CAPITULO Vigésimo segundo
Cuerpo y alma
S
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iete horas… al fin la eterna espera terminaba. El sol, curioso, se metía
por las ventanas para expiar la última parte de la preparación de la pócima.
Severus dobló la manga de su camisa blanca hasta el codo exponiendo su
marca oscura. Allí, delante del caldero hizo un corte sobre la piel tatuada con
su puñal de plata. Frunció el ceño al sentir la fría lamina resbalar por su
carne.
Sonrió al ver caer sobre el caldero las siete gotas de color carmín. La
mixtura adquirió una tonalidad rosa pálida, estaba seguro de que había salido
bien.
Maestro de pociones por tantos años y nunca hasta ahora había sentido el
cosquilleo de la inseguridad al hacer su trabajo. Estaba consciente de que si
algo saliese mal no tendría tiempo ni medios de elaborar otra. Un pequeño
descuido con llevaría a un fatal error.
Sin preocuparse de la herida, escurrió todo el contenido del caldero a una
botella de cristal bordada a oro y la tapo con un tapón igualmente de cristal.
-Profesor Snape!- El chico pelirrojo y Hermione entraban de sopetón y sin
llamar en su oficina.
Snape les miró con detenimiento y ceño fruncido de desagrado, esos críos tan
osados jadeaban eh intentaban articular palabras pero él habló primero:
-Cinco puntos menos para Gryffindor por entrar en mi despacho como una
bandada de lechuzas intrometidas!
-Profesor!- Protestó Ron, rojo de irritación. Hermione le empujó a un lado
y se metió en escena.
-Profesor Snape… perdónenos, es que queríamos encontrarle antes de que
iniciasen el ritual…
-Las noticias más que correr, vuelan en Hogwarts!...- Irguió una ceja y se
cruzó de brazos. En ese momento Ron se preguntaba cómo demonios se había Harry
enamorado de esa cosa. - ¿Para qué queríais encontrarme?
-Profesor…- Hermione le miró, pudo percibir que estaba nerviosa eh
incomoda- hablamos con Harry ayer, después de que le hubiesen encerrado en la
torre y… bueno él me pidió…
-¿Está segura de que era el Sr. Potter quien habló con usted?
-Sí… lo estoy porque me pidió que le dijese que…- sus mejillas se
ruborizaron.- ¿Por qué me habrá pedido esto?... Me ha pedido que le diga que…
le quiere.
El austero profesor se limitó a mirar al suelo durante unos minutos. La piel se le erizó con la cálida recordación
de los besos de Harry, su sonrisa y su mirada pura y tierna.
-Gracias Señorita Granger.- dijo tan solo.
-Sepa que siempre hemos apoyado a Harry en todo. A pesar de nuestras recientes
divergencias de opiniones y peleas… queremos ayudar.
-Muy bien. Pues traten de no meterse en problemas mientras tanto. Eso sería
una gran ayuda.- se iba a dar la vuelta pero la mano de Hermione se cerró firme
sobre su capa.
-Profesor… queremos ser útiles!
-Seréis útiles si dejáis de molestar!- Duro, implacable… de vuelta a la
antigua mascara del odioso profesor de pociones.
-Tenemos tanto derecho a ayudar como usted! Somos sus amigos!- Snape
suspiró. Había tratado demasiado con el trío maravilla como para darse cuenta
en aquel momento de que no podría demolerles de sus decisiones, y antes que
metiesen la pata mejor sería instruirles en algo sencillo para quitarlos del
camino.
-Está bien… pero harán lo que se os diga sin protestar.
-Lo haremos.- Dijo Ron por primera vez.- Haremos lo que sea. Le prometemos
a Harry que le ayudaríamos.
-Tenéis que saber que lo que va a pasar hoy es muy arriesgado, el Sr.
Potter podría no sobrevivir…- murmuró.
La tristeza y el miedo eran casi palpables en la voz del hombre.
