26 de janeiro de 2013

Destinos al viento- capitulo 3




Capitulo Tres

Volví a verle dos días antes de que se marchase a Los Ángeles. Rebecca me invitó a escucharle tocar el piano.
Estaba Stephen, estaba una amiga de Jo que no reconocí.
Hugh pasaba suavemente pero con fluidez los dedos cuidados con esmero por las teclas tocando una bellísima melodía. Creaba preciosos paisajes en mi mente y con seguridad en la suya, pues nunca en mi vida le he visto tan feliz como cuando tocaba el piano.
El concierto llegó a su fin y tras una pequeña charla, Rebecca sugirió que saliésemos a fuera.
-¿Has visto como toca mi padre? ¡Es estupendo!... ¿Sabias que toca en un grupo de caridad?- preguntó sentándose en un escalón de la puerta de las traseras.
-No tenía ni idea...- mentí. Claro que lo sabía, lo había leído en internet.
-¡Sí! ¡Me dejó tan feliz cuando lo supe! Es tan maravilloso que se pueda ayudar así a los niños y que...- su móvil sonó.- ¡Oh es Roy! ¡Espera!
Se metió para dentro y yo me quedé sentado a solas tan solo unos momentos. En seguida noté una presencia que bajaba los escalones y se detenía delante de mí.
El silencio entre los dos parecía ser algo ya común. Hugh miraba al suelo y buscaba sus cigarrillos en el bolsillo trasero de sus vaqueros.
-¿Te gusta la música Richard?
-No, la odio.- me miró con expresión burlona pero después pareció en shock cuando se dio cuenta de que hablaba en serio.
-¿Rebecca te dijo que iba a tocar?
-sí...
Hizo una mueca de incredulidad
-... y aun así viniste...
-Quería saber hasta qué punto tu música es odiosa.- murmuré.
-¿Y qué has descubierto?- su mirada azul me producía vértigo. La sensación de que el suelo se escapaba debajo de mí.
-...que la echaré de menos...- me callé de sopetón, arrepentido. ¿Le estaba coqueteando? "Dios, eres una puta, está casado"
-Yo también echaré de menos cosas...- dijo pensativo- echaré de menos regalarte camisas...
-Oh! ¡Que eso no sea un problema! Siempre puedes enviármelas desde L.A...
Ambos dimos una carcajada
-Richard te llamaré. Me gustaría que...
-... de mí no escucharás mentiras ni el típico: todo va bien.- le interrumpí.
-Gracias.
-No hay de que.- ¿Dónde estaba todo el mundo? No quise saber. El mundo éramos nosotros dos. Ahora.
El silencio volvió. Era un silencio cómodo, familiar... hasta que Hugh empezó:
-Sabes, cuando vuelva deberíamos hacer una carrera de motos... sería divertido.
-¿Carrera? Uf, no creo que pueda ganarte.- admití.
-Lo sé.- Ambos volvimos a reír. No sabía muy bien porque él me ponía de tan buen humor, me hacia feliz, me hacía sentirme especial. Ahora sé que estaba locamente enamorado.
Hugh era culto, era divertido, era tierno, era amable, era ingenioso... era guapo y a Bobby le caía muy bien. Le había visto pocas veces, nuestros encuentros eran muy fugases, pero Rebecca hablaba tanto de él, que creí conocerle de toda la vida.
En la oscuridad de mi habitación, cerré los ojos y vi los suyos, azules, luminosos llenos de alegría. A poco y poco le imaginé yéndose, dejándolo todo aquí, partiendo lejos. Su mirada ya no parecía feliz. Intenté no pensar en ello y dormirme. Aun con los parpados bien cerrados las lágrimas se escapaban de mis ojos.
Mis días no cambiaron, pero sin embargo cada segundo que pasaba pensaba: "quiero que vuelva". Rebecca salía bastante con Roy, al final se habían hecho novios. Por las tardes iba a mi casa mucho menos tiempo. A veces cenábamos mientras me contaba sus cosas y después se marchaba.
Según Rebecca, Jo parecía una mujer soltera. O quizás harta de su situación familiar. Entraba y salía de casa sin molestarse en decir nada. Había días que no la veía.
-Comprendo que mi madre esté muy alterada por como están las cosas...- se quitó los zapatos y subió los pies al sofá.- Yo quiero que mi padre vuelva, pero es mi padre... no sé cómo me sentiría si fuese mi novio.
La oí pero no la escuché. Pensaba en Hugh... ¿en qué estaría haciendo?
Mirar a Rebecca era como meter los dedos en una herida que quería cicatrizar. Cada vez que la veía, el contorno de sus labios, sus ojos, sus pestañas, el color de su pelo...
-¿Richard?
-eh? ¿Qué?
-¿Qué te pasa?- insistió.
