta.- le
extraño…
-Lo siento…
- Tranquilo… Si no quieres darle tiempo, no lo hagas. Si crees que la mejor
forma de tirar por tierra sus defensas es atacarlo sin piedad, hazlo! Tienes
todo mi apoyo.
-Severus me hace sentir bien, protegido… le amo. Pero él dice que no
podemos estar juntos porque solo soy un niño.
-¿Estás seguro de que solo es por eso?- preguntó con una ceja levantada.
-¿Qué quieres decir?
-No se…- “No debería decirle que
Snivellus es una puta, qué se acostó con james en la época de la escuela, que
se acostaba con Lucius y le hacía favores a Voldemort y todo su escuadrón de
mortifagos… no hace falta destruir la maravillosa idea del amante perfecto que
se ha hecho.”
-Creo que tiene miedo de que yo me aburra de él…
-Mmm un miedo fundamentado. Tú eres un chico joven, con prometedora
carrera, eres atractivo y muy bien parecido. Admitámoslo, Severus nunca fue muy
popular… es normal que se sienta incomodo con la idea de que seas muy joven y
puedas abandonarle. Las personas no reaccionan muy bien ante el rechazo.
-Piensa que podría estar con él un tiempo y después dejarle… ¿así sin más?
No podría.
-Bueno, eso lo sabes tú, pero él no. No te rindas tan fácilmente, deja de
mirar al vacío y hazle saber que le seguirás queriendo pase lo que pase.
-Gracias por el consejo….- sonrió un poco tímido.
-Buena suerte.- Lupin se marchó. Todo lo que el hombre le dijo eran
palabras de coraje y de ánimo que pensaba poner en práctica pero aun así siguió
sintiéndose enfermo con tanta intensidad que parecía algo físico.
*
-¿Qué pasa Ron?- Hermione estaba sentada delante de su novio.
-Pues Harry, ¿no ves?- Hizo un gesto para señalar al moreno que se sentaba
muy lejos de ellos.- ¿No ves como está desde que se cargó a Voldemort? Se aleja
de nosotros…
-Yo creo que ha pasado algo, Snape tampoco se presenta a las comidas y por
lo que me han dicho aún no ha regresado al trabajo…
-Deberíamos hacer algo…- metió un trozo de pan en la boca.
-No creo que debamos hacer nada Ron, no debemos inmiscuirnos en la vida de
Snape.
-¿Desde cuándo te preocupa Snape?- Dijo incrédulo.
-No me preocupa, pero Harry debe poner su cabeza en orden y en eso no
podemos ayudar.- La gente seguía ruidosa a su alrededor.
-¿Crees que está traumatizado? ¿Por lo de matar a Voldemort?- Tiró unas
migas a la cabeza de Seamus y se quedó serio.
-Podría ser…
-Me cuesta verle así, siempre triste… alguien debería decirle algo a ese
bastardo de Snape!
-Oye, y ¿por qué no se lo dices tú? A lo mejor te pone de castigo hasta el
final del curso…
-Tú estás tonta ¿no?- Gruñó- Mejor se lo dices tú.
-Ni lo sueñes… Hey Harry ¿por qué no te sientas con nosotros?
El joven levantó la cabeza de su comida y dijo de una forma poco
convincente que ya había terminado y que tenía deberes que acabar. La misma
excusa eternamente, los deberes…
Ron y Hermione eran sus mejores amigos siempre habían estado ahí cuando les
necesitaba. Juntos habían vivido muchas aventuras, pero esta era una aventura
que tenía que vivir solo. Además ahora ellos eran novios, era como si sobrase.
No le gustaría estar cerca cuando comenzasen a besuquearse y todas esas cosas.
Apretó los libros contra su pecho y salió del gran comedor ignorando
olímpicamente la nueva estantería que habían puesto para sustituir la que tenía
las tazas de Quidditch.
En esa mañana había recibido las primeras cartas por la derrota de
Voldemort. Varias personas felicitándole y dándole las gracias. Otras eran de
periodistas pidiendo un relato completo de lo sucedido y hasta otras
concertando una cita… en fin, papel para chimenea.
Siguió lentamente por el corredor poco iluminado por las atrochas de fuego.
Veía su sombra crecer y disminuir conforme avanzaba. Hacía frío pero él parecía
no darse cuenta, llevaba la capa abierta y la camisa por fuera de los
pantalones.