-Usted no lo permitiría…- Hermione le confió una sonrisa llena de
esperanza. Esos niños confiaban en él y eso era mucho más asustador que el
ritual que estaba a punto de comenzar.
-Hay cosas que escapan a mi control…- Si, muchas cosas habían escapado a su
control y no podía dejar de reprocharse por ello. Todo desde el verano había
escapado a su control… su interior no pudo contener una sonrisa al tiempo de
satisfacción al tiempo de angustia. Su estomago gruñó de ansiedad, ojala no tuviese
que estar en aquella situación. – Vamos entonces, el profesor Dumbledore está
con los miembros de la orden.
*
Tras una breve reunión en el gran comedor, en la que Albus les explicó a
todos en qué consistía su función durante el ritual les pidió también, excepto
a Severus y a Lupin que se encaminasen a la sala de menesteres.
Los tres hombres por su lado se encontraron con Moody en la cima de la
Torre.
Harry no podía verse, el interior de la celda seguía oscuro y él estaba
cubierto por la capa negra.
-¿Cómo está?- Preguntó Dumbledore vigilando de soslayo el interior de la
celda.
-Duerme. Por lo que pude ver estuvo durmiendo casi toda la noche.- Moody
movió su ojo loco hacía los lados antes
de volver a fijarse en Albus.
-Creo que eso hace parte del mecanismo de conexión de las almas… la
somnolencia es lo que hace libertar la voluntad de la antigua alma y así
apoderarse del cuerpo…
Albus concordó con su suave ademán y se acercó a las gradas. El anciano
apuntó su varita de sauce y murmuró el hechizo “Imperius”.
Esa era la única forma segura de transportarle hasta la sala sin que
Voldemort se rebelase.
-No le perdáis de vista!- Advirtió Lupin hablando por primera vez desde que
llegó a la torre.
El cuerpo de Harry cubierto por la capa que se arrastraba a su alrededor
seguía descalzo detrás de Albus recorriendo los largos corredores de Hogwarts
hasta llegar a la sala del ritual.
Severus, Lupin y Moody seguían detrás de él con sus varitas en puño. Un
bajo la maldición imperius cada movimiento del chico era controlado.
La sala estaba preparada, un altar de mármol había sido conjurado en el
medio de la habitación ya su alrededor, haciendo un gran círculo, los miembros
de la orden.
Harry subió al altar y las manos de Severus le desnudaron por completo el
chico continuó mirando el techo sin rechistar.
El mago no pudo dejar de comparar la situación a los corrientes ritos de
sangre y sexo que pasaban en la cueva donde se encontraba con los mortifagos…
un altar de mármol… gente alrededor… un cuerpo desnudo…
Los miembros de la orden bajo una leve señal de Albus se dieron las manos.
Ahora el círculo estaba cerrado y solo Snape y Albus aparte de Harry
permanecían en el interior.
La sala de menesteres había teñido sus paredes de negro, las ventanas
sustituidas por atrochas de oro que ardían y lo iluminaban todo de una tenue
luz amarilla. El suelo y el techo eran igualmente negros dando una extraña
impresión de profundidad e infinito.
Lo que más resplandecía era el altar tan blanco y la piel de Harry antes morena
ahora tan pálida y mortecina como la propia losa.
Sin más tardanzas Dumbledore inició el hechizo. Nadie podía escuchar lo que
decía, Albus apenas movía los labios. La certeza de que todo había comenzado
fue cuando unos rayos rojos salieron de su varita y empezaron a rodear a Harry
formando un círculo doble.
Los murmullos de Dumbledore seguían y ahora los rayos dibujaban una
estrella de cinco puntas dentro del círculo menor.
Nadie habló, no podían. La expectación y el asombro, el miedo de que algo fallase
les mantenía en silencio. Ron y Hermione se apretaron más las manos en sus
sitios.