-¿A mí? ¡Nada!
-¿Todo va bien en tu trabajo?
-Como la seda.- intenté apartar los pensamientos de mi cabeza.- Pero sigue, te estaba escuchando.
-¿Ah sí? entonces que dije?
-Emm...- Ahí me pilló.- Lo siento no lo escuché. Pero has hablado con tu padre?
-Sí, cada día.- Me apeteció gritar. Me había dicho que me llamaría! Y ya habían pasado dos semanas desde que se había marchado.- ... tu pareces deprimido...
-Tengo sueño, me voy a la cama.
-¡Tú nunca tienes sueño!
-Hoy si. Cierra cuando te vayas.- Le besé la cabeza y subí las escaleras con un nudo en la garganta.
Me metí en la cama y me cubrí hasta la cabeza con los cobertores de plumas. Por instantes deseé nunca haber conocido a Rebecca.
Durante la noche no podía dormir, mi corazón se aceleraba, era como si mi cuerpo se negase a dormir, mi cerebro vagueaba en pensamientos y recordaciones.
Sobre las 4 de la mañana di un bote en la cama con el sonido de mi movil llamando. No miré el número, la luz del móvil me hería los ojos.
-¿Hola?
-¿Richard? Soy Hugh. -Abrí bien los ojos para certificarme de que estaba bien despierto.- ¿Cómo estás?
- Bien...
-Oye, siento haberte despertado. Sé que es muy tarde ahí, pero me fue imposible llamarte antes...
-No... No importa.- Tuve consciencia de que mi voz sonaba fría, distante.
-No te llamé antes porque no quería parecer pesado...- mi corazón se derritió.- ¿Cómo están las cosas?
-¿Te refieres a Rebecca? Está bien, las cosas con Roy le van de maravilla.- Me acomodé en la cama esperando escuchar su voz deliciosa.
-¿Y tú?
-¿Yo?
-¿Cómo te van las cosas?
-jajajajaja...
-¿Tan mal va? ¿De qué te ríes?
-Pues que creía que ibas a preguntar de tu mujer y me sorprendió, eso es todo... No va mal. Va igual que hace dos días, igual que hace un mes... Mi vida no es tan interesante como la tuya.- Dije con un tono de amargura en la voz.
-Creía que hace un mes se había hecho más interesante...
-¿Mi vida?
-De eso hablamos.- Escuché su respiración relajada.
-Sí se hizo interesante, pero después volvió a dejar de ser interesante.
-¿Dejó de serlo porque...?- Sonreí, me estaba coqueteando.
-...pues porque lo que me interesaba se fue.
-Pero va a regresar, ¿o no?
-No lo se... No sé si cuando regrese le interesa que yo le encuentre interesante...
-Yo creo que sí...- Hizo silencio y yo también. Le escuchaba respirar, era como si estuviese a mi lado en la cama.- ¿Estas dormido?
-Casi.
-Te llamaré después...
-Vale, mis días se harían más interesantes...
-Jajajaj. Está bien, lo intentaré. Buenas noches.
-mmm...- murmuré. Cuando desperté por la mañana aun tenía el auricular pegado a la oreja. Sonreí, no había sido un sueño. Por fin me había llamado.
Cada día antes de acostarme miraba el móvil. Una noche antes de acostarme lo miraba y sonó. Me dio risa porque era como si mi mente y la suya conectasen. "Quizás haya sido solo casualidad..."
-¿Richard?
-¡Hugh!
Que rápido has contestado! ¿Estabas pegado al teléfono?- Me pareció divertido.
-Lo tenía aquí al lado...- Mentí con las mejillas rojas de vergüenza.- ¿Todo bien?
-Algo cansado, acabo de llegar a casa... ohhh- escuché un gemido que casi me hizo desmayar, sangrar de la nariz, perder los sentidos, me sonó orgásmico.
-Qué... ¿Qué haces?
-Me estiro en la cama. Demasiadas horas haciendo de cojo... me duele la pierna...
-¿No habías dejado de hacer de cojo ya?- interrumpí.
-hahaha, Buen punto, la que me duele es la otra. Camino todo el tiempo forzando la izquierda. ¿Como estas tú?
-Yo... No tengo cosas nuevas sobre Rebecca que contarte... solo pasaron tres días desde...
-Lo sé, y lo repito: Cómo estas, tú.
-¿Ahora en este momento?
-Sí.
-Contento, muy, muy feliz.- Confesé. Él me ponía feliz.
-¿Alguna razón en especial? ¿O te despertaste feliz hoy?
-mmm... creo que me desperté feliz... jajajaja- Escuché su carcajada del otro lado, él también me sonó feliz- ¿Hugh?
-¿Sí?
-¿Cuando vuelves a Londres?
-No sé el día exacto aún, pero será en Navidad.- suspiró
-¿Cuanto falta para que sea navidad?