Se acercó a las escaleras que conducían a las mazmorras. Conocía ese camino
de memoria que hasta podría recorrerlo de ojos cerrados. Se detuvo delante de
ellas como si esperase a alguien. ¿Lo hacía? ¿Le esperaba?
-¿Qué hace aquí plantando?- Se giró de inmediato al escuchar la familiar
voz.
-¿Es prohibido estar aquí?- Snape frunció el ceño seguro de que nada de
bueno vendría.- ¿Cómo estás?
-Muy bien, gracias. Y ahora si me deja pasar…
-No… En realidad te esperaba.
-¿Para qué? ¿Qué se le ofrece Sr. Potter?- Cruzó los brazos sobre su pecho.
-Déjate de apariencias, no hay nadie cerca! He venido porque tenemos que
hablar… no terminamos en la enfermería.
-Hablemos fuera…- Sugirió Snape indicando con un gesto la ventana cubierta
de suave nieve.
-Afuera hace frío ¿por qué no hablamos en tus aposentos?
-No quiero que volvamos a estar a solas en privado.- Contestó sin demora.
-¿Por qué? ¿Qué pasa? Todo estaba perfecto la noche de San Valentín, ¿Qué
pasa ahora?
-No pasa nada. Lo he meditado mucho…
-¿Meditar? ¿Acaso tienes miedo de no controlarte de nuevo y no lograr
mantener ese muro de hielo a tu alrededor? ¿Acaso tienes miedo de amar?-
Murmuró la última pregunta muy cerca de su rostro.
-Sí.- Esmeraldas y obsidianas encontrándose de nuevo, Harry suspiró.
-En la enfermería dijiste que no sabias si íbamos a estar juntos… ¿Ya lo
sabes? ¿Fue eso lo que meditaste?
-Sí, y la respuesta a tu cuestión es no. No vamos a estar juntos. – En ese
instante el corazón de ambos pareció llorar lágrimas de sangre. Harry separó
los labios pero no dijo nada, las palabras se morían antes de llegar a ellos.
El silencio se hizo palpable, no era un silencio como tantos otros que
tenían cuando estaban a solas, este era distinto. Era un silencio incomodo,
extraño.
A veces como ahora, deseaba hacerle daño, murmurarle cosas y ver hasta
donde aguantaba ese corazón de piedra. ¿Qué hábiles y dolorosos argumentos
podría tener? Era cierto… tan solo era un niño, no sabía cómo herirle.
-¿Cómo pude ser tan estúpido? A veces me pregunto ¿cómo es que me enamoré
de ti?... pero no tengo respuesta. Cada día me pregunto el por qué. ¿No crees
que debería seguir odiándote como te odiaba antes? Pero no puedo… NO PUEDO MÀS.-
Gritó
-Baja el tono! ¿Crees que es fácil para mí?
-Sí, lo creo. Para ti tiene que ser mucho más fácil sino no estabas
haciendo esto! – Ya no pudo aguantar, ahora las lágrimas rolaban solas por su
rostro, sus manos temblaban sujetando los libros contra el pecho.- Eres tú
quien lo está decidiendo, es tu testarudez lo que va arruinar la única
oportunidad que tenemos de ser felices. Piensa en eso y luego pregúntame si
creo que es fácil para ti.
Vio como Snape apretaba su capa entre sus dedos hasta que los nudillos
perdieron todo su color.
-¿No quieres que me enamore de otro? ¿Alguien más joven que tú? ¿Alguien
que me merezca? ¿Y bien que vas hacer cuando me veas con otro? ¿Cuándo sepas
que le voy a dar a otro lo que te daba a ti?- remató lleno de rabia, ahora.
- Si tanto me quieres como dices, no harás eso.- Eso fue todo lo que pudo
decir. Harry se mostraba irritantemente pertinaz. “?Por qué me hace esto?”
-¿Por qué no? Tu no me quieres, mi vida no tiene ningún sentido, puedo
dedicarme a putear lo que quiera! ¿Acaso crees que me voy a quedar echado en mi
cama masturbándome cada noche añorando tus caricias?- Demandó Harry- Lo difícil
es empezar… pero seguramente encontraré muchos fans con quien dividir mis
noches!
-Cállate! – Snape le lanzó contra la pared con un bofetón en la cara.- No
puedes ser de otro porque eres mío!