Severus arrancó el tapón de la botella de la infusión de acónito y subió
las escaleras para acercarse al altar. “Merlín
permitas que sobrevivas Harry, o mi espíritu morirá con el tuyo!” Despejó
el contenido entre los labios apagados del chico. Suspiró recordando esa novela
que Harry le regaló por navidad.
Si él no sobreviviese haría seguramente lo mismo que el protagonista de esa
novela mugle. Besaría sus labios para recoger el veneno y poder morir también…
Sus divagaciones terminaron de sopetón cuando el cuerpo del chico empezó a
convulsionarse y a arquearse con los puños cerrados, sobre el altar.
Albus le indicó que se alejase y volvió a murmurar los hechizos que venían
en el libro.
Snape podía sentir la magia fluir dentro del círculo y alrededor del cuerpo
de Harry. Aquel ritual volvía a parecérsele a los rituales que hacía con el
Lord… la tortura….
-Severus ven… desnúdate
sobre el altar…- el círculo de mascaras blancas les rodeaba como fijas columnas
de piedra. Un extraño humo les cubría hasta las rodillas bailando sobre el
suelo de piedra gris.
Voldemort disfrutó por
momentos observando su desnudez y después con su larga y fría mano se dedicó
acariciar su cuerpo, a despertar su deseo.
El mago le enseñó una cuerda
de Manila y la frotó con rudeza sobre sus pezones rojos después sonrió y le
propinó un latigazo en el abdomen deleitándose con la visión de los músculos
contrayéndose y la espalda de su siervo arqueándose por el dolor.
-¿Te vas a correr rápido
hoy, Severus?- preguntó sujetándole con fuerza el pene y empezando a bombearlo
con movimientos imprecisos.
-Oh amo…
-Mmm…- lamió la mano
absorbiendo las dulces y pequeñas gotas de líquido seminal que se escapaban del
glande hinchado.
Voldemort estaba
completamente desnudo y se subió al altar con energía, sentándose sobre el
vientre del cautivo.
No solo el miedo, pero
también la excitación le hicieron temblar. La lengua viperina y escurridiza de
su amo le chupaba un pezón mientras sus dedos acariciaban su cuello con una
gentileza casi desconocida.
-Hoy te enseñaré una cosa…-
Se hizo a un lado para poder contemplar el cuerpo de su puta suplicante de
placer.
Bajó su cadavérico rostro
para besar al hombre echado sobre la piedra. Un beso de maestro, profundo y
erótico, jugueteando con su lengua dentro de la otra boca asustada, mezclando
sus salivas, haciéndole tragar su sabor. Exigente y poderoso, como el mismo
Voldemort.
“Sí, Severus es un
afrodisíaco natural”… pensó mientras pasaba la cuerda alrededor del delgado
cuello y tiraba de ella.
Un tirón firme y fuerte
impidiéndole respirar. Dio una carcajada cuando el hombre se llevó las manos al
cuello intentando librarse del agarre.
-Mmm vas a tener el mejor
orgasmo de tu vida…- La mano de la serpiente volvió a masturbar al maestro de
pociones cuyas lagrimas caían a los lados, sobre su pelo revuelto.
Su rostro teñido de rojo y
sus labios medio abiertos intentaban coger algo de aire pero la cuerda seguía apretada.
Severus no pudo recordar mucho más, solo la inmensa sensación de placer que
le recorrió después. El fuego líquido corriendo por sus venas dejado por los
labios de Voldemort sobre los suyos, hinchados. Entonces su cuerpo se retorcía
como ahora el de Harry.
Tal y como él lo sintiera, Harry sentía ahora el dolor de tener su cuerpo
muriéndose…
Al cabo de varios minutos el cuerpo del joven se calmó. Yacía totalmente
inmóvil y en su palidez se reflejaba los rayos de magia roja que seguían a su
alrededor.
El alma de Voldemort moría igualmente dentro del pequeño joven. Harry se
arqueó una vez más levantando casi todo el torso de la losa, su boca abierta
dejaba escapar una pequeña luz verde.