-Uff... mmmm bastante, como dos meses.
-Ai.- Gemí con la punzada en mi estomago.- Tanto.
-Es mucho, pero espero que pase rápido.
-¿Por qué? ¿No estás haciendo lo que te gusta?- Creo que le sorprendí con la pregunta porque sostuvo la respiración un momento antes de decir:
-Lo estoy, de hecho estoy haciendo lo que más me gusta pero lo malo es que la vida nunca está completa. Hago lo que me gusta pero estoy lejos de quien me gusta... Nunca es perfecto.
Nunca descubrí en esa conversación si yo estaba incluido en la gente que le gustaba.
Una mañana unos días más tarde recibí un paquete de L.A con un reloj que marcaba la hora de allí. Era un reloj de líneas clásicas y pulsera en piel. Junto con él traía una tarjeta que ponía:"No es una camisa pero espero que te guste. H. Laurie". Terminé de leerla y la doblé tal y como estaba antes. Olía a su perfume y sentí una punzada en el corazón.
Desde ese día nunca más me lo quité. Me gustaba ver como se quedaba en mi pulso. Lo miraba durante largos momentos y contaba las horas que faltaban para volver a verle.
Cuanto más se acercaba el día, más ansioso me ponía.
Nevaba, la ciudad se había cubierto de esponjosos y fríos copos de nieve. Incluso nevando afuera yo me pasaba los días lleno de calor.
Por fin llegó a casa y yo estuve todo el día detrás de los cristales empañados para verle. De pronto me preocupé con lo que pasaría cuando nos viésemos. Después de tantas charlas por teléfono...
Aquella mañana, nevaba como nunca, la nieve se acumulaba en las calles y aceras, no se veía a casi nadie caminar y las pocas personas, lo hacían a prisa, cubriéndose la cara con la bufanda. Bobby correteaba por la casa impaciente. Aún no le había llevado a la calle porque tenía tanto frío que me daba pereza salir de la cama.
En el silencio de la calle escuché la voz que tan familiar de Hugh llamar su perro. Sonreí. Al final Bobby iba a tener su momento de suerte.
Me vestí lo más rápido que mis dedos helados me permitieron, le metí el collar al perro y salimos corriendo. Cuando el aire entró en mis pulmones fue como un poco de agua fría en mi cabeza, Hugh no estaba.
Miré en ambas direcciones pero no había ni rastro de él y Bobby seguía tirando de la correa. Suspiré resignado y le llevé hacía el parque al que solíamos ir. Me entró una mezcla de ansiedad y aburrimiento. Quise volver a casa y cuando me di la vuelta aparecía él: Vestía pantalones castaños, un abrigo negro y una preciosa bufanda verde con rayitas rojas. Lo más bonito de todo era su sonrisa.
Se acercó lentamente observando la reacción de los dos perros que se lamieron y se olfatearon frotando sus hocicos. Estaban contentos, sus colas se balaceaban en el aire. Por instantes recordé los 101 dálmatas, aunque no eran dálmatas y tampoco nos enredaban con las correas. Sonreí.
-Hola...- saludé con un suspiro que no escondió mi satisfacción.
-He llegado ayer.- Me miró y volvió a mirar los perros.
-Lo sé, te he visto... Gracias... por el reloj, es precioso. Me ha gustado mucho.
-¿Lo llevas puesto?- Frunció el ceño.
-Sí.
-¿Puedo verlo?- Me pidió. Aunque me pareció raro lo quité y se lo di. Hugh miró la hora, que seguía siendo la de L.A y le dio la vuelta.- Leíste lo que pone aquí?
-¿Ahí pone algo?- me debrucé para ver de que hablaba, pero él me impidió escondiéndolo.- ¿Qué pone?
-No me creo que no lo hayas leído...- Dio una carcajada sonora, después me lo dio y se alejó llevando al perrito.
Acerqué el reloj a los ojos, nunca me había dado cuenta de que ponía algo, una inscripción muy sutil alrededor del reloj. Ponía: "Love is our true destiny". Me sonrojé y volví a ponerlo en el pulso antes de echar una carrera para intentar acompañarlo.
-Hugh... ¿por qué no vienes a mi casa a tomar el té? Te quiero... te quiero dar las gracias por el detalle del reloj.
Él me miró lamiéndose los labios secos por el frío y dijo:
-Ahora es imposible... ¿Ves esos que vienen detrás? Son fotógrafos, seria embarazoso... ¿por qué no me esperas que se haga un poco de noche?- Sabía que él pensaba en las portadas de los periódicos sensacionalistas.
- Está bien.- Sonreí. Comprendí que debería dejarle ir entonces acaricié a Bobby y me alejé.