Harry estaba tan impresionado que se quedó sin habla. Solo las lágrimas
seguían cayendo de sus ojos verdes ya sin brillo. Sus libros habían caído al suelo.
Snape seguía mirándole con dureza, ceño fruncido. El chico tenía razón… eso
era lo que debería pasar, y él no debería estar actuando así. No debió pegarle,
lastimarle…
Empero, de algún modo sus pies lo condujeron hacía delante y sus manos
sujetaron al chico de los hombros.
-Lo siento… no digas esas cosas, me corroen los celos… no puedo imaginar otras
manos que no sean las mías en ti, otra boca que no se la mía.- Se rindió por
fin. Harry alzó el rostro hacía él.- Eso era lo que quería que pasase pero no
puedo… Merlín, si mi vida va a ser toda como estos días que estuve sin ti…
prefiero que se acabe…- Le besó la mejilla roja. Todo lo que había meditado,
pensado, todas sus certezas tiradas por la simple falta de voluntad. No, no era
eso… era amor.- Lo siento Harry, siento haberte hecho daño. Te amo… Estaremos
juntos aun qué eso me lleve a Azkaban.
-Yo tampoco puedo estar sin ti. Abrázame fuerte y no me sueltes!- suspiró
el chico. Solo era un niño, un niño necesitado de amor y cariño. Lo apretó
entre sus brazos dándole la seguridad que tanto ansiaba y se quedaron así
contra la pared, con Harry respirando sobre su hombro, acariciando su espalda
con las manos abiertas.
-Hemos perdido la razón…
-No me importa para nada… Dime que me amas otra vez… dímelo al oído, quiero
estar seguro de que no es otro de mis enfermizos sueños de felicidad eterna…
-Te amo, te amo, te amo…- murmuró entre cada beso que le depositaba en el
cuello. Inspiró el aroma de la piel del chico con una juguetona caricia de su
nariz.
-Severus… durante la batalla me herí… no se lo he mostrado a nadie…- el
semblante del hombre cambió y le miró con detenimiento.
-¿Dónde te heriste?
-Espera que te lo enseño…- se bajó los pantalones y los calzoncillos.
Severus pudo ver un minúsculo rasguño en la parte interior del muslo.
-Parece grave… Debería inspeccionarlo mejor…
-Podrías darle un besito para que se cure…
-Súbete los pantalones y vayamos a mis aposentos, te daré besitos por todas
partes!-convino Snape con una sonrisa.
*
El pergamino llegó en una lechuza castaña.
Profesor Dumbledore:
La orden a descubierto la
casa de los Riddle pero esta ha sido convenientemente quemada. No se encuentra
ningún vestigio de Nagini entre los restos, lo que nos lleva a suponer que
sigue viva o se ha consumido totalmente por las llamas. Optamos por seguir
buscándola ya que es un cable suelto…
Quizás el profesor Snape
pueda orientarnos hacía otros locales de encuentro de los mortifagos.
Atentamente. J. R. Lupin.
Me ha gustado mucho el capítulo. Por fin Snape ha entrado en razón!! Lo que ha costado. Y ahora, a ver si acaban de una vez con los horrocruxes!! =)
ResponderEliminar¡¡Por fin!! Ya me estaba poniendo de los nervios Snape. Me ha encantado lo del besito en la herida, jajaja. Besoss.
ResponderEliminarFina. Hola Saito al fin reacciono Severus, espero pronto acaben con nagini (y si Harry es otro Horcrux en que quedara Voldemort), mil gracias por el capitulo, besos, chao
ResponderEliminarSIIIIIIIII!!! Coincido con Minu, por fin! he dado un salto de felicidad cuando Snape ha admitido que le ama!! Hoy me has hecho feliz Saito y eso que me toca trabajar este fin de semana.
ResponderEliminarMuchas gracias por otro capítulo.
Besos. Guada
Muy buen capítulo Saito, me alegro que Snape diese su brazo a torcer, pero aún no me tranquilizo, hasta que no atrapen a Nagini y desaparezca por completo el peligro no estaré tranquila. Muchas gracias.
ResponderEliminarYa era hora! Nos has tenido en vilo hasta que por fin Snape se ha decidido a abrirse a una relación.
ResponderEliminarGracias Saito, me encantó el capi.
Besos