Severus abrió los ojos como platos, la luz subía como si un Dementor le
estuviese arrebatando el alma. Entonces, debajo de la mirada de todos los
miembros de la orden, la luz verde se desintegró y otra pequeña luz surgía en
los labios de Harry. Esta era roja. Era el alma que no podía escaparse… su
alma.
-Ahora Severus!- Murmuró Albus y Snape recorrido por la urgencia de salvar
a su amante arrancó el tapón de cristal de la botella bordada y la inclinó
sobre la boca del chico. No pudo impedirse de cogerle la mano fría y sin vida
entre sus dedos.
-Harry…- musitó. La pequeña luz roja se detuvo en la subida y brilló con la
doble intensidad antes de rehacer el camino de vuelta al cuerpo de Harry
Potter.
Snape volvió a meterle entre los labios un poco más de poción cuando su
amor volvió a estar reposado sobre el altar.
Sonrió al ver el pecho desnudo llenarse de aire y soltar un largo suspiro.
La magia que lo rodeaba había desaparecido y Dumbledore se acercaba más a
ellos.
-Creo que todo ha salido bien, Severus… Harry necesita ir a la enfermería.-
El hombre más joven se cubrió la frente con la mano en una expresión mixta de
sufrimiento, alegría, devoción y gratitud. Sí, estaba muy grato… Harry estaba
vivo.
-Claro…- apartó los cabellos de su rostro.- Le llevaré…
El cuerpo en sus brazos envuelto en
su capa no pesaba más que una almohada. No pudo resistir abrazarlo más y
besarle el cabello revuelto de camino a la enfermería.
-Te amo Harry…
-Yo también te amo… Severus.- las palabras por si solas tenían un gran
significado, pero dichas en aquel momento fueron la cosa más importante y
maravillosa. Harry había despertado.
-¿Cómo te sientes? ¿Estás bien?
-Necesito mis gafas…- masculló. Severus reprimió una carcajada y le
depositó sobre la suave cama de la enfermería.
-Te las traeré enseguida…- besó su mejilla aún demasiado lívida.
-Sev… lo siento…- buscó la mano del hombre para entrelazar sus dedos en los
suyos.- Siento mucho el dolor que te causé… yo no quería, él me obligó! Fue
horrible… lo siento.
-No fue culpa tuya mi vida. Sé que tu nunca me harías daño de esa forma…-
le besó con suavidad, un simple roce de labios.- La Madam Pomfrey va a venir a
examinarte. Yo iré afuera a decirles a todos que te estás recuperando.
-Gracias.- Sonrió. Era la sonrisa más tierna que Snape jamás hubiese
visto.- Dame otro beso…
¿Cómo negarle lo que fuese a esa criatura?
Meses atrás nunca lo admitiría pero ahora… mataría por Harry, por su
mirada, por su sonrisa y su amor desinteresado.
No podía acordarse de nada salvo en el momento en que un gran poder
recorrió sus venas, era potente y lleno de amor… sí, era el amor que le ató a
la vida, una segunda vez.
Durante varios minutos después de ver a Severus salir se quedó echado y
cubierto con la capa que emanaba el mismo olor a Alcanfor que su novio. Se
sonrojó con la idea, ahora ya todo el mundo estaría al tanto… se encogió de
hombros, no le importaba que todo el mundo lo supiese. Incluso si alguien
quisiese separarles ahora tendría que enfrentarse a él. Se sentía capaz de mover montañas, estaba
feliz y libre para siempre.
El mal, esa cosa repugnante contra la que siempre había luchado se había
ido al fin, pero no sin dejar una devastadora señal de su presencia. Voldemort
hizo especial cuestión en dejarle un regalo que nunca más podría olvidar,
memorias de su vida estaban grabadas a sangre en su interior.
Sabía como Severus había sido un sumiso esclavo sexual del Lord, como le
habían humillado, como le habían robado la dignidad.