Al llegar a casa, la primera cosa que hice fue ponerme a ordenar lo que ya estaba ordenado, arranqué las sabanas de mi cama y puse unas lavadas... no creía que fuese a pasar nada, pero mi mente fantasiosa ya hacía planes y planes.
-¡Bobby! Nooo...- El perro me veía correr de un lado para otro y corría detrás de mí, creyendo que yo quería jugar. Quería jugar, pero no con él. Me cubrí la boca con una mano para aguantarme una risa tonta.
Hice galletas en el horno, felizmente me salieron bien y eso me puso aun más, de buen humor. En el final me di un baño, me vestí unos pantalones y un jersey de cuello alto de lana blanca.
Acababa de sentarme en el sofá cuando escuché un suave knock knock en la puerta de las traseras.
Abrí.
-El cartero siempre llama dos veces...
-eh?
-jajaja... es una película de los años ochenta. - Le dejé pasar cerrando la puerta enseguida.
-Yo nací en los ochenta.- Hugh pasó los ojos por el ambiente de mi casa y después me miró a mí y dijo:
-No lograrás que me sienta viejo.
-jajja no era eso que quería decir, quería decir que yo no...
-Lo sé. Estás muy guapo.
-Es por la luz, ¿quieres quitarte la chaqueta?- Hugh iba vestido de negro como si fuese a cometer un asalto, los pantalones estaban un poco sucios de tierra abajo. Se la quitó y después se quitó los zapatos.
-No quiero ensuciar nada...
-Qué haces, ¿qué más da? ¿Dónde has estado?
-Tuve que ir a enterrar un cadáver...- Me guiñó el ojo.- Bueno no... En realidad tuve que saltar unos mures por ahí detrás.
-¡Dios! Con lo escuro que está podrías haberte hecho algo y...
-jajajjaa y caerme, y romperme una pierna o... o caerme en un agujero sin fondo...- Fruncí el ceño, obviamente se burlaba de mi.
-Sí... sin fondo...- Le di la espalda y fui derecho a la cocina a calentar el te escuchando que me seguía.- ¿Como te gusta el té?
-Con azúcar...- No me esperaba tenerle tan cerca, me temblaron las manos y ensucié un poco.- Deja que yo lo hago.
Solté la tetera. Me quedé observando cómo se subía las mangas de la camiseta y se ocupaba del agua. Sus brazos eran perfectos, fuertes. No pude contener las ganas de tocarlos y en un gesto inocente coloqué mi palma sobre él.
-¿Oh hice galletas, quieres probar unas?- Creo que mis ojos brillaron como si fuese un niño de cinco años.
-Claro que si, seguro que son deliciosas.- Las puse en un plato y las llevé a la sala.- Déjate estar, enseguida llevo el té.
-... ¡pero tú eres el invitado!- Protesté.
-Pero tú hiciste las galletas. ¿Seguro que las hiciste?- Traía el té al sofá.
-Sí
-¿Seguro que no las compraste?
-Sí…jajajjaa... ¿porque te mentiría?- Pregunté viéndole servir el té.
-Porque tienen buen aspecto. ¿No habías dicho que no sabías cocinar?- Frunció el ceño.
-Ya, pero lo intenté porque quería...
-..Darme las gracias por el reloj.- Estábamos sentados uno al lado del otro. Su presencia me agradaba mucho pero al mismo tiempo me sentía muy nervioso. Mis ojos estaban muy calientes y me apetecía llorar cada vez que le miraba. "Es una reacción nerviosa." me decía.- Bueno voy a probar.- Cogió una galleta y se rió.- ¿Si me muero aquí que dirás a mi familia?
-jajajjaa, ¡no vas a morir!
-Sí pero si pasa...
-Qué estábamos tomando el té. - Dije solamente.- ¿Que querías que dijese? jajjajaja
-La verdad.
-Esa es la verdad.- murmuré mirándole fijamente a los ojos que miraban mis labios.
-Eso no es la verdad...- Se detuvo esperando que me acercase. Yo no pude decir nada más y cerré los ojos acercándome a él, colocando mis manos sobre sus hombros.
Sus labios se posaron sobre los míos con suavidad. Sentí que me depositaba pequeños besos, sentí su barba raspar mi rostro y entonces reaccioné: Separé mis labios invitándole a más. Fui consciente de sus manos acariciando mis brazos sobre la lana suave, fui consciente de su lengua explorando mi boca, sus suspiros.
Bajé mis manos hacía su pecho, quería tocarle, sentirle, quería estar seguro de que estaba allí para mí...
Nuestras bocas se separaron con lentitud.
-Hugh...- susurré sin abrir los ojos- abrázame...-Cuando los abrí mi cuerpo estaba cubierto por el suyo, mayor que él mío, caliente. Le besé el cuello, detrás de las orejas y donde mis labios alcanzaban.- Te quiero...