Lo sabía, pero Severus nunca lo sabría. Terminó con sus divagaciones y
limpió una lágrima rebelde sin que sus dos amigos se percatasen de ello al
entrar a visitarle. Hermione venía delante y Ron un poco tímido tardando en sus
pasos.
-Harry… estamos muy felices de que estés de vuelta!- dijo la chica con una
enorme sonrisa.
-Hermione… Ron! Gracias por venir a verme.
-Claro que veníamos a verte! Eres nuestro mejor amigo! ¿Verdad Ronald?- El
pelirrojo se acercó un poco más a la cama y dijo:
-Lo siento Harry. Te debo un pedido de disculpas… fui muy tonto contigo. Tu
no tenías la culpa pero es que nadie se podía imaginar porque te comportabas
así…
-Ron, soy yo el que lo siente. Olvídalo la culpa es mía.
-Chicos!- Hermione protestó.- Creía que ya habíais hecho las paces en la
torre! Por cierto… le di tu recado al profesor Snape…
-Gracias… sois mis mejores amigos!
-Ajajaja… y nos tendrás para siempre!- Añadió Ron sacando un sapo de
chocolate del bolsillo de su capa-¿Queréis compartirlo?
*
Un poco de magia y dos elfos domésticos lo dejaron todo limpio en unos
momentos. Los libros caídos en el suelo de su despacho eran de su
responsabilidad.
Se detuvo aquí y allá recogiendo los rollos de pergaminos perdidos en el
suelo. Un pequeño estruendo atrajo su atención hacía la entrada. Harry
intentaba hacer pasar su maleta por el hueco del retrato del caballo.
-Harry, ¿qué haces?
-La mudanza…- sonrió por fin cuando la maleta cayó al otro lado y se abrió
esparciendo sus camisetas y su ropa interior por el suelo de la mazmorra.
-¿Mudanza?- Snape volvió a meterlo todo en la maleta con un toque de su
varita.
-Sí.- El chico se abrazó a su cuello con ambos brazos.- Traje todo lo que
tenía en la torre… me quedaré aquí en las mazmorras contigo!
-Espera… espera un poco.- Se soltó del agarre- no sé si es una buena idea,
Dumbledore…
-He hablado con el profesor Dumbledore…- interrumpió.- me dijo que si tú
estabas de acuerdo él también lo estaría.
-¿Qué?- Frunció el ceño. Se habían vuelto todos locos… ¿Qué había de la
discreción? ¿De mantener el romance en secreto? ¿Qué pasaría si le mandaban a
Azkaban?
-Qué viejo pareces cuando haces esa cara… jajaja
-Estoy seguro de que estás deseando una demostración de lo viejo que estoy,
mocoso!- Gruñó de forma pervertida.
-¿Eso significa que me puedo quedar?
“Al diablo todas las dudas.”
-¿Tengo otra opción?
-No…- sonrió y le besó satisfecho por volver a estar en casa.- Gracias
Severus.
-Bueno, no me agradezcas nada, en realidad yo también quería que te
quedases… La mazmorra es demasiado grande para mí solo…- admitió por fin.
-No iba por eso, pero me agrada saberlo de todos modos…- acarició el pelo
largo de su amante
-¿Por qué, entonces?
-Por todo. Por darnos una oportunidad, por dar esa oportunidad a nuestro
amor.
-Qué cosas dices!- Le sujetó el mentón para un tierno beso. Se quedaría
besando esos labios para siempre, pero Harry le empujó hasta el sofá y se sentó
en sus rodillas.
-El profesor Dumbledore me explicó lo difícil que fue encontrar el ritual y
lo difícil que era prepararla… me dijo también lo perspicaz y astuto que habías
sido para realizarlo. – Acarició la mejilla del mayor- Eres el mejor maestro de
pociones que he conocido nunca!
-Potter… soy el único maestro de pociones que has conocido!
-El profesor Dumbledore también me dijo otra cosa…- deslizó sensualmente el
dedo por el cuello de su camisa.