Escuché un gimoteo suave.
-¿Qué pasa?
-Joder, ¿oyes la puerta? Llaman a la puerta...- Entonces desperté del hipnotismo que me provocaba su mirada, sus besos y sus manos.
-Shiiu! Seguro que es Rebecca, podría reconocerte la voz...
-Sí es Rebecca va a reconocer hasta mi perfume.- Murmuró.
-¡Vete! ¡No me pongas paranoico!- Me levanté y Hugh me besó una vez más sujetándome por el mentón.
-La prójima vez invéntate una cena… o algo.
-Vete ¡ya!- Dije pero le volví a besar. Y corrí a la puerta de la entrada. Solo abrí cuando escuché que cerraba la otra.
-¡Holaaa!- Rebecca me abrazó.
-¡Hola!- Contesté sorprendido.
-¡Tardaste en abrir!
-Oh si... es que... Estaba...- Ella pasó a la sala y se fijó en las dos tazas de té sobre la mesita.
-¿Estabas acompañado?
-¿Yo? Noo... esa taza era para ti, por eso tardé... ¡quería hacerte una sorpresa!- Mentí con cada diente que tenía en la boca. Pero Rebecca pareció no darse cuenta y se sentó justo en el lugar donde había estado su padre y cogió su tasa.
-Qué lindo detalle. ¡Eres tan lindo!- Me senté a su lado.- Creo que este té viene de maravilla con lo que te tengo que contar!
-¿Qué pasa?- En realidad la ocasión maravilla se había esfumado. Toda la tarde ocupándome de preparar el momento ideal y mi amiga, mi mejor amiga lo destruye. Intenté calmar mi odio con la satisfactoria recordación de los labios de Hugh.
Me amaba, pensé mientras Rebecca me contaba una larguísima historia a la que no prestaba atención, había corrido riesgos para venir a mi casa... Gimió de protesta cuando nos interrumpieron... eso es que le estaba gustando mi compañía.
-..y entonces pasó, ¡lo hicimos!
-Eh? ¿Qué pasó?
-Uff, ¿es que no escuchaste? ¿Qué crees que pasó?- Dijo frunciendo el ceño.
-No lo sé.- En realidad no tenía ni idea de que había pasado.
-¡Yo y Roy! ¡Los dos! ¡Duh!- bebió de la taza de su padre.
-¿QUE?- Entonces caí en lo que decía.- ¿Vosotros qué?
-¡Lo hicimos! Fue lindo Richard, ¡fue mágico! Sus besos son tan dulces!- Por una fracción de segundos me pareció a mi mismo hablando de lo que había pasado, pero después nada pudo contener mi odio. ¡Dios! ¡Es que podía haber pasado conmigo! ¡Pude haberme acostado con Hugh! Fruncí el ceño. -¿Qué pasa?
-Nada.
-¿Por qué haces esa cara? ¿No estás contento por mí?
-Sí, ¡no! Oye creo que no es el mejor momento para que hablemos de esto.
-¿Porque?- Se cruzó de brazos.- ¿Es que no somos amigos?
-Lo somos, por eso te digo que lo hablemos en otra ocasión.
-oh...- ella pareció sorprendida.- Richard tu... todo esto de la sorpresa y... ¿Estás sintiendo algo por mi?
-¿Qué? Noo, ¡no es eso! Es que no me apetece hablar de cosas tan serias, no estoy en mis mejores días. Perdona.- Rebecca hizo silencio.
-Sí no es eso que es. Dímelo, últimamente estás distinto conmigo.
-... aish, no es nada, de verdad. Estoy algo cansado últimamente, solo es eso.
-Tú eres mi mejor amigo, creía que podía compartir estas cosas contigo, ¡ya que mi madre nunca está sobria y mi padre siempre ausente! A lo mejor tienes razón, será mejor que descanses.- Me besó la frente antes de que pudiese decir nada y se fue.
Me sentí una mierda en el silencio de mi casa. Definitivamente el mejor día de mi vida era él peor.
Pronto pasaron varios días y mi consciencia me dijo que deberá llamar a Rebecca para disculparme por lo que había pasado, así que fui a su casa. Pensé mucho sobre que iba a decirle, que disculpa darle por mi comportamiento y llegue a la conclusión que lo mejor era:
- Es que... tengo miedo que te alejes de mí con lo de Roy...
- ¡Que cosas dices! ¡No podría alejarme de ti!- Rebecca me abrazó.
-Perdóname.
-¡No hay nada que perdonar! ¡Cenemos juntos hoy!- Propuso.
-No, ve a cenar con Roy.
-¡O sino ven con nosotros!- Continuó.
-Jajajaj que haría yo en una cena de novios? Venga, no. Después me lo cuentas, porque no comemos mañana juntos?- Estábamos sentados en su habitación. Podía escuchar la dulce melodía del piano. Hugh tocaba.
-¿Comerás aquí con nosotros?
-Si a tu madre no le importa. Lo haré.
-Está bien, ¡hablaré con ella!- me besó la mejilla.- ¡Venga ayúdame a elegir ropa!
La ayudé, le elegí un conjunto azul, precioso y cuando ella se fue a duchar yo bajé.
Hugh dejó de tocar.
-Por favor señor Laurie no pare.- Pedí educadamente.
-Creo que Rebecca una vez me mencionó que no te gustaba la música.- Fijó sus dedos sobre las teclas. - Quizás no te guste porque nunca has tocado.
-Sí, quizás tenga razón. Pero no creo que tenga talento para ello.- Yo estaba arrimado a la cola del piano negro.
-Siéntate aquí.- Hizo un espacio a su lado.
-¿Estás loco?- dije bajito y él no dijo nada, se dejó esperando a que me sentara. Cuando lo hice cogió mi mano izquierda y la puso sobre el piano.
-Pon la otra también.- Yo me sonrojé y hice lo que decía.
-¿Para qué sirve eso?- Señalé los pedales.
-No te preocupes con eso ahora... Haz como si no estuviesen ahí.- Sugirió.
-jajaja vale, mmm... ya está, no están ahí.- Me reí- No tengo ni idea de cómo se toca, esto tiene demasiadas teclas.
-Por eso hace muchos tonos...- tocó unas notas. Y yo aproveché para sacar un papel del bolsillo y meterlo en el bolsillo de su chaqueta.
-Creo que podrá enseñarme en otra ocasión porque tengo que irme... Tengo una cena, ¿sabe?- Le sonreí con picardía y él paró de tocar.- Quizás mañana, Rebecca me ha invitado a comer, si a usted le parece bien.
Hugh se lamió los labios y se rascó la cabeza.
-No tengo nada en contra... ¡Qué te diviertas en tu cena Richard!
-Gracias.- Salí y corrí hacía mi casa.
"Perfecto", pensé. Ahora todo sería perfecto!
Mi amante volvió a entrar por las traseras de mi casa, está vez con los píes mojados y helados.
-Creo que no debí saltar sobre esa poza...
-¡Dios!... yo también lo creo.- Dejó los zapatos a la entrada.
-¡Estoy congelado!- Fue instantáneo, le abracé y le froté la espalda.
-Mi cama es caliente...- Murmuré y Hugh se detuvo mirándome desde arriba.
-¿Me estas invitando a tu cama?
-A menos que quieras que te caliente en el sofá…
-hahahhaa...- Hugh enrojeció y se dejó conducir por la escalera.
-¡Te eché de menos!- Mis labios se acercaron a los suyos mientras le atraía más y más a mi cama, hasta que caímos sobre ella. Su cuerpo sobre el mío. Me mordí el labio inferior y miré hacia abajo.
Los delgados labios de Hugh se volvieron a cerrar sobre los míos, chupándolos, lamiéndolos como si de un delicioso dulce se tratase. Sus manos acariciaban mi nuca mientras que las mías se metían por debajo de su camiseta húmeda por el frío invernal.
Me estremecí cuando toqué su piel… Cuanto había esperado para tocar esa piel, frotar mis dedos suavemente por su espalda.
Me contestó con la misma ansiedad, rodeó mi cintura con sus brazos. Sentí que su pasión era como un incendio, devastador. 
Por momentos se detuvo, noté su mirada recorrer la expresión de mi rostro de ojos cerrados. Los abrí y sonreí.
-¿Qué?
-Arruinaste mi vida…- me sujetó el mentón con los dedos y me acarició los labios, como si fuese un ritual. Presioné mis labios contra sus dedos en un beso tierno. Escuché su gemido.
Nuestra ropa sobraba, las manos de Hugh me iban acariciando desde el cuello hasta la cintura desabrochando con lentitud cada botón de mi camisa. Deslicé mi mano por sus caderas y busqué la bragueta de su pantalón.
Hugh jadeó y besándome el cuello dijo:
-Despacio…- Creo que le gustó la visión de mi torso desnudo, de mis pocos pelos, de mis pezones duros porque enseguida  recorrió mi cuerpo y colocó con suavidad mi pezón entre los dientes, sonriendo satisfecho cuando me escuchó gemir.
Como era posible que pudiese mantenerse tan calmo, besando mí estomago en una tortura lenta. Él no tenía prisa, yo me moría por verle desnudo tener piel contra piel.
-Hugh desnúdate…- tiré de la camiseta y del cinturón mientras le lamía la oreja- tortúrame lo que quieras… pero desnúdate…
Pareció surtir efecto porque se levantó y se quitó la camiseta desechándola lejos de nosotros. Después abrió el cinturón y se bajó los pantalones.