-¿Qué cosa te dijo?
-Que solo la sangre del amante me devolvería a la vida… y solo funcionaría
si de verdad esa persona me amase…- Severus se sonrojó un poco.- Sentí mucho
amor, sentí que algo me prendía a la vida, ahora sé que era el poder de tus
sentimientos… lo siento si te suena cursi… pero ahora es todo lo que nunca me
habías dicho. Me refiero a esas palabras de amor que decías que no eran tu
fuerte… Fue una declaración de amor muy profunda y todavía siento tu sangre
recorriendo mi cuerpo con una intensidad arrebatadora. No puedo describirlo, es
mágico.
- Harry…- sus ojos se perdieron en la profundidad del verde esmeralda.- Yo
no creo que sea cursi… quiero que te quedes conmigo, quiero protegerte…
-Uf, oír eso es mejor que un orgasmo!- Se rió con mucho ánimo.- Yo también
quiero quedarme para siempre contigo… ¿Me querrás igual cuando tenga cuarenta
años?
-Mmm yo tendré muchos más… ¿tú me querrás a mi?
-Pensaré en ello…- abrió su boquita para recibir un cálido beso.- Antes de
nada quisiera pedirte una cosa…
-Pídeme todo lo que quieras…- Dijo con mirada pícara el hombre más viejo
sintiendo como Harry se arrimaba más a él y posaba su cabeza sobre su hombro.
-No quiero tener que volver con los Drusley nunca más. Por favor…- le miró
a los ojos al tiempo que Severus le acariciaba la espalda.
-No, ya no tienes que volver nunca más. Mientras yo viva no tendrás que volver con ellos. Te
protegeré siempre y me ocuparé de que estés feliz de ahora en adelante.- Dijo
con firmeza.
-Sí, yo también quiero cuidar de ti, para siempre… pero Severus hay otra
cosa que no entiendo.
-¿Qué cosa?
-Pues tu brazo…- levantó el brazo del hombre y acarició la cicatriz por
encima de la marca negra que seguía tenue pero aun visible.- Si Voldemort ha
desaparecido y ahora definitivamente… ¿La marca no debería haberse esfumado
también?
Ambos miraron el tatuaje de soslayo sin atreverse ninguno ni siquiera a dar
una respuesta.
¿Fin?
Como que ¿Fin? Saito que ganas de dejarnos sufrir!!! jejejeje.
ResponderEliminarEste capítulo me ha encantado!Tiene de todo, amor, sexo, magia. Y todo reflejado tan bien que podía imaginarme esa sala de los menesteres y ese altar blanco.
Sin duda tus palabras logran trasportarme al maravilloso Hogwarts y ser un alumno más que está viviendo tus historias.
Muchas gracias por otro capítulo o por el ¿final? jejejeje. Y por consugiir trasmitir tanto con tus palabras.
Besos. Guada
Esto quiere decir que tendremos mas Snarry? Estupendo! Fantastico este "final" gracias mil Saito, me encanto la historia y me encanta la posibilidad de que la continues.
ResponderEliminarBesoss
Si, ya lo tengo claro, lo tuyo es la tortura, te gusta torturarnos dejando ese fin en el aire. Pero hay que decir que es un magnífico final, un capítulo estupendo. Así puedes seguir torturandonos todo lo que quieras, somos tus víctimas voluntarias.
ResponderEliminarMuchas gracias Saito. Un abrazo.
Fina. Hola Saito esta super bueno el capitulo, la dedicacion de Severus, el que Harry se mude a sus aposentos. Pero que ganas de hacernos jalarnos los pelos ¿Fin?
ResponderEliminarMil gracias por el capitulo, besos, chao
Me ha encantado este capítulo, todo se ha resuelto muy bien y Snape al fin podrá ser feliz, que ya se lo merecía con todo lo que ha tenido que sufrir. Y espero que tú no nos hagas sufrir más con eso de la marca del brazo ¬¬. Besoss.
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