Sonreí y le empujé sobre la cama invirtiendo nuestras posiciones. Mis pantalones volaron junto con mis bóxers.
Hugh se sentó en la cama y me atrajo con una mano sobre cada una de mis nalgas. Nos besamos en un beso largo, mojado. Su lengua lamía la mía, sus dientes mordían mis labios, mis labios chupaban los suyos…
Metí los dedos entre su cabello rubio ceniza y apreté con firmeza hasta que:
-Hmmm…- Exactamente lo que quería escuchar.
Yo estaba duro, rozándome contra su vientre, arqueándome mientras me besaba el cuello y toda la línea de la clavícula.
Por un momento pensé en Rebecca, en que estaba traicionando nuestra amistad, pero rápidamente aparté esa idea de mi mente, me arrodillé delante de Hugh y sumergí mi rostro en el delicioso aroma de su entrepierna. Abrí la boca sobre el bulto enorme y chupé con ganas mojando toda su ropa interior, succionando cada uno de sus testículos, lamiendo la extensión de tejido cada vez más pegada a su pene.
El hombre me empujó y se arrodilló sobre mí, entonces, cuando se quitó los bóxers y su hombría rozó pesada sobre mi cuello la toqué con manos temblorosas.
Hugh me miró a los ojos, sus pupilas estaban terriblemente dilatadas. Me gustó. Lleno de satisfacción abrí la boca y lamí su glande cubierta de jugo pre orgásmico. Suspiré delicado por el sabor agridulce que quedó en mis labios.
Me sorprendió cuando sentí que se echaba sobre mí de forma invertida y sus dedos presionaban mi glande, no con fuerza pero con firmeza  exprimiendo mis gotitas de placer. Después les pasó la lengua muy lentamente.
Cerré los ojos y me olvidé por completo de lo que estaba haciendo.
-Hugh…- Sus dedos me exploraban más allá seguidos por su lengua.- Hugh…- separé más las piernas.
-Relájate, deja que pase…- Mi cuerpo tembló, cuando su indicador atravesó la barrera de músculo que se relajaba y se contraía espasmódicamente y me acarició por dentro, con lentitud.
-Ohhh…- La sensación era deliciosa, no podía esperar a tenerle dentro me mi, haciéndome el amor. – Hugh por favor...
Sus dedos mágicos me trabajaron abajo durante unos minutos más, después se detuvo y se dio la vuelta. De nuevo nuestros labios se encontraron, mis brazos le rodearon arañando la piel de su espalda y sus nalgas, sus suspiros en mi oreja, nuestros sexos frotándose uno contra el otro mezclando nuestras esencias…
-Lo haré despacio…- bajó por mi cuerpo besando cada centímetro de mi piel hasta que se levantó.
Me erguí sobre mis codos y le vi buscando dentro de los bolsillos de los pantalones.
-Hugh… ven…- pedí y el continuó. Tuve ganas de reír pero me las aguanté y volví a decir: Hugh, también hay aquí…
Frunció el ceño viéndome abrir el cajón de la mesita de noche. Saqué un par de condones. Entonces me sonrió y volvió abrazarme sobre la cama.
-Te quiero…- Sus palabras me hicieron inmensamente feliz y aumentaron mi ansiedad. Arranqué un condón del sobre e intenté metérselo sin apartar mis ojos de los suyos. Después Hugh se posicionó e intentó penetrarme igualmente sin apartar su mirada de la mía.
Fue imposible mantener el contacto visual por mucho tiempo por la intensidad del momento. Su  pene deslizó abriéndose paso por mi interior apretado y virgen.
Hugh también lo notó, echando su cabeza hacia atrás, sus labios se abrieron en un grito mudo. Su cuello expuesto era tan sensual que no pude dejar de lamer su manzana de Adán.
Sus dedos se enlazaron en los míos antes de empezar a moverse, despacio las primeras estocadas… cuando mi mente volvió a quedarse del todo lucida me di cuenta que había enredado mis piernas a su cintura y que gemía alto.
Mi interior estaba húmedo y ardía. Su pene moviéndose lo hacía en círculos, como que buscando el punto más secreto en mi interior, unas veces rápido otras muy despacio… se paraba y volvía a empezar… mientras que sus manos no daban tregua: Me masturbaba, me palpaba los muslos, me apretaba los pezones. Yo me sujetaba de la colcha, me lamía los labios y no dejaba de mirarle.
El ritmo de sus embestidas aumentó, se volvieron erráticas, sus labios buscaron los míos con mas fervor y entonces sentí sus temblores en mi interior. Su placer había sido el mío, sus manos estaban cubiertas de mi semen. Hugh salió de mí con cuidado y se echó sobre mi cuerpo.
-Mmmm….- gemí recuperando el aliento. – Hugh…
Me besó el cuello sudado.
-¿Sí?...- Su mano acarició mi pecho, yo la sujeté y la besé.
-Quédate a dormir un poco…-Él levantó la cabeza y me besó.
-Quizás debiésemos ducharnos antes de dormir…- Sonrió- ¿Te ducharías conmigo?
-¿Eso es una frase de película?
-No, la frase es: ¿Te casarías conmigo?- Lo dijo mirándome fijamente los labios. Yo sonreí y le besé la nariz.
-Creo que mi baño es suficientemente grande como para los dos.- Me pareció increíble que me sintiese de nuevo excitado, después de lo que habíamos hecho.
Como si consiguiese leer mis pensamientos Hugh se levantó y me elevó en sus brazos.
-¡Hagámoslo en la ducha!- Exclamó sonriendo besándome mientras entrabamos en el baño.
-¿Y me traes en brazos porque…?
-Porque el pedido de baño juntos era como el pedido en matrimonio…
-jajajjaa… ¡estás loco!
La noche fue perfecta, Hugh me atrajo sobre su pecho  y nos cubrió con las sábanas. Apagué la luz y suspiré.
-No podré quedarme mucho tiempo… tengo que salir por las traseras y entrar por las traseras…
-Síii, ¡como un buen ladrón!- Nos miramos en la oscuridad durante varios minutos mientras acariciaba su pelo y él el mío.- ¿Qué va a pasar ahora?
-Te dormirás y cuando despiertes ya no estaré…
-¡No hablo de eso!- Le tapé la boca con la mano mientras él dejaba escapar unas carcajadas. – ¡En serio!
-No lo sé Richard. No soy un hombre de amantes... Bueno aunque una vez… Tú ya me entiendes…
-¿Y ahora? ¿Soy como esa vez?
-No. Mira, no voy a esconderte que mi matrimonio está en una situación muy complicada y me gustaría que esto no fuese…
-..?Solo una follada sin importancia?- interrumpí expectante.
-Sí, gracias… lo de follada ha sido bastante grafico.
-¿Tu como lo dirías?
-Sexo sin compromiso… Noche agradable…
-Vale, lo pillo. Yo tampoco quiero que sea algo fugaz. Quiero casarme contigo…- murmuré con mis labios muy pegados a los suyos.
- Richard… no puedo dejar a Jo…- terminó.
-¡No te estoy pidiendo que lo hagas!- Exclamé algo irritado. Nunca le pediría algo así pero en cierto modo esperaba alguna prueba de amor.
-Lo sé. Richard tu eres muy joven y pronto te aburrirás de mí…- hizo una mueca juguetona.-.. Cuando ya no pueda…
-Cuando no puedas… será Jo quien se deshaga de ti.- pasé mi mano por su rostro.
-… mmm- pareció pensativo unos momentos y después:- Yo y Jo no compartimos cama.
Me quedé en silencio. Primero recuperándome de la confesión y después lanzando maldiciones a esa mujer. ¿Cómo podía dejar de tener sexo con él?
-Perdona la pregunta, pero desde cuando no…
-Un año y pico. El sexo no es tan importante, aunque nos ponga de buen humor.- Me besó la frente.
-Quiero hacerlo todos los días contigo, más que una vez!
-Jajajaja. Pues yo lo veo bastante complicado…
-¿Cuando estés en L.A?
-Y aquí también, no sé cómo me voy a escapar todas las noches… tendremos que buscar sitios alternativos.- Su mano sobre mi cuello, acariciando mi espalda hizo que me rindiese al sueño.
Me desperté sobre las seis de la mañana con Hugh buscando su ropa.
-¿Te vas ya?
-Sí, es muy tarde…o muy temprano… depende de cómo lo mires…- Se sentó en la cama y me besó.
-Ten cuidado.
-No te  olvides de la comida…-Se puso los pantalones.
-No… yo te quiero.- susurré cubriéndome más con las sábanas.
-Joder, está nevando afuera…- Miró por la ventana.- También te quiero.










7 comentários :

  1. Me ha gustado mucho y la escena de sexo ha sido muy excitante. También ha quedado genial el dibujo que has hecho para ilustrar el capítulo. Pero no sé por qué en mi blog no sale esta actualización del capítulo 3, se queda en el 2. Y también hay un fallo al poner el comentario y he tenido que repetirlo.

    ResponderEliminar
    Respostas
    1. Buu mi blog esta podrido v.v no se como arreglarlo -.- muchas gracias por leerme!

      Eliminar
  2. estuvo genial este capi, muchas gracias :D

    ResponderEliminar
  3. Hola, Saito. A mí también me ha gustado mucho este nuevo capitulo. ¿Qué pasará ahora con nuestra pareja? Lo tienen un poco complicado... Muchas gracias y miles de besoss

